¡¡PAGADOS PA METER FOLLON!!

Ayer pudimos ver a la presidentísima de la Comunidad de Madrid haciendo alarde de su más castizo populismo contrariado. Chicle en ristre que queda mu fino y modegno, la presidentísima se encara con una mujer que al parecer tiene las ideas demasiado claras como para dejarse amedrentar por la actitud de señorito dueño del cortijo de doña Espe, así que luego lo intenta con una jovencita baja de estatura, lo que le permite a doña Espe alzar sus manos a la altura del rostro de su contrincante pero a pesar de la actitud amenazadora de la cavaliera, la joven tampoco se arruga, así que la presidentísima, teniendo en cuenta que está rodeada de manifestantes, de guardaespaldas y de cámaras, se abstiene de abofetearla, aunque su gesto y la crispación de su rostro dejan claro que se queda con las ganas. Finalmente mantiene una discusión con una señora mayor que le dice, con mucho aplomo y bien informada, que está robando suelo público para construir hospitales privados. Ante tanta evidencia, doña Espe trata de hacer mutis por el foro lo más rápido posible, pero no sin antes dejar una prueba de su elocuencia y gran capacidad para el diálgo: "Estáis pagados pa meter follón". Ah, que grandilocuencia, que capacidad discursiva, que talante para la negociación. No me extraña que cuando mandaban ellos, sin incómodas oposiciones, resolvieran los temas por la vía rápida del estacazo y tentetieso. A ellos les entiendo, no puede uno ser el dueño del cortijo durante siglos y de repente aceptar que tus privilegios son insostenibles. A quienes no entiendo es a los trabajadores que les votan. Que un rico sea de izquierdas es loable, que un pobre sea de derechas es lamentable. A mí me recuerdan al perro del cazador que cuando va en busca de la presa tiroteada por su amo, la agarra con sus colmillos y, en lugar de comérsela como debería ser normal por instinto, se va al amo con la presa sangrante, el rabo entre las piernas y se la entrega sumiso. En fin, de todo hay en la viña del señor, aunque ya va siendo hora de que algunos personajes empiecen a desaparecer del panorama político.