Inicié este blog precisamente con unas reflexiones sobre las imposiciones de la iglesia católica en la vida de los ciudadanos de este país. Hoy, leyendo El Periódico, me encuentro con una noticia que dice que los templos no católicos ya son mayoría en el Barcelonés Nord. Y eso está bien, qué duda cabe. Eso es libertad, respeto a las decisiones de los ciudadanos libres. Sin embargo, una nube de tristeza se cruza ante mi mirada mientras leo el artículo. Nosotros respetamos que esas religiones puedan abrir sus templos pero ¿respetan ellos las libertades de sus feligreses? Pues la verdad, no estoy muy segura. De hecho no me alegra nada que el individuo deje de ser víctima de la iglesia católica y pase a ser víctima de la iglesia anglicana, o la musulmana, o los sijs, o los testimonios de Jehová, o los del Jesucristo de los últimos días, o como quieran que se llamen. Espero que la administración, al tiempo que les otorga el derecho de abrir sus templos, les exija y vigile de que lo cumplan, que respeten los derechos humanos de todos sus miembros, tanto hombres como mujeres, tanto niños como niñas, tanto eterosexuales como homosexuales. Espero.
Pero a parte de la preocupación porque se propaguen religiones que, como la católica, no respetan el derecho de las personas a elegir su forma de morir, de vivir, de amar, etc., lo que me entristece es el cambio de escenario. Cuando era joven, me fui a vivir a Santa Coloma de Gramanet porque era un antro de rojos. Una auténtica gozada era vivir allí el ambiente de lucha social que se respiraba por todas partes. Reuniones clandestinas de partidos distintos pero todos rojos, de sindicatos que aún no habían sido legalizados, aunque en los movimientos reivindicativos de las fábricas llevaran la voz cantante, asociaciones de vecinos, culturales, de jóvenes. Un hervidero de inquietudes, de exigencia de cambios, de búsqueda de la libertad. Vamos, un auténtico grano en el culo para la dictadura fascista que aún mantenía a España en un puño de hierro, aunque bastante oxidado ya. Cuando llegué a Santa Coloma de Gramanet ya era una iniciada en la lucha clandestina, pero fue allí donde aprendí que por mucha razón que creyeras tener, si no estabas vinculada al tejido social de tu entorno, tus ideas se estrellaban en una pared sin ojos y caían deshechas al suelo sin que pudieras hacer nada útil con ellas. Fue en Santa Coloma de Gramanet donde aprendí que, aunque no estuvieras de acuerdo con la forma específica de pensar de este o aquél vecino, lo que realmente contaba era contar con todos y aprovechar todo lo que en común pudiéramos tener y sentir, que no era poco, para que la lucha social tuviera un sentido y lograra alcanzar, si no todos, al menos gran parte de sus objetivos. Sí, lo sé, yo también he cambiado. Antes era joven, fresca, llena de vitalidad, dispuesta a cualquier sacrificio por la causa, sin miedo a ningún cambio o represalia, llena de ilusiones y confianza en el futuro. Ahora soy mayor, llevo otro ritmo, sigo manteniendo ilusiones y confianza en el futuro pero consciente de que las cosas, si pasan, pasan mucho más despacio de lo que una desearía. Pero mi cambio es natural, mientras que el cambio de Santa Coloma de Gramanet es..., bueno, supongo que, como dice Mandela, un sarampión que había que pasar. Supongo que como decía Lenín, en quien por supuesto no confío ni mucho menos como lo hacía entonces, un paso atrás de esos que hay que aceptar para seguir adelante. Solo espero que, como digo al principio, seamos suficientemente valientes para, sin aplicar ningún tipo de represión por supuesto, hacerles entender y respetar a todos estos nuevos obispos de las nuevas religiones, que pueden contar con nuestro respeto siempre que ellos respeten escrupulosamente a TODOS los seres humanos, sea cual sea su condición.
2 comentarios:
Pues mucho me temo que las religiones tienden más a manipular, obligar y reprimir que a respetar, por mucha teoría que le echen. Miedo me da que haya más "templos" que teatros y bibliotecas!
¡Ole mi niña! Esa es mi chica. Ya tenía yo ganas de tenerte por aquí. Bienvenida y a por ellos que son pocos y cobardes, jejeje...
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