Hemos llegado a Marte, hemos logrado descifrar el genoma humano, hemos logrado controlar el cáncer en un elevado tanto por ciento, estamos logrando convertir el SIDA en una enfermedad crónica en lugar de una sentencia de muerte como lo era hasta no hace mucho. Sin embargo, seguimos sufriendo el integrismo fundamentalista de las religiones monoteistas, imperativas y excluyentes. Me pregunto qué diferencia hay entre aquellos sacerdotes rancios que condenaban a la hoguera a todos los científicos que pusieran en duda las creencias religiosas basadas en el dicen que fulano le dijo a mengano, o a todas las mujeres que por sus artes en la curación de enfermedades o su capacidad de entender a la naturaleza y sus semejantes fueron consideradas brujas y también quemadas en la hoguera y estos que ahora se rasgan las sotanas en un aquelarre totalmente trasnochado cada vez que la sociedad civil formada por ciudadanos libres que siguen evolucionando, intenta modernizar la enseñanza de los más jóvenes para que tengan la oportunidad de ver el mundo desde un prisma con criterio propio, en lugar de crecer, como lo hicimos nosotros, con la imposición de creer como verdad absoluta e indiscutible una serie de cuentos sin sentido y bajo la amenaza de que o eso o la condena eterna en el infierno.
Hace poco fue el intento de imponer la presencia de un religioso católico en los comités sanitarios donde se decide la aplicación o no de tratamientos paliativos para enfermos terminales. Qué absurdo, en pleno siglo XXI tener que morir rabiando porque un señor vestido de negro, a quien nadie dio derecho de meter las narices en nuestra vida, decida que lo cristiano es sufrir en lugar de morir dignamente y con el menor sufrimiento posible. Antes fue la llamada a la batalla contra la Educación para la Ciudadanía porque no soportaban la idea de que a los jóvenes se les adoctrinase ¡Pardiez, qué escándalo! ¿Cómo se atreven a acusar a nadie de adotrinamiento cuando ellos llevan siglos adoctrinando a sangre y fuego? Ahora vuelven a revolverse con rabia y amenazan con movimientos subversivos porque no soportan la idea de que a los jóvenes se les ofrezca la posibilidad de adquirir conocimientos científicos. Ciencias para el Mundo, así se llama la nueva iniciativa, que falta hace y que ya existe en toda Europa, y su único objetivo es ofrecer a los alumnos de bachillerato la posibilidad de estar informados acerca de los logros científicos. ¡Qué horror, ciudadanos informados! ¿Y cómo podremos seguir engañándoles si están tan informados? He ahí el quid de la cuestión: MIEDO. Miedo a que los ciudadanos sean libres y tengan pensamiento propio. Porque, digo yo, a mí no me molesta ni me da miedo de que a mi hijo le expliquen cuentos chinos, o católicos, o musulmanes, o budistas, o de la cienciología, o de cualquier otra creencia. Yo confio en haberle dado la oportunidad de tener capacidad de discurrir y por lo tanto poder crearse un criterio propio acerca de cuanto le rodea. ¿Por qué otros que dicen defender a la persona por encima de todo no hacen lo mismo? ¿Por qué no ofrecerle a todo el mundo la oportunidad de acceder a la máxima información posible y luego que decida? No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo. Debe ser por eso que soy atea desde que tengo uso de razón, porque no entiendo a quienes dicen amar a sus semejantes hasta el punto de poner la otra mejilla y perdonar a sus deudores, o a quienes nos ofenden como se dice ahora, y sin embargo hacen campaña contra el preservativo consintiendo que mueran miles y miles de seres humanos en Africa a consecuencia del SIDA, porque sonrien beatificamente ante quienes cabizbajos les obedecen y muestran los colmillos y su mueca más siniestra ante quienes les llevan la contraria y ponen el peligro el gran negocio que tienen montado. Porque no nos engañemos, en el fondo, lo pinten como lo pinten y lo adornen como lo adornen, todo se resume a un interés económico. Lejos quedan aquellos tiempos en que los cristianos eran pobres y deambulaban por el mundo sin querer poseer riqueza alguna porque Jesús lo dejó bien claro en el templo. Después, pelillos a la mar, los seguidores de San Pedro dejaron de ser nómadas y decidieron pregonar la fe de Cristo en lugares donde pudieran amasar grandes fortunas. Para ello no dudaron en ponerse al lado de reyes sanguinarios e injustos o de contar incluso con su propio ejército para, en nombre de Dios, pasar por la tierra como una apisonadora que cosechó muertes, hambres, enfermedades, injusticias de todo tipo. ¿Con qué derecho vienen ahora a decirnos qué debemos hacer y qué no? Váyanse señores obispos, váyanse y déjennos vivir en paz y que cada cual rece al dios que le apetezca sin que nadie le imponga ninguna creencia a nadie.
4 comentarios:
Benvinguda el club. Sembla que tinc l'honor de deixar el primer comentari, que no és pocca cossa. Estic recollint veles per anar al Plenari, desprès, si no pleguem massa tard, llegire el teu escrit i t'afegiré als blogs amics.
Una abraçada i fins ara
Me ha robado la idea Joan, pero bueno no hay segundo malo.... yo un poquito. Lo dicho benvinguda compa. ¿estas segura de lo de Marte?
Por cierto ya te he enlazado en mi locura, en el otro no que es más diferente
Enhorabona! Has estat la primera de tots nosaltres en treure al públic el blog. En poc temps intentaré estar-hi tb jo!
Ramon
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