28/5/09

ARA SI





























COOOOOOOPA, LLIGA I CHAMPIONS!!!!












26/5/09

¡Oh, Europa!


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Y poco a poco, el miedo quitado, ora sus pechos le presta para que con su virgínea mano lo palme, ora los cuernos, para que guirnaldas los impidan nuevas. Se atrevió también la regia virgen, ignorante de a quién montaba, en la espalda sentarse del toro: cuando el dios, de la tierra y del seco litoral, insensiblemente, las falsas plantas de sus pies a lo primero pone en las ondas; de allí se va más lejos, y por las superficies de mitad del ponto se lleva su botín. Se asusta ella y, arrancada a su litoral abandonado, vuelve a él sus ojos, y con la diestra un cuerno tiene, la otra al dorso impuesta está; trémulas ondulan con la brisa sus ropas.
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La seducción de Europa secuestrada por Zeus según Ovidio
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BREVE HISTORIA POSITIVA DE EUROPA
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Europa, uno de los seis continentes que constituyen la superficie emergida de la Tierra de acuerdo con la costumbre, aunque en realidad sólo es la quinta parte más occidental de la masa continental euroasiática, compuesta en su mayor parte por Asia. En general, para los geógrafos modernos los montes Urales, el río Ural, una parte del mar Caspio y las montañas del Cáucaso forman la principal frontera entre Europa y Asia. El término Europa quizás deriva de Europa, el nombre de la hija de Agenor en la mitología griega, o posiblemente de Ereb, palabra fenicia que significa ‘ocaso’.
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Europa, el segundo continente más pequeño de la Tierra, tiene una extensión de 10.359.358 km2 aproximadamente, pero ocupa el segundo lugar en cuanto a población de todos los continentes, con unos 699.774.000 habitantes (según estimaciones para el año 1993, ahora muchos más, claro). El punto más septentrional del continente europeo es el cabo Nordkinn, en Noruega, y el más meridional la punta de Tarifa, al sur de España. Se extiende de oeste a este desde el cabo da Roca, en Portugal, hasta la vertiente nororiental de los Urales, en Rusia.
Europa ha sido durante mucho tiempo un territorio en el que han tenido lugar grandes logros culturales y económicos. Los antiguos griegos y romanos crearon civilizaciones importantes, famosas por sus contribuciones a la filosofía, la literatura, el arte y los sistemas de gobierno. El renacimiento, que comenzó en el siglo XIV, fue un periodo de grandes éxitos para artistas y arquitectos europeos, y en la era de los descubrimientos, iniciada en el siglo XV, los navegantes europeos viajaron a los lugares más apartados del mundo conocido hasta la fecha. En el siglo XVIII se inició el desarrollo de formas modernas de organización y producción industrial.
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LOS PUEBLOS EUROPEOS
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Aunque no se sabe con exactitud cuando se establecieron en Europa, los primeros grupos humanos emigraron probablemente desde el Este en varias oleadas, en su mayor parte a través de un puente de tierra, que ya no existe, desde Asia Menor a los Balcanes y a través de las praderas del norte del mar Negro y desde el sur, a través de la península Ibérica. Alrededor del año 4.000 a.C. algunas zonas de Europa ya tenían una considerable población. Barreras geográficas como los bosques, las montañas y los pantanos contribuyeron a dividir a los pueblos en grupos que permanecieron separados durante largos periodos. No obstante, como resultado de las migraciones hubo una constante mezcla racial.
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Idiomas
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Los europeos hablan una gran variedad de idiomas. Las principales familias lingüísticas están formadas por las lenguas eslavas, que incluyen el ruso, el ucraniano, el bielorruso, el checo, el eslovaco, el búlgaro, el polaco, el esloveno, el macedonio y el serbo-croata; las lenguas germánicas, que engloban el inglés, el alemán, el neerlandés, el danés, el noruego, el sueco y el islandés; las lenguas románicas, entre las que se encuentran el italiano, el francés, el español, el catalán, el portugués y el rumano. Estos idiomas tienen básicamente los mismos orígenes y se clasifican dentro de las lenguas indoeuropeas, que también comprenden el griego, el albanés y lenguas celtas como el gaélico, el galés y el bretón. Además de las lenguas indoeuropeas, en el continente hay pueblos que hablan lenguas ugrofinesas, además de otras lenguas, como el vasco (euskera) y el turco.
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Sí, ya sé que también hay una historia de Europa bélica y cruel, pero de esa no quiero hablar porque lo que queremos es que esa no vuelva a existir jamás. Y la única manera de evitar que los europeos vuelvan a matarse unos a otros es que Europa se convierta en un territorio común para todos sus habitantes, en el que todos los europeos se sientan a gusto sin agravios comparativos ni segregaciones de ningún tipo. La derecha no cree en Europa. Para la derecha Europa no es más que un gran mercado como lo ha sido durante toda la vida. Por eso se han producido siempre las grandes guerras europeas, por intereses económicos de las clases pudientes a las que representa la derecha. Las disfrazaron de ideales políticos, religiosos o patrióticos, pero todo era mentira, para la derecha solo hay un ideal: el poder; una religión: el sometimiento de los pueblos a su poder; una pátria: la tierra convertida en su propiedad privada, en su coto particular de caza.
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Puede que la socialdemocracia haya cometido muchos errores en Europa. Solo quien no hace nada no se equivoca. Pero ha sido esa socialdemocracia la que ha permitido que los trabajadores alcanzaran una sociedad del bienestar que a la derecha le parece un estorbo porque no sirve a sus intereses de privilegios. Entiendo que a muchos y muchas os cueste entender la importancia que tiene Europa en nuestras vidas, pero creedme solo le hacemos el juego a la derecha si no votamos. Por muy desencantados que estemos, a veces con bastante razón, no podemos cruzarnos de brazos y dejar que elementos como Berlusconi destrocen todo lo logrado desde la segunda guerra mundial.
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Hablan de crisis y echan la culpa a los gobiernos de turno y la crisis la han creado ellos con su avaricia desmesurada y su falta de respeto a las personas. Hablan de fe y su religión ha sido toda la vida abusar de los más débiles y llenarse las arcas particulares con total desfachatez y ni un ápice de ética. Hablan de desarrollo económico y la única economía que les interesa es la suya propia. Hablan de paz y están siempre dispuestos a participar en guerras ilegales si les beneficia económicamente. No, no podemos permitir que nos destrocen Europa, que apaguen la alegría y nos conviertan en sociedades mezquinas y egoístas en las que impere el sálvese quien pueda.
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La cantinela de que no vale la pena votar y de que todos los políticos son iguales, siempre beneficia a la derecha. La izquierda solo puede gobernar si el pueblo les vota, en cambio la derecha, aunque no vote nadie gobiernan, por las buenas o por las malas, pero gobiernan. Así ha sido toda la vida y así será. Solo los votos de los ciudadanos pueden combatir el poder de la derecha. Cierto es que a veces la izquierda llega al poder con las manos atadas porque la derecha sigue ostentando la titularidad de posesión de las grandes riquezas de los países, pero eso también es algo que solo podemos solucionar en las urnas. Cuantos más votos obtenga la izquierda, más poder tiene. Y cuanto mayor poder tenga, más posibilidad de crear nuevas leyes que combatan los obscenos privilegios que se autootorga la derecha y mayor posibilidad de crear leyes que protejan los derechos de los más débiles a una vida digna. Y eso cuenta para las elecciones locales y generales, pero ahora hablamos de Europa. Ahí también cuenta y mucho, porque si permitimos que el parlamento europeo siga gobernado por la derecha, pronto empezaremos a ver diezmar la protección social a los más débiles y crecer los privilegios de los más poderosos.
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Así que, a sacudirse el desencanto y a espabilarse que no nos arrebaten lo que con tanto sacrificio hemos logrado. HAY QUE IR A VOTAR Y HAY QUE VOTAR IZQUIERDA. Yo votaré socialista porque ese es mi partido y ese es mi partido porque creo que, a pesar de que no es perfecto, es la opción más posibilista de que la izquierda gobierne en Europa y de que lo haga con garantías.
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25/5/09

HAY QUE LIMPIAR LOS JUZGADOS YA

Pero vamos a ver si logro aclararme de una puñetera vez. ¿Qué está pasando con la justicia? ¿Por qué siguen trabajando en los juzgados gente tan supinamente estúpida, cuando hay un montón de buenas personas, inteligentes y capaces, en paro? ¿Pero cómo se puede justificar la destrucción de pruebas que incriminan a peligrosos pederastas con la excusa de que debió llegar una orden que permitiera guardar el material y la orden no llegó porque ningún juez consideró que el asunto estaba bajo su jurisdicción?









¿Pero esto qué es, nos pasamos la pelota de unos a otros por no asumir responsabilidades "que no son nuestras" cuando sabemos, o debiéramos saber que estamos cometiendo un fallo que bien pudiera ser considerado delito. Porque si alguno de esos elementos que atentan contra la integridad física y la dignidad de los menores, sale libre y vuelve a hacer lo mismo ¿quién se va a hacer responsable de ello, el o la inútil que destruyó el material, o los jueces y juezas inútiles que pasaron de todo porque no era asunto suyo?









¿Qué concepto de la justicia tiene ese personal? ¿Cómo pueden trabajar en algo tan delicado siendo tan irresponsables, egoístas e inútiles? Vamos, si a mí me caen en las manos unas pruebas que incriminan a unos criminales pederastas, sin tener conocimiento alguno de justicia, yo no las destruyo ¿cómo las voy a destruir, pero es que están locos en los juzgados o qué? ¿Cómo vamos a proteger a nuestros niños y nuestras niñas con personas tan insolidarias e irresponsables. Por favor, hagan una limpieza YA. Pongan a trabajar a personal responsable allá donde nos estemos jugando la seguridad de nuestros niños y niñas. No hay derecho a que esos inútiles pongan en peligro la vida y la integridad física de nuestros niños y niñas. Que alguien reaccione y haga limpieza, por favor.








Varias son las profesiones para las que se debiera exigir una prueba de vocación, el personal sanitario, el profesorado y el personal de juzgados. Si no tienen vocación que se dediquen a otra cosa, que tan digno es hacer eso como fregar escaleras, pero fregando escaleras no se distorsiona la educación de nuestros pequeños y pequeñas, ni se pone en peligro su vida, ni se corre el peligro de que algún depravado pederasta les destroce la vida porque algún funcionario o alguna funcionaria inútil y algún juez o una jueza sin criterio ni decencia han pasado de todo porque no estaba bajo su jurisdicción.
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22/5/09

ELECCIONES EUROPEAS

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Ayer se dio el pistoletazo de salida a la campaña para las europeas del 7 de junio. Sí, ya sé que ante los problemas tan acuciantes que tenemos en casa y alrededores, suena a algo lejano eso de las europeas, pero creedme, más jodidos vamos a estar si no nos las tomamos en serio. Por supuesto cada cual es muy libre de votar o no votar, aunque yo creo que sí hay que votar, siempre hay que votar, aunque sea en blanco, pero hay que votar, porque un voto en blanco es muestra de desacuerdo con todo lo que hay, mientras que un no voto es un pasar de todo que no nos podemos permitir porque por más que pasemos, nos afectará tanto lo que pase como al que no haya pasado, luego siempre es mejor intentar incidir en que lo que nos pase sea lo que nosotros queramos y no lo que quieran otros.
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Por supuesto yo recomiendo el voto socialista y voy a poner toda la carne en el asador en la campaña para lograr convencer al mayor número posible de buenas personas, pero respeto totalmente el voto que cada cual quiera emitir. Solo una observación: los de la derecha están deseando que la izquierda pierda toda la fuerza en las urnas para poder aplicar todas las reformas sociales y laborales que tienen guardadas en el cajón, como el célebre decretazo que tuvo que comerse Aznar con patatas porque la huelga general que hubo en todo el país hizo que los dirigentes de la Unión Europea le recomendaran que lo retirara. Pero bueno, ¿qué os voy a decir que vosotros y vosotras ya no sepáis?
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Por otra parte, como debido a lo ocupada que voy a estar con la campaña es probable que tarde en pasarme por aquí y no quiero dejaros con el gusto amargo de boca que nos provoca a todos y todas el tema de mi artículo anterior, os voy a hacer una confesión. Hay unas cuantas mujeres, además de mi madre por supuesto, por las que siento una especial devoción y os voy a dejar con ellas hasta la vuelta. Ellas son: Susan Sarandon, Noa, Wafa Sultan, La Mari de Chambao, Bebe y Ángeles Mastreta. Hay muchas más, pero de momento os dejo con estas.
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21/5/09

¡A LA CÁRCEL!

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Curas y monjas abusaron de miles de menores en Irlanda
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• Los religiosos violaron y apalearon durante 60 años en orfanatos e internados
• La comisión de investigación oculta la identidad de los agresores

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BEGOÑA ARCELONDRES.
Tortura, violaciones, palizas. Irlanda conoció ayer la escala masiva de los abusos cometidos por el clero católico, delitos por los que nadie será procesado. Miles de niños y niñas en la isla sufrieron décadas de agresiones e intimidación a manos de curas, frailes y monjas. Durante 60 años, desde mediados de la década de los 30 a la de los 90 del siglo pasado, varias órdenes religiosas "aterrorizaron" a los menores, que estaban a su cuidado, en reformatorios, internados y orfanatos. Los abusos sexuales eran un mal "endémico". La jerarquía eclesiástica supo de esos delitos, pero protegió a los pederastas e impidió que fueran detenidos. Estas y otras gravísimas conclusiones figuran en el informe dado a conocer ayer en Dublín por la Comisión de Investigación de Abuso de Niños, establecida en el año 2000 por el Gobierno, tras las denuncias aparecidas en una serie de reportajes en televisión.
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Sé que siempre estoy con lo mismo pero es que no puedo soportarlo. No puedo leer noticias como esta y quedarme callada. Necesito gritar mi puta indignación a pleno pulmón porque me rebienta tanta injusticia. Porque seguro que muchas de aquellas putas monjas y aquellos putos curas son de los que salen a la calle en manifestación para protestar por el aborto libre. Porque seguro que muchas de aquellas putas monjas y aquellos putos curas han pasado toda su vida por personas honestas y respetables. Porque muchas de aquellas putas monjas y aquellos putos curas habrán ido a la Plaza de San Pedro a recibir la bendición del papa. ¡¡Y EL PAPA CALLA!! ¿Cómo puede callar el papa ante tanta barbarie cometida dentro de su puta iglesia? ¿Es que le parecen bien esos métodos de evangelización?
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Sí, ya sé que me estoy expresando como una barriobajera pero es que no puedo contenerme. Es tanta la indignación que siento en estos momentos, tanta la rabia, que me gustaría poder llegar al papa, zarandearle y gritarle a la cara ¡¡REACCIONA JODER!! Di algo ¿no tienes la lengua tan suelta cuando denuncias los pecados carnales de los pobres africanos? ¿por qué no denuncias a los degenerados que tienes dentro de tu iglesia? ¿por qué no dignificas a la puta santamadreiglesia dando la cara, obligando a todos esos monstruos a quitarse la careta y a comparecer ante el juez para que la justicia pueda aplicarles el castigo que merecen?
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Hay que apostatar, joder, hay que apostatar. Que son ya demasiados los siglos que llevan esa gente abusando de los más vulnerables y todo porque por la puta tradición, aunque la gente no vaya a la iglesia siguen contando como miembros de ese puto club. Y de eso se aprovechan esas jerarquías que dan cobertura y protección a tanto monstruo degenerado. ¡Ni un duro a la iglesia! Que trabajen y se ganen el pan con el sudor de su frente. ¿No fue eso lo que dicen que dijo Dios?
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¡¡¡TODOS LOS ABUSADORES DE NIÑOS Y NIÑAS A LA PUTA CÁRCEL YA, TANTO SI LLEVAN SOTANA O HÁBITO DE SANTURRONAS COMO SI NO!!!
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20/5/09

El coxis y la mutación humana





Le han puesto de nombre Ida.
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47 millones de años dicen que tiene la criatura. Eso son muchos años. La relacionan además con posibles antecesores de nuestra especie y eso me ha llevado a recordar cuando, siendo muy joven, tuvieron que extirparme el coxis
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¿Qué es el coxis?
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El coxis es la "rabadilla"; el hueso inferior de la columna vertebral. Está situado por debajo del sacro. Es el resto de lo que en los animales es la cola y está unido al sacro por unos ligamentos que están inervados por muchas fibras nerviosas.
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Tuvieron que extirpármelo porque jugábamos un grupo de jovencitos en un manantial a que entre dos me balancearan y me tiraran desde unas rocas. Con tal mala pata que antes de caer al agua rocé contra la arista de una roca y me pegué tal golpe que el coxis se me desgarró separándose totalmente del sacro y provocando una importante herida interna.
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Me costó entender que tenían que operarme y extirparlo porque, debido a mi supina ignorancia, me pareció que era algo así como operarme de la columna vertebral y para mí, con diecisiete años y apasionada por el ballet, me pareció la mayor desgracia de mi vida. Así que el médico, para calmarme y hacerme entender que la operación no presentaba ningún riesgo para mi integridad física, me contó que el coxis no era otra cosa más que los restos de cuando los humanos tuvimos cola y que a medida que el ser humano continuara evolucionando, acabaría por desaparecer, o sea que yo pasaría a ser un ser más evolucionado que el resto. Yo no acabé de creerme la versión del médico pero como tuvieron que intervenir por la via de urgencia porque existía un peligro inminente de infección y no había más remedio que extirpar, traté de convencerme para no seguir sufriendo.
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Al ver la imagen de este ser de 47 millones de años con su cola larga, me hizo gracia. ¡Anda!, pensé, va a resultar que el médico tenía razón. Ahora lo que habría que contar es cuántos huesecillos tiene la cola para ver cada cuantos años fuimos perdiendo uno y así sabremos cuándo mutaréis y os pondréis a mi altura, jajajajaja....
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19/5/09

Un cuento para Nerim


LAS NIÑAS MALAS
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Tienes que ser buena, mi vida, que las niñas buenas van al cielo y...
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Las malas a todas partes.
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Mamá clavó la mirada en tía Angustias con tal intensidad que creí que la traspasaría.
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¿Quieres no meterte en lo que no te importa? Anda, cariño, ve a estudiar a tu cuarto que tu tía y yo tenemos que hablar.
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Pero mamá...
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¡Chitón! Arriba te he dicho.
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Como en tantas ocasiones, bajé la cabeza con rabia y una mueca de orangután en los labios. Antes de llegar al recodo de la escalera, donde se perdía de vista el salóncomedor sin embargo, flexioné las rodillas y miré a tía Angustias que, sentada en el puff que ella misma habría traído de Marruecos, correspondía a mi mirada dedicándome una hermosa sonrisa y un guiño de sus ojos azul porcelana por encima de las gafas a media nariz. En ese instante, mamá la alcanzaba y le ponía una mano en el hombro, a lo que ella respondía con gesto cansino como diciendo ya estamos otra vez. Salté el resto de peldaños de dos en dos por no oír los reproches de mamá, archiconocidos por cuantos habitábamos en la casa. Apenas oí sus primeras palabras, Tú haz lo que quieras con tu vida, pero con la niña no te metas.
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Que absurda era mamá. Nadie se metía con la niña más que ella misma, que no me dejaba respirar. Toda su obsesión era, según supe años más tarde, que estudiara y estudiara para que nunca tuviera que perder la vida limpiando culos y sirviendo a un hombre. Pobre, con lo fácil que hubiera sido relajarse y dejarme en manos de tía Angustias para lograr su objetivo. ¡Eso nunca!, me contestó airada cuando se lo comenté, poco antes de que nos dejara. Ahora comprendo que la rabia contra su hermana era debida a la envidia y cederme a mí, su primogénita, era dejarlo todo en sus manos.
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Mamá y tía Angustias se llevaban poco tiempo, apenas diecisiete meses. Sin embargo, desde que ambas alcanzaran la pubertad, se erigía un muro entre las dos. Muro que para mi madre era de contención y para tía Angustias la libertad. Ella estaba al otro lado. Mamá siempre la envidió por ello pero no fue nunca capaz de seguirla. No tenía su tesón ni su suerte. Una vez que lo intentó lo hizo tan mal que de aquél traspiés nací yo. Desde entonces se pertrechó en su escaso espacio vital y construyó a su alrededor una rígida moral que justificara su existencia. Llegó a convencerse a sí misma de que su proceder era el correcto y su obligación redimir a su hermana pequeña. Al fin y al cabo, pese a su triste desliz de juventud, ella había sido capaz de formar una familia y ¿qué tenía su hermana? Su gran contradicción era precisamente cuanto anhelaba librarse de esa familia que la oprimía el alma. Tía Angustias, sin embargo, fue siempre un animal de vuelo largo, imposible de apresar. ¿Cómo se les ocurriría a papá y mamá llamarte a ti Consuelo y a mi Angustias?, solía decir mi tía con sarcasmo cada vez que se discutían. Entonces mamá se encerraba en su cuarto aquejada de una terrible jaqueca, mientras tía Angustias desaparecía por una temporada sin que nadie supiera de ella, hasta que por fin volvía a nuestras vidas y con ella la legría. Traía un sin fin de regalos divertidos y largas historias que, menos mamá, todos escuchábamos embelesados. Aquello empeoraba las cosas hasta que mamá, convencida de que su hermana le robaría hasta el marido, nunca tuvo esa suerte, le planteó a papá la necesidad de que nos mudáramos, Es una mala influencia para la niña, le dijo. Y papá, que de buena gana hubiera deseado ser capaz de imponer su voluntad, bajó la cabeza una vez más y se resignó a cambiar la comodidad del viejo caserón de los abuelos por un piso estrecho en las afueras del pueblo.
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Odié a mi madre durante mucho tiempo por ello. También odié a papá por no haber sido capaz de defender su punto de vista y a los niños porque hacían mucho ruido para un piso tan pequeño. Cuantas veces deseé que papá abandonara a mamá y a los niños y nos fuéramos los dos a recorrer el mundo con tía Angustias. Aún recordaba los tiempos en que era un hombre divertido y cuando se juntaban la tía y él, me hacían reír sin parar con sus bromas y sus chistes. Me arrepentí de ello muchas veces y tuve miedo de ir al infierno cuando mamá se puso enferma y no hacía más que gimotear doliéndose de que iba a morir y a dejar huérfanos a sus niños. Cuando finalmente murió, tras casi tres años de cruel enfermedad, ya no temía ir al infierno. A los diecisiete años había logrado por fin aclarar mis ideas respecto a la fe y la eternidad. Sin embargo, sí lloré desconsoladamente su pérdida, no tanto por quedarme sola con papá y cuatro niños a mi cargo, sino por la lástima que sentí al darme cuenta de que fue una desgraciada toda su vida y se fue demasiado pronto para que yo pudiera echarle una mano y ayudarla a ser feliz.
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Papá estaba hundido, no era hombre capaz de afrontar situaciones tan duras. Cuando, un año antes de su muerte, decidí que mamá estaría mejor en el viejo caserón, ni siquiera contestó. Me miró con los ojos vacíos y se encogió de hombros dejando que asumiera yo toda la responsabilidad. Tía Angustias vivía en la capital, a donde se había trasladado desde que aprobara las oposiciones para una cátedra en la Central, y cuando la llamé para decírselo, tardó apenas unas horas en presentarse en la casa y ayudarme a trasladar a mamá. Por suerte y pese a las insinuaciones de papá, tía Angustias no consintió nunca vender la vieja casa que los abuelos dejaron a las dos hermanas y mamá tenía sus dudas, Mujer, si la vendéis, con tu parte podríamos mudarnos a una casita más acogedora. Papá decía sufrir en aquel piso que le obligaba a dormir lejos de la tierra, Es que tener esto es como tener un trozo de aire, no es nada, además los niños crecen y..., ya sabes. Mamá fruncía el ceño y contestaba de mala gana, No sé... ya lo pensaré.
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Yo también deseaba abandonar aquel piso, sin embargo la idea de perder la casa de los abuelos me horrorizaba. Allí estaban todos los sueños de mi infancia impregnando las paredes azul celeste de mi habitación; los peldaños que crujían a cada paso y llevaban a la buhardilla, mi rincón más preciado, donde se guardaban las reliquias familiares, un viejo disfraz de princesa de mamá y otro de pirata de tía Angustias, mi favorito para desesperación de mamá; el patio en el que había un aljibe que yo convertí en el pozo de los deseos y tiraba monedas, a escondidas de mamá que era muy ahorrativa, que se perdían en el fondo negro y húmedo; los limoneros con cuyas flores hacía mamá unas guirnaldas que colocaba en mi pelo disfrutando de lo linda que estaba su niña, hasta que un día llegó tía Angustias con una cerveza en una mano y un cigarrillo encendido en la otra y, riéndose a carcajadas, le dijo, Anda, quítale eso a la niña que se parece a Ofelia, la pobre. Mamá se enfadó y le contestó con amargura, Desde luego, qué ordinaria eres hija, no tienes ni pizca de sensibilidad. Sin embargo sí tenía. Los últimos meses de la enfermedad de mamá, tía Angustias demostró tener mucha sensibilidad. Abandonó su trabajo y permaneció a su lado durante interminables horas, sin ayuda de papá que deambulaba por la casa como una sombra regocijándose en su propia pena. Tía Angustias asumió con valentía la enfermedad de su hermana, animándola y cuidándola con ternura, procurando que nada le faltase y obligándome a salir porque, decía, Esto es cosa de los mayores, tú tienes que divertirte.
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Al año de morir mamá, tía Angustias vino a pasar el verano con nosotros y trató de convencerme para que me fuera a la universidad, pese a los reproches de papá que decía necesitarme para sacar adelante a la familia, Búscate una mujer y cásate de nuevo, oí que le decía en tono severo una noche que creían estar solos. Los niños jugaban en la calle y yo, que había salido al cine, volví antes de tiempo, cansada de tiros y bofetadas y dejando a James Bond con la palabra en la boca, No puedes obligar a la niña a arruinar su vida en este agujero, ¿qué quieres, que sea una desgraciada como su madre? No te consiento que hables así de Consuelo, contestó papá tratando de demostrar una autoridad de la que carecía. Y yo no te consiento que conviertas a mi sobrina en otra víctima, si no hubieras preñado a mi hermana a los diecisiete años y mi madre no hubiera cometido la estupidez de obligarla a casarse contigo, tal vez aún estaría viva. Qué mala eres, respondió mi padre echándose a llorar. Sí, cuñado, sí, soy mala, muy mala, pero no he hecho nunca daño a nadie, tú sin embargo hiciste desgraciada a mi hermana y ahora quieres hacer lo mismo con tu hija. No tienes ningún derecho a obligarla que se quede y no consentiré que lo hagas.
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Me quedé paralizada en la oscuridad, a cuatro pasos de la cocina donde se decidía mi vida y con los sentimientos zarandeados violentamente por sangrantes contradicciones. Mi tía parecía tener razón, pero mi padre lloraba y eso me partía el alma. Ella sin embargo se mostraba inflexible como una piedra, Ahora lloras ¿por qué no lo hacías cuando te ibas de juerga con los amigos y dejabas a mi hermana comida por la pena y maldiciendo la hora en que te cruzaste en su camino? Entonces eras un hombre alegre, el más chistoso del pueblo, ¿te acuerdas? Y tenías a tu mujer enterrada en vida cuidando a los niños que tú, buen semental pero mal padre, tuviste a bien engendrar para mantenerla atada a tu vera.
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Las palabras de mi tía me devolvieron a la memoria escenas que apenas recordaba, ¿otra vez te vas?, Venga mujer, si a ti lo que te gusta es quedarte en casa y demostrar a todo el mundo lo buena madre que eres, ¿qué quieres, que me quede aquí a llorar contigo y a aguantar los reproches de tu madre? Entonces la abuela aún vivía y siempre le echaba en cara a papá su comportamiento, Eso es lo que tú buscabas cuando te aprovechaste de ella, pegar el braguetazo y vivir de la sopa boba a expensas del sacrificio de su padre, Dios lo tenga en su gloria. Vives como un marajá y encima la dejas y te vas por ahí. A saber con que pelanduscas pasas las horas mientras tu mujer te lava y plancha las camisas. ¡Por Dios, calla mamá!, protestaba mi madre que defendía a su marido porque no hacerlo era reconocer su propio fracaso. Papá entonces aprovechaba la ocasión y se escabullía con descaro dejando que madre e hija le cubrieran la retaguardia con sus propias discusiones.
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Cuando papá regresaba de sus interminables juergas, mamá le suplicaba que se pusiera a trabajar y buscaran otro sitio para vivir, con la esperanza de que su matrimonio mejoraría, segura de que la testarudez de la abuela era lo que provocaba sus largas ausencias. Sin embargo, cuando murió la abuela las cosas no cambiaron. No fue hasta que dos primos hermanos, que compartían la propiedad de las tierras con mamá y tía Angustias, pusieron a papá entre la espada y la pared y le obligaron a aceptar el trabajo de administrativo que se le ofrecía en la compañía de la luz. Nacieron varios niños más y papá, cuyo sueldo no era boyante, se vio obligado a trabajar muchas horas porque mamá había aprendido a negarle dinero de los beneficios de las tierras. Decía que debían guardarlo para marcharse de allí.
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Cuando nos mudamos al piso, mamá se sintió dueña de la situación y fue imponiendo poco a poco su autoridad sobre un marido que no era ni la sombra de lo que fue desde que los amigos se fueron dispersando y los señoritos no contaban ya con él. Papá se tornó aburrido y huraño y mamá convirtió nuestro hogar en un mundo austero y estrecho, sin más alegría que las Navidades estilo El Corte Inglés, en las que los niños disfrutaban de sus juguetes y yo echaba de menos la presencia de tía Angustias y los chistes de papá. Si no hubiera sido por la discusión que con él mantuvo mi tía aquella noche, nunca hubiera recordado que antes de ser su víctima, papá fue el verdugo de mamá.
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Pese a las lágrimas de papá, logré dejar el pueblo y decidir qué hacer con mi vida. Mi padre no tardó en volver a casarse gracias a la propiedad que tía Angustias dejó a nombre de mis hermanos para que nada les faltara. Ella se trasladó a la ciudad definitivamente y lo mismo hice yo, que sigo visitando la casa por Navidades. Hoy, gracias a tía Angustias, creo ser una mujer libre y mi hija, a quien mi tía me prohibió tajantemente que le pusiera su nombre, ríe divertida cuando le digo que las niñas buenas van al cielo y las malas a todas partes.
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18/5/09

Adiós querido Mario


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Sé que nadie es inmortal, por lo que tarde o temprano nos dejaría Mario. Aun así siento en estos momentos una triste tristeza porque Mario no fue un poeta cualquiera. Sé que será eterno, porque mientras exista una brizna de sensibilidad en la especie humana, habrá alguien a quien se le ponga el vello de punta al leer sus poemas. Aun así siento en estos momentos una triste tristeza porque Mario fue el poeta de mis primeros amores, Mario fue quien enterneció las duras horas de la clandestinidad con sus palabras de aliento y con ese sabio mezclar de rebelión y amor, de rebeldía y comprensión, de revolución y respeto a los sentimientos. Mario ayudó a muchos trovadores de la vida a cantar canciones hermosas, ayudó a muchos revolucionarios a no perder la esperanza y seguir confiando en el cariño.
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A mí, además, me acompañará mientras viva el momento entrañable en que Elsa Blasco entonó con cariño, ternura y sinceridad, el poema que aquí veis cuando nos casó a Pep y a mí. Ningún poema podía ser más adecuado. Después de casi treinta años de convivencia decidimos casarnos y a Elsa le pareció, con mucho acierto, que las palabras que mejor definian la relación de la pareja que tenía enfrente era: Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo. Y en la calle codo a codo somos muchos más que dos. Gracias Elsa por ayudarme a mantener vivo el recuerdo del maestro.
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Haberlos hailos, poetas de todo tipo y de muchas calidades, pero pocos van quedando con esa sabiduría propia de la existencia en el perpetuo compromiso. Pocos nos quedan ya de los que tanto nos ayudaron a entender que la vida no vale nada si no es para compartirla, como bien dice otro amado poeta, Pablo Milanés.
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Adios Mario Benedetti. Siempre vivirás en mi corazón y en el corazón de millones de seres humanos a lo largo y ancho de este mundo, a quienes tanto bien has hecho con tus hermosas y sabias palabras.
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Te quiero
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Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
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Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
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Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.
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Tu boca es tuya y mía,
tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.
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Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
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Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.
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Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.
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Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.
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Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
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Mario Benedetti
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17/5/09

ELS GROCS




Dice Albert Espinosa, gran guerrillero de la vida y la supervivencia, quien con un pulmón menos y su pierna hidráulica (que le devolvió la risa) se enfrenta a la muerte mirándole a los ojos y da brincos ante el sol para brindar con él por la alegría de seguir vivo, que existen unas personas, a las que él llama “els grocs” en su libro “El Món Groc”, que están más allá de los amantes, la familia, los amigos o cualquier tipo de relación afectiva, que puedes contactar con ellos un minuto, algunos días o toda la vida, pero que sea como fuere, te darás cuenta de que son especiales para ti, y viceversa.
Yo he conocido a unos cuantos “grocs” a lo largo de mi vida, pero si hay alguien que encarna para mí la figura de un “groc”, esa es Lillian Guridi.

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Nos conocemos desde hace mucho tiempo. Nos descubrimos por instinto y, aunque podemos dejar pasar años entre las dos, siempre, siempre volvemos. La última vez que nos vimos fue el pasado viernes. Yo le envié un e-mail algún día de la semana pasada diciendo:

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Dice un proverbio indio: No dejes pasar demasiado tiempo sin visitar a tu amigo, no vaya a ser que crezca tanto la hierba que ya no encuentres el camino.

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A los cinco minutos recibí una respuesta que decía:

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¿Dónde y cuándo?

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Me costó un resacón que tuve que sufrir el sábado por la mañana, pero fue tan hermosa la alegría de volver a encontrarnos, que se me ha ocurrido publicar aquí un cuento que escribí hace un montón de años y que, de cuantos lo leyeron, ella fue quien más lo apreció.

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Con un abrazo interminable, va por ti MariPili del alma.

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EL SUEÑO DE LA TÍA RITA

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A veces los sueños nos pueden; no recordamos qué pasó por nuestra mente durante la noche, pero al despertarnos nos sentimos tristes o alegres sin saber por qué. Esto nos ocurre, en mayor o menor medida, a todos. Sin embargo, lo que le ocurrió a la tía Rita fue diferente. Soñó que había amado y despertó preñada. Esa fue la explicación que ella dio a la familia y, aunque seguramente surgieron muchas dudas, nadie se atrevió a desmentirlo. Al fin y al cabo eran todos muy católicos y si le sucedió a la Virgen María, ¿por qué no podía sucederle a ella, tan pía y beata como demostró ser siempre? El caso es que, con dudas o sin ellas, la tía Rita mantuvo su versión y se acabaron las explicaciones.

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Ni el abuelo, aún dominante aunque ya más cerca de allá que de acá, ni el padre, severo y recto donde los hubiera, dentro de la casa porque fuera tenía dos amantes y gran fama en los burdeles, aunque eso no cuenta porque un hombre es un hombre, ni siquiera el hermano mayor, casado, padre de familia, mi padre, e incipiente experto en infidelidades conyugales, pero benefactor de la parroquia y respetable hombre de negocios, consiguieron que la tía Rita confesara otra versión que no fuera la de su prodigioso sueño.

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Naturalmente, no se dio a conocer el embarazo como fruto de la divina providencia. Las jerarquías de la iglesia aconsejaron, siempre tan pragmáticas cuando se trata de milagros que no estén inscritos en la Biblia, que no se comentara lo sucedido. Las mentes ignorantes no lo comprenderán y darán fruto a murmuraciones, dijeron, así que el consejo familiar, en el que las mujeres no tenían ni voz ni voto, decidió por unanimidad enviar a la tía Rita al cortijo, donde, bajo orden explícita de los patriarcas y siguiendo los sabios consejos del guía espiritual de la familia, el cardenal Yagüez, debía explicar a los sirvientes que se había casado con un embajador y que, dado su estado de gravidez, ella debía permanecer en el campo mientras su excelentísimo marido defendía la imagen de España por esos mundos de Dios. La vieja Enriqueta, al servicio de la familia desde mucho antes de que la tía Rita naciera, no se tragó la versión oficial, pero su rancia maestría en estos menesteres la obligó a guardar silencio y se limitó a felicitar a la señorita por tan magnífico enlace matrimonial. No faltó ningún detalle, desde el pesado anillo de oro, propio de su rango, que la tía Rita lucía en el dedo en el que deben llevarse, con orgullo y decencia, las alianzas matrimoniales, hasta la foto de boda, en la que podía verse a la novia vistiendo un hermoso traje blanco y la mantilla de encaje negra, testimonio mudo de su defectuosa pureza, con la que habían comparecido al altar su madre y antes de esta su abuela, cogida del brazo de un apuesto galán de comedias de tres al cuarto que se prestó amablemente al engaño, a cambio de un enchufe en una compañía de teatro de la capital.

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Cuando el niño nació, sano y hermoso como un becerro, todo fueron alegrías en el cortijo. Las manos de Enriqueta, poseedoras de una sabiduría ancestral transmitida de madres a hijas desde los tiempos de Eva, ayudaron al niño a venir al mundo y prepararon un consistente caldo de gallina para la señorita que no solo sufría de los achaques propios de haber parido a una criatura de cuatro kilos y medio, sino que, además, cayó presa de la melancolía. Por primera vez, desde que la poseyera el sueño de los prodigios, era consciente de la realidad. Su hijo no tenía padre y nadie, ni siquiera la iglesia, estaba dispuesto a aceptarlo como al nuevo Mesías. Todo se arreglará chiquilla, susurraba Enriqueta al oído, aturdido por su propio llanto, de la tía Rita.

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Tras muchos tazones de caldo y los cuidados incansables de Enriqueta, la tía Rita recuperó la sonrisa y se preparó en cuerpo y alma para llevar a su hijo ante los ojos de Dios y bendecirlo con el bautizo que le permitiría entrar en el mundo de los cristianos, a pesar de su dudosa procedencia.

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El cortijo amaneció vestido como para ir de verbena. En sus alrededores, un extenso parque móvil evidenciaba la posición social de familiares e invitados. Los niños, ellos con sus trajes de terciopelo y nosotras con nuestros vestidos de organdí y nuestros zapatos de charol, correteábamos entre las flores, bajo la mirada complaciente de nuestros respetables padres. Las mujeres de la familia rodeaban a la joven madre, tratando de animarla para que su tristeza no delatara la verdad que empujaba por buscarse un hueco entre los invitados, que murmuraban extrañados de que el insigne embajador no se hubiera dignado a asistir al bautizo de su primer hijo. Y los patriarcas, preocupados ante las insistentes murmuraciones, planeaban en la bodega, al amparo de un buen barril de fino, los pasos a seguir para evitar que las sospechas se convirtieran en certera evidencia. Convencer a sus amistades de que la niña se había casado casi en secreto durante una breve estancia en la capital, resultó harto difícil, pero nada podría compararse con la dificultad que comportaría hacerles creer que el niño tenía un padre, si éste se empeñaba en permanecer ausente durante demasiado tiempo.

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El abuelo, entendiendo que el engaño se veía cada vez más desnudo, apostó por buscar un marido. Algún pariente lejano que se preste a mantener esta comedia, dijo, y, si fuera necesario, a trasladarse a vivir a las Américas, llevándose a su esposa y a su supuesto hijo. El padre dudó, al fin y al cabo, pese al disgusto que la situación le causaba, la tía Rita era hija suya y no le hacía gracia la idea de perderla para siempre. El hermano mayor, ni dudó ni aceptó la solución. Se sabía heredero universal del patrimonio familiar en tanto en cuanto él fuese el único hijo decentemente casado y su hermana, dada su situación de madre soltera, no tuviera otra opción que depender de él. Los hermanos restantes no eran obstáculo, Agustina entró en la orden de las hermanas del Sagrado Corazón, bajo los auspicios de la abuela que temía que también ésta llegara a tener un sueño que la dejara en el mismo estado que a su hermana. Narciso por su parte, apenas tenía doce años y un cerebro incapaz de valerse por sí mismo. Su madre siempre achacó la desgracia a la conducta lasciva de su marido y éste, dando muestras de sentirse ofendido, dijo a mi abuela con motivo del sueño fornicador de la tía Rita: También esta desgracia habrá sido por mi culpa, a lo que ella, pía pero no tonta, le contestó, Quien sabe, Ricardo, quien sabe.

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En esta disyuntiva se encontraban los Sres. De Sáez y Carrión, cuando el alboroto de gritos, risas y ruidosas exclamaciones alertó la atención de los tres a la vez. Por orden de juventud y brío fueron saliendo al exterior, primero Ricardo tercero, después Ricardo segundo, y por último Ricardo primero, cuyas piernas no le permitían seguir el ritmo de su curiosidad. Más allá de la mesa, en la que todo estaba preparado para la celebración del gran banquete, se arremolinaban los invitados, dando saltitos los de menor estatura que no querían perderse ni un ápice del espectáculo. Ricardo tercero se apresuró hacia el corro de gasas que volaban como mariposas a su alrededor y, sin brusquedad pero con energía, se abrió paso hasta el centro. En mitad de todo el jolgorio, un hombre apuesto, embutido en un elegante traje italiano, bajaba sonriente de un coche deportivo, saludando a diestro y siniestro, apretando manos masculinas y besando las femeninas con gracia estudiada. Ricardo tercero lo reconoció al instante y a punto estuvo de traicionarse diciendo, ¿Qué coño haces tú aquí? Sin embargo, supo contener su ira. La fotografía de boda que presidía el salón de invitados del cortijo no dejaba lugar a dudas. Era el embajador, el marido de la tía Rita.

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La fiesta siguió su curso. Todos los invitados cambiaron sus malignas murmuraciones por expresiones de admiración y felicitaciones a los cónyuges. Solo los tres Ricardos se carcomían por dentro, el primero por haber dado inicio a una saga de estúpidos farsantes atrapados en su propia mentira, el segundo por no entender nada de cuanto sucedía, ¿cómo podía haber llegado aquel comediante de media pena a presentarte en su propiedad con aspecto de auténtico embajador?, y el tercero porque veía peligrar los planes que tenía en la cabeza para cuando llegara a ser el único heredero de la fortuna familiar. La tía Rita por su parte, era quien menos entendía qué estaba pasando, sin embargo se sentía plena de una repentina felicidad. Había pasado tanto tiempo fingiendo estar casada con el hombre de la fotografía, que creía quererle de verdad, además, era tan guapo. Enriqueta se quitó de encima el servilismo de largos años y abrazó a su niña sin reparos, murmurándole al oído, Te dije que todo se arreglaría chiquilla.
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Agustina no pudo asistir a tan espléndida escena, lástima, con lo sentimental que era. La clausura es la clausura. Narciso, sin entender qué pasaba pero comprendiendo que aquel barullo significaba felicidad, daba palmadas al aire y babeaba satisfecho. La madre de tía Rita contemplaba la reacción de todos con comedida serenidad. Enriqueta empezó a comprender. Se acercó a su señora y la abrazó. Para sorpresa de todos los presentes, la señora se dejó abrazar. Resultaba todo muy extraño, cuanto menos, nada habitual. Tras un largo abrazo a su joven esposa y un descarado beso en los labios, el embajador encaró a los tres Ricardos y los saludó, al primero muy respetuosamente, al segundo con fingido aprecio y al tercero con socarrona camaradería.

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Al caer la tarde, cuando los invitados empezaron a desfilar hacia los autos, no sin antes felicitar a los jóvenes esposos y desear todos los bienes del mundo al recién estrenado cristiano, Doña Elvira, mi abuela, se acomodó en el porche para contemplar a su hija con el niño en su regazo, el abrazo amoroso de su marido alrededor de sus hombros y el pecho henchido de felicidad. Don Ricardo primero ordenó que le ayudaran a retirarse a sus aposentos, Ricardo tercero se despidió de todos con los dientes apretados para no delatarse, me cogió de la mano y tiró de mí con rabia haciéndome subir al auto a trompicones, luego dirigió una severa mirada a mamá porque se le escapaba la risa y arrancó, haciendo rugir al Hispano Suiza como un rinoceronte herido y levantando una nube de polvo que nos persiguió hasta la carretera general.

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Una vez se quedaron solos, Don Ricardo segundo se acercó a su esposa con paso vacilante por los efectos del susto y el fino. ¿Qué vamos a hacer ahora, mi vida? Nada, Ricardo, nada. Tú le diste un hijo y yo le he dado un marido. Estamos en paz.




COOOOOPA, LLIGA I CHAMPIONS!!!







COPA DEL REI = A LA BUTXACA




LLIGA = SENSE BAIXAR DE L'AUTOCAR




CHAMPIONS = ¡¡¡A POR ELLA!!!

14/5/09

Ladran, luego cabalgamos...




Ayer publiqué en mi blog un artículo largo larguísimo. Lo sé. Sé también que no es lo que se estila por los blogs. Solo mi buen amigo Jose me supera en longitud, pero eso es diferente porque él publica, además de su opinión, auténticos estudios contrastados que pueden abrir la capacidad de entender lo que sucede a nuestro alrededor. Si se está dispuesto, claro, que no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni mayor ignorante que el que cree no necesitar leer ni escuchar porque lo sabe todo.
Pero volviendo a lo mío. Después del gran rollo, me permití una frivolidad publicando una nota festiva sobre el triunfuo del Barça en la copa. Sin embargo hoy, abro el periódico y vuelvo a encontrarme con los de siempre: la santamadreiglesiacatólicaapostólicayromana y no puedo reprimir las ganas de decir algo largo y extenso. Aquellos a los que no os guste leer, no temáis, nadie está obligado a ello. ¿Cuándo nos libraremos de esa condena? ¿Cuándo se dará cuenta Dios de la gentuza que lo representa en la tierra y los despedirá y encerrará donde no puedan seguir haciendo daño?
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He conocido a algunos curas, no muchos, y debo decir que los he conocido de todas las condiciones, desde algún cura obrero en los que siempre creí porque demostraban su solidaridad y su compromiso con hechos y no con palabrería, aunque también hay que decir que muchos colgaron los hábitos, hasta los más horribles dictadores de la conciencia que no dudaban ni en aterrorizar a las criaturas para doblegarles la voluntad. Claro que yo, barriobajera como era y rebelde por naturaleza, nunca me dejé vencer.
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Recuerdo el primer encontronazo que tuve con un implacable cura de sotana y alma negras. Vino a pedirnos explicación a gritos del porqué mi hermana y yo no íbamos a clase de religión. Estábamos en Brasil, antes del terrible golpe de estado de Carrero Branco, y la religión no era obligatoria. Mi hermana y yo no asistíamos a clase de religión porque así nos educaba nuestra mami, una auténtica guerrillera de la vida y la supervivencia. El individuo en cuestión se mosqueó ostensiblemente porque las únicas dos españolas que había en el colegio no asistieran a sus clases, en las que entre otras lindezas, explicaba que los comunistas eran monstruos que se comían vivos a los niños. Os prometo que estoy diciendo la verdad. Yo tenía ocho años pero muchos ovarios y cuando entró en la clase, sin respetar la presencia de Dona Esther, mi maestra favorita, se dirigió fiero a nosotras dos que compartíamos pupitre. ¿Por qué no venís a clase de religión, acaso no sabéis que estáis en pecado y que iréis al infierno? Yo le aguanté la mirada y le contesté, No vamos a su clase porque no creemos en Dios. ¿Quéééééé?, gritó él con ira, ¿Cómo puedes decir eso mocosa de mierda, si no existe Dios como podemos existir todos nosotros, y la luna, y la tierra, qué crees que la tierra creció sola como una patata? A mí me hizo mucha gracia lo de la patata y me eché a reir encogiéndome de hombros. Me libré de una santa hostia porque entonces en Brasil se condenaba por ley pegar a los menores (en los colegios, claro). El individuo, rojo de ira, dio un giro enérgico que levantó con la sotana el polvo de los tablones de madera del suelo y se fue dando un sonoro portazo. Al día siguiente, mis padres recibieron una nota exhortando a que se reunieran con él para pedirles explicaciones. Naturalmente mi padre no fue, no iba a faltar al trabajo por tamaña nimiedad. Lo que le dijo mi madre nunca lo supe, aunque puedo adivinarlo, pero lo cierto es que aquél individuo no nos volvió a molestar a mi hermana y a mí. Ni siquiera se nos acercó jamás, siempre procuraba que hubiera una distancia considerable entre él y nosotras. Tal vez mi madre le amenazó con cortarle lo que le colgaba si se acercaba a nosotras, quien sabe…
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El caso es que, a pesar de las buenas personas que he conocido con hábito, mi relación con la iglesia no ha sido nunca buena. Siempre he creído que han hecho mucho daño y lo que es peor, que lo siguen haciendo. Porque incluso cuando ayudan, lo hacen con la amenaza del infierno y con el chantaje de que te doy pero te conviertes. Creo que la solidaridad no puede tener precio.
Pero por encima de todo eso, lo que me indigna hasta hacerme perder el buen humor (y eso que lucho toda mi vida por mantenerlo), son las jerarquías formadas por individuos malignos, cebados, egoístas, egocéntricos y cínicos que no dudan en putear a los más débiles hasta la saciedad para someterlos y que sigan manteniendo sus obscenos privilegios. Ahora le ha tocado manifestarse (con lo bien que hubiera quedado calladito) a un fulano que se llama Javier Martínez y que es arzobispo de Granada. Dice el elemento que tiene razón el Papa cuando culpa al uso del preservativo de la terrible expansión del SIDA en África. Pero por Dios santo, ¿cómo se puede ser tan mezquino? Dice que “debemos cambiar nuestra mirada sobre la sexualidad". Mira, en eso estamos de acuerdo porque dice “nuestra” y es bien cierto que ellos deben cambiar su mirada sobre la sexualidad. Deberían empezar por follar con toda normalidad y no escondidos en las tinieblas, seguro que estarian más relajados y no destilarían tanta mala hostia. Dice además que quienes promueven el uso del preservativo “son los mismos” que “a cualquier cosa, incluso constitutivamente estéril, dicen que se le puede llamar matrimonio”. Que digo yo que, aunque sabemos que se está refiriendo a los homosexuales, de la forma que se expresa también pudiera referirse a las parejas que tienen problemas para concebir, ¿no? Le saca de sus casillas además que las mujeres puedan acceder a los anticonceptivos. ¿Quiénes son ellos para juzgar si a lo largo de la historia han dejado preñadas a miles de mujeres que luego han abandonado a su suerte porque, con el cuento de que eran curas no han asumido su responsabilidad paterna? ¿Creerán esos individuos realmente en que Dios pedirá cuentas? Porque si es así, no entiendo que sigan jodiendo de esa manera. Pocos curas veo yo entrando en el reino de los cielos.
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Dice además, este mago de las palabras, que nos dirigimos hacia el “hormiguero industrioso al servicio de los intereses económicos y políticos de los poderosos con la actitud alegre y confiada con la de unos párvulos a los que los maestros llevan de excursión” ¿eignn? ¿Quiénes son para él los poderosos, el PSOE?, porque el PP bendice sus declaraciones, o sea que esos no serán. Además, ¿qué nos está diciendo, que somos todos unos imbéciles y que tenemos que volver al redil y vivir siguiendo los preceptos que ellos nos marquen en los sermones del domingo?
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En fin… Al parecer esto de las religiones es una cretinez que no tiene límite ni final. Con lo bien que iría que apostatárais todos los que os indignáis con estas jerarquías. Ese y no otro es el camino para que se les acabe el chollo y no sigan especulando con las conciencias y extorsionando a las arcas públicas. En vuestras manos está.
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COOOOPA, LLIGA I CHAMPIONS


FELICITATS CULÉS. JA TENIM LA PRIMERA, ARA ANEM PER LA RESTA.
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Por cierto, mi más sincera admiración y respeto a la maravillosa y ejemplar afición del Athletic, porque, a excepción del desgraciado que lanzó una lata al campo, el comportamiento ha sido exquisito. Luchador pero ético y con un gran espíritu deportivo. Gracias seguidores del Athletic.
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13/5/09

Este es nuestro país


Érase una vez un país en el que las mujeres eran tratadas como útiles objetos con poquísimos derechos. Para gestionar cualquier cosa trascendente en su vida, debían contar con la autorización paterna o la del marido. Las que no pasaban por el aro, nunca mejor dicho, del matrimonio, se veían rechazadas al escarnio de ser consideradas putones verbeneros en caso de mantener relaciones sexuales, o tristes solteronas merecedoras de lástima en caso de que no las mantuvieran o supieran cómo hacerlo sin que nadie se enterara, que las clandestinidades enseñaban hasta a esconder relaciones entre hermosas viudas y licenciosos sacerdotes, o a que mujeres muy respetables tuvieran una doble vida y se sacaran un sueldecillo a cambio de algún que otro favor, ná, pa comprarse unas medias de cristal na más. En cambio, las que accedian a asumir el rol para el que se consideraba que había nacido toda mujer, se casaban y se convertían en la reina de la casa que consistía en lavar hasta descarnarse los nudillos, limpiar culos, amamantar cuantas criaturas quisiera darles Dios, obedecer al marido so pena de ser rechazada por propios y extraños de no acatar las costumbres que regían como leyes, vestirse y peinarse a gusto del dueño, o sea el marido, guardarse muy mucho de mirar a otro hombre que no fuera el suyo, estar siempre disponible para satisfacer las necesidades carnales de su marido (es mi hombre, si me pega me da igual…) y todo eso con una sonrisa de satisfacción en los labios, que ya estaban las coplas, las películas en blanco y negro, las novelas de la radio y Corin Tellado para hacerles entender cuan felices eran, aunque a veces les costara tanto creerlo, en comparación a aquellas desgraciadas que vertían lágrimas y lágrimas de purpurina, se desgañitaban y se estrujaban las manos con gestos exagerados de desesperación para que toda hembra decente entendiera que apartarse del camino recto era la mayor desgracia que podía pasarle a una mujer. Ese era nuestro país.
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Existía una mano de obra muy barata que se reventaba a trabajar a destajo en insalubres fábricas, se jugaban la vida colgados de andamios hoy día inimaginables en las obras, o se les secaban los sesos trabajando de sol a sol en los campos a cambio de una paga que no les llegaba ni para alimentar a la familia. Y si alguien enfermaba, pues se le dejaba ir porque Dios así lo quiso ya que a los médicos había que pagarlos. En las ciudades esa mano de obra barata sobrevivía en oscuros e insalubres pisitos (ríete de los de 30 metros cuadrados de la exministra) o en barracas sin agua, ni luz, ni las más elementales señas de eso que ahora llamamos comodidad. Los niños y las niñas empezaban a trabajar a los catorce años según la ley, aunque en realidad muchos de los que yo conozco empezaron a los doce. (recomiendo leer La Ciudad de los Prodigios, Por los Campos de Níjar y otras joyas de la literatura en las que queda bien descrito cuanto digo). Ese era nuestro país.
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¿Éramos felices? Sí, ¿por qué no? ¿Acaso no rien sonoramente con sus bocas desdentadas tantas criaturas víctimas de la miseria en todo el mundo? La felicidad es muy relativa, todo ser humano necesita reirse de vez en cuando para sobrevivir. Sin embargo, no podemos convertirnos en unos cínicos y obviar todo el sufrimiento que hay detrás de esas breves risas. Lo mismo debiéramos hacer con nuestro país. No debiéramos ser tan irresponsables como para decir que entonces éramos más felices, que entonces se vivía bien. No se vivía bien. Solo los ricos vivían bien. Y probablemente ni siquiera esos, porque eran tantas las injusticias que cometían día a día, que no me extrañaría que más de uno sufriera horribles pesadillas por las noches, al menos así debiera ser si tenían alguna sensibilidad. No había piedad. A los padres ricos les importaba un pimiento si los hijos de los padres pobres comian o no, si iban a la escuela o eran explotados en las fábricas. Ese era nuestro país .
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Y entonces sucedió el milagro. Algunas multinacionales consideraron que este país, lleno de gente dispuesta a trabajar a destajo y a bajo precio, podía convertirse en un chollo. Se instalaron aquí y se produjo el gran desarrollo industrial que, cínicamente, quiso hacer suyo el régimen franquista, pero que en realidad obedecía a una expansión natural de las prósperas multinacionales que decidieron implantarse aquí y allá para diversificar su producción, buscar mano de obra barata y obviar los costes de las aduanas que entonces eran muy altos. Se despoblaron los campos y los pueblos y legiones enteras de familias rudas y hambrientas se trasladaron a las grandes ciudades, en las que los barrios de barracas se extendieron como una mancha de aceite. Luego surgieron las inmobiliarias y se dieron cuenta de que tanta gente, tantas familias que, a pesar de los míseros sueldos, podrían acceder a la compra de una vivienda porque trabajaban el padre, los hijos e hijas y a veces ayudaba también la madre fregando wáteres y escaleras, los podrían hacer millonarios. Y así fue. Los inmobiliarios se lanzaron frenéticamente a construir, sin miramientos de ningún tipo, arrasando bosques, montañas, tapando ríos, destruyendo patrimonio histórico, haciendo desaparecer toda belleza natural cubriéndola de indecentes construcciones hechas con materiales de bajísima calidad, sin importarles lo más mínimo la seguridad o la salud de los que serían sus habitantes. Y todo pudieron hacerlo gracias a los políticos corruptos que también se hicieron multimillonarios cobrando su parte para que los rapaces inmobiliarios pudieran obtener sus ilícitas licencias. Ni siquiera el mar se libró. Junto a él también se destrozaron parajes enteros para construir horrorosos apartamentos y hoteles para albergar a los miles de turistas que empezaban a desembarcar en nuestra tierra cada verano. También de este fenómeno quiso hacerse dueño el régimen franquista, cuando el turismo se produjo simplemente porque debido al desarrollo económico de esa Europa que entonces nos quedaba tan lejos, a los europeos les dio por viajar. Nosotros entonces solo viajábamos al pueblo o como emigrantes. Ese era nuestro país.
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Y entonces empezaron a salir a la luz los sindicatos, mejor dicho el sindicato, porque por aquél entonces el único sindicato que se movía en las fábricas, aún en clandestinidad, eran las incipientes comisiones obreras, ya que los que fueron grandes sindicatos de antes de la guerra, no existían más que en el exilio. Empezaron a hablar las mujeres y a exigir lo que era suyo, el respeto y la dignidad. Aunque a las organizaciones de la izquierda les costaba hacerse a la idea porque siempre había para ellos otras prioridades que hacían que la causa femenina pasara a segundo o tercer orden, las mujeres se rebelaron. Empezaron por exigir libertad. Se acabaron las argollas. Una mujer tenía que tener derecho a disfrutar de la misma libertad que el hombre, que para eso somos seres humanos también, joder. Lucharon por el aborto libre y los medios anticonceptivos a su alcance, porque ya se sabe que una mujer que corra el peligro de quedar embarazada cada vez que folla no puede ser libre, que la maternidad, con todo lo hermosa que es, tiene que ser una decisión en libertad y no una imposición en esclavitud. Ese era nuestro país.
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Gracias al tesón de aquellos sindicalistas, muchos trabajadores empezaron a tomar conciencia y a percatarse de que eran personas y que no había derecho de que otros se hicieran ricos a su costa. Así empezaron las grandes luchas por las reivindicaciones salariales, la humanización de las jornadas y las mejoras de salubridad y seguridad en el trabajo. ¡Qué tiempos aquéllos! Qué gusto daba asistir a aquellas asambleas en las que los trabajadores defendían su derecho y su dignidad. Aquellas manifestaciones que en ocasiones fueron masivas a pesar de la ferocidad con que la policia armada las reprimía. Gracias al tesón de aquellas feministas, las mujeres impusieron sus derechos y muchas cosas cambiaron cuando Felipe González llegó a La Moncloa y empezó tímidamente a cambiar algunas leyes absurdas que recriminaban injustamente a la mujer, como la ley del adulterio, o como el reconocimiento de la dignidad de los hijos fuera del matrimonio, o como la mayoría de edad real e igualitaria para hombres y mujeres. Ese era nuestro país.
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Y llegó la bonanza. Volvieron los sindicatos y los partidos del exilio. Se les devolvió su patrimonio. Hasta el Partido Comunista era legal, aunque debido a la hecatombe que se produjo detrás del telón de acero, la fiesta no le duró mucho. Nos convertimos en un país europeo. Llegó un momento en que casi todos los trabajadores eran propietarios. Algunos tenían incluso segunda residencia. Y coche, por supuesto. Todos pudieron enviar a sus hijos a la universidad, los que no pudieron hacerlo fue porque los hijos no quisieron ir. Los trabajadores salían de vacaciones, a Cancún, Puntacana, La Havana, Marruecos, Egipto… Qué bien se vivía entonces. Claro que había minorías bajo el umbral de la pobreza, pero ¿a quién le importaba? Con lo que les había costado llegar donde estaban, ¿por qué iban a preocuparse de ellos? Empezaron a llegar los emigrantes. Resultaban útiles porque salían muy baratos y estaban dispuestos a hacer los trabajos que nuestros trabajadores ya no querian hacer. Las viviendas se dispararon. Empezó la gran especulación. Ya no solo los feroces inmobiliarios construían para hacerse más y más ricos. También muchos trabajadores compraban para especular. La mejor inversión es el ladrillo se decían ¿desde cuando hablaban los trabajadores de inversión? De esta manera, aquellos que debieron negarse a comprar un piso que le vendian por diez o veinte veces su valor, que debieron salir a la calle como hicieran antaño y liarse a tortazos con los especuladores, callaban, compraban con la insana intención de vender y se convertían ellos mismos en especuladores también. Luego, ya montados en la noria de la ambición, se iniciaron incluso en eso de jugar en la bolsa. ¿Para qué iban a tener sus ahorros durmiendo el sueño de los justos, si podían especular en inversiones que les iban a proporcionar tantos beneficios? Ese era nuestro país.
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El sueño terminó. Las grandes financieras resultaron ser un fraude y los ahorros se diluyeron como se escapa el agua entre los dedos. El país quedó lleno de pisos pendientes de vender porque las entidades bancarias ya no están para fiestas, ya no dan duros a cuatro pesetas ni fian a nadie que no tenga más que ellos. Se acabaron los viajes al extranjero porque en cada familia hay uno o más componentes en paro, y como accedimos a comprar una vivienda por un precio que sabíamos que era un robo a mano armada, pues resulta que lo que gana el único que queda todavía con trabajo se va en hipoteca. Y si no pagamos la hipoteca, aquellas entidades que nos prometieron un trato tan humano que casi parecía que fueran nuestros padres, se lavan ahora las manos y dicen que si no hay pago, no hay piso, así que volvemos a casa de papá y mamá, los más afortunados, claro. Sin piso y sin trabajo, muchos deciden volver al pueblo, pero en el pueblo tampoco hay trabajo, porque los jornaleros son ahora extranjeros contratados en el país de origen, más un ejército de almas sin papeles que merodean por los campos con la esperanza de que a alguien le falle un trabajador y puedan tener una oportunidad. Ese es nuestro país.
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Dicen todos los expertos que el nuestro será el país al que más costará salir de la recesión porque ha basado gran parte de su economía en el ladrillo. Dice la oposición de la derecha que todo lo que está ocurriendo es culpa de Zapatero, cuando han sido ellos los principales especuladores, muchos de ellos incluso con sentencias judiciales pendientes, en el oscuro y resbaladizo imperio del ladrillo. Dicen muchos trabajadores que todo es culpa de los políticos porque todos son iguales, malos, muy malos. Y yo pregunto ¿quién es el bueno en esta película? ¿Quién puede, como dicen que dijo Cristo, lanzar la primera piedra porque está libre de pecado? ¿Por qué ahora nos parece a todos que tenemos el derecho de que nos mantengan cuando hemos perdido lo que hemos perdido, salvo en honrosas excepciones que ya se sabe que la excepción confirma la regla, porque hemos estirado el brazo más que la manga, porque nos hemos dejado embaucar por esos señores grises que no roban solo dinero sino también las conciencias? Aún no he oído a nadie decir qué puede hacer para ayudar a salir de la crisis más que al gobierno de Zapatero y al gobierno de Montilla. Que puede que se equivoquen, puede. Nadie está libre de equivocarse más que el que no hace nada. ¿Por qué no nos dejamos de lloriqueos y monsergas y arrimamos todos el hombre a ver si alguna de las medidas que se proponen puede ayudar a solucionar este desaguisado de la crisis? ¿Qué tiene Obama, a parte de ser negro y muy guapo, que no tenga Zapatero? ¿Por qué hay tanto progre por ahí a quien las palabras de Obama le parecen santas y las de Zapatero una nimiedad? ¿Es que seguimos siendo en el fondo un país acomplejado que no ha sido todavía capaz de librarse del todo del estigma del tercermundismo que sufrimos durante siglos? Este es nuestro país.
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Y ahora no nos queda más remedio que cambiarlo para sobrevivir. Escuchemos qué tienen que decir los jóvenes. Escuchemos a quienes intentan buscar soluciones y planteémonos cómo podemos colaborar a solucionar los problemas. No nos dejemos engatusar otra vez por quienes nos arrastraron a este desastre y ahora tienen el cinismo de decir que ellos solucionarían la crisis. Señores del PP, no hace falta que solucionen ninguna crisis, lo que hace falta es que dejen de producirlas.
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