9/6/10

Felicidades Amin Maalouf

Amin Maalouf gana el premio Príncipe de Asturias de las Letras

"Nuestros países son oasis de los que nos vamos cuando se seca el manantial; nuestras casas son tiendas vestidas de piedra; nuestras nacionalidades dependen de fechas y de barcos. Lo único que nos vincula, por encima de las generaciones, por encima de los mares, por encima de la Babel de las lenguas, es el murmullo de un apellido".

Amin Maalouf

Tenía diecisiete años la primera vez que conocí a un libanés y fui consciente de ello. Me refiero a que en Brasil, donde había tantos árabes de todas partes, seguro que debí conocer a algún libanés pero no lo pude saber porque entonces a todos los árabes, de la procedencia que fuera, les llamaban turcos, debido a que la mayoría de ellos emigraron durante el Imperio Otomano y los que fueron después, se integraron en sus comunidades y pasaron también a ser llamados turcos. Ni siquiera sé si es correcto decir que son árabes, seguramente esta denominación forma parte también de las diferentes conquistas de unos contra otros...

Pero volviendo a mi amigo libanés, se llamaba (bueno, espero que se siga llamando aunque ya debe ser muy mayor) Amin y era el hombre más encantador que he conocido nunca. Siempre que hablo con quien sea sobre lo que significa ser un buen hombre, me viene su imagen a la cabeza, su sonrisa llena de sabiduría y bondad. Coincidí con él en mi primer trabajo en una oficina. Yo no dominaba el inglés aún y me pusieron en la centralita, os podéis imaginar las dificultades que tuve que pasar para mantener el puesto. Amin se dio cuenta en seguida y siempre estuvo allí para echarme una mano y para defenderme. Era un hombre de mediana edad, muy moreno, medio calvo, bajito y ligeramente gordo. Le gustaba hablar y a mí me encantaba escucharle. Me explicaba historias de su país lejano, Líbano. Sin haber estado nunca allí, aprendí a amar aquellas tierras llenas de sabiduría, tristeza, vitalidad y desencanto. La que fuera la Suiza de Oriente Medio, convertida en una tierra de nómadas, periodistas en busca del sensacionalismo, refugiados que llevan consigo sus propias guerras... Se le notaba que su vasta cultura le venía de alcurnia y yo, que desde que desperté a la vida no he envidiado nunca nada tanto como envidio el saber, me enamoré platónicamente pero intensamente de él. Cuando mi familia decidió terminar con nuestra propia condición de nómadas y abandonar Sudáfrica para volver a casa, nada ni a nadie lamenté tanto perder como a Amin. No nos escribimos nunca. Eran tiempos moralmente estúpidos e incluso una amistad tan limpia como la nuestra había que vivirla con tacto para no crear "sospechas". A mí no me importaba, nunca me preocupó mi reputación, pero a él sí le preocupaba y mucho, la mía claro. El caso es que perdimos el contacto en cuanto dejé de trabajar en aquella oficina y nunca más supe de él. Sin embargo, jamás le olvidé. Por años que pasen, su huella seguirá en mi interior porque sus palabras y su sonrisa fueron un alimento tan rico para mi alma que creo que sería distinta si no le hubiera conocido.

Cuando se publicó "León el Africano" y vi impreso el nombre de Amin Maalouf, supe de inmediato que el libro me apasionaría. Desde luego lo hizo. Es uno de los muy buenos libros que he leído en mi vida. Y además, mientras lo iba leyendo me imaginaba a mi amigo libanés contándome uno de sus maravillosos cuentos. Me alegro mucho de que a este otro Amin, también libanés, se le reconozca el talento y se le respete como al gran escritor que es. Yo, con todo el respeto hacia Amin Maalouf, seguiré recordando a mi amigo Amin el libanés cada vez que lea sus libros.
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4 comentarios:

Luis Llorente dijo...

Buena vivencia y buen escritor

Nerim dijo...

No conocía este autor, lo pondré en mi lista de "pendientes para leer", eso si, tendrá que esperar el turno, pues la lista ha ido creciendo día a día, debido más que nada, a que ultimamente leo poco.

¿Sabes que coincidimos en el profesor de Inglés?. Cuando yo empecé a trabajar en el Banco del Caribe en Venezuela, teníamos un profesor de inglés para las adjuntas a dirección, era libanés, educado en Harvard y además de guapo,guapísimo, era muy buen profesor, alguien que siempre he recordado con cariño.
Has hecho que mis recuerdos se removieran.

Julia dijo...

Querido Luis, me alegro de que también coincidamos en lo buen escritor que es Anim Maalouf. Y sí, la vivencia fue de esas que se recuerdan siempre.

Un beso

Julia dijo...

Nerim, me alegro haberte hecho recordar buenos momentos de juventud. A ver cuando vienes por aquí y me cuentas cómo de guapo era tu profesor libanés de inglés.

Por cierto, no tardes en leer a Amin Maalouf, estoy segura de que te gustará.

Un beso