Se nos ha callado el maestro. Hombre sabio como pocos. ¿Quien nos escribirá ahora historias como "El Evangelio según Jesucristo", "Ensayo sobre la lucidez", "Ensayo sobre la ceguera", "Todos los nombres", "La balsa de piedra" y unos cuantos etcéteras más? Afortunadamente nos has dejado suficiente legado para que podamos seguir aprendiendo de tu lucidez, sin embargo te echaré de menos. Te echaré de menos porque eras ese hombre que siempre estaba ahí para hacer, sobre las cosas que pasan, el más inteligente de los comentarios. Una gozada para el alma saberte siempre al acecho de cuanto sucede a nuestro alrededor. ¿Quién llenará el hueco que dejas de creatividad en la forma y en el fondo? Dominaste las reglas de la escritura como pocos para después romperlas con arte y sabiduría. Nunca podrás imaginar cuánto he llegado a admirarte, yo diría que incluso quererte aunque personalmente no nos encontráramos más que una vez. Una vez que te dije, Maestro, sé que suena un poco cursi pero me haría mucha ilusión que me firmaras el libro. Y tú, mirándome a los ojos, me sonreíste y me digiste, Ah, no te preocupes por eso, a mí también me hace mucha ilusión firmártelo. Y al devolverlo me susurraste, Aunque puede que sí sea un poquito cursi ¿no? Los dos nos echamos a reir, tú me tendiste la mano y yo te la apreté pero me tomé la licencia de darte dos sonoros besos en las mejillas, entonces me tomaste la mano entre tus dos manos sabias y me digiste, Gracias. ¿Gracias?, pensé yo, gracias me dice el maestro cuando es él quien nos da tanto.
Ay, sí maestro, sí. Te echaré mucho de menos. Me queda el consuelo de haberme leído todos tus libros. Es hora de empezar a releerlos. Un abrazo muy fuerte allá donde estés. Por cierto, si acaso vas al cielo, seguro que la Virgen María y el mismísimo Jescristo te agradecerán que escribieras el único evangelio inteligente jamás escrito.
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