12/7/08

DE ERRORES, DERECHOS Y MALAS COSTUMBRES


La reacción primera del ser humano cuando alguien le ofende o hace daño es la venganza. Es normal porque forma parte de nuestra cultura desde tiempos ancestrales. Dios por ejemplo, el Dios de los cristianos, pasaba por ser misericordioso y era en realidad implacable y vengativo. No sé de otros dioses porque no los he conocido tanto como al de casa, pero cuando en todas las religiones de las que he oído hablar hay ritos de castigo, es que todos deben ser más o menos lo mismo. Y seguramente en su tiempo esto fue útil porque, además de que les servía a quienes acaparaban los bienes que debieron ser de todos para mantener a raya a la plebe, también era una manera de meter el temor en el cuerpo para que controlara el personal sus bajos instintos y no cometiera más atrocidades de las que la supervivencia de la especie podía tolerar. Sin embargo, ahora vivimos en un estado de derecho en el que debiera confiarse en la justicia moderna en lugar de seguir aplicando la ley del Talión "Ojo por ojo y diente por diente". Aunque claro, si la justicia falla; y falla eso es cierto; ¿cómo podemos confiar en ella? Asumiendo la responsabilidad de exigir que funcione.


Nos quejamos mucho pero lo hacemos a escondidas y de uno en uno. Hay que quejarse en serio y hacerlo donde corresponda. Por ejemplo, si vas a una tienda y no te gusta como te tratan o el precio que te cobran te parece abusivo, les pones una denuncia en la oficina de defensa del consumidor. Me diréis ¿qué fuerza va a tener tu denuncia frente a la potencia de algunos establecimientos? Ninguna. La tuya sola ninguna pero si los dos millones y medio que sienten lo mismo que tú también lo hacen, otro gallo nos cantara. Seguro que entonces nos tomarían en serio. Eso sería ejercer nuestros derechos y lograr nuestros objetivos. Romper las lunas de los escaparates a pedradas sería venganza y, además de no conseguir que mejoren el servicio y los precios, corres el riesgo de ir a parar a la trena o que te empapelen con una multa que tendrás que pedir un préstamo para pagarla.


Respecto a quejas y venganzas, anoche me explicaba mi amigo Gorka que a un amigo suyo le cobraron cuatro francos en Bruselas por un vaso de agua del grifo. Su amigo indignado se quejó al camarero y éste le dijo que lo hacía porque a él le habían hecho lo mismo en un viaje que hizo a Tenerife. Que dices ¿y qué culpa tenía el amigo de Gorka de que al camarero belga le hubieran estafado en Tenerife? Ninguna. Eso es la ley del Talión, que a veces pagan justos por pecadores. Y no, no es justo porque dos errores no se convierten en un acierto. Dos errores son dos errores y la venganza no es justicia.


Y todo esto viene a cuento por algo que he visto en la web y que me ha molestado por venir de personas a las que aprecio con sinceridad. Aunque sea coger el rábano por las hojas, que lo es, tan injusto es lo descrito arriba como meter en el mismo saco a José Luis Rodriguez Zapatero que a Berlusconi y Sarkozy. Nuestros compañeros de Iniciativa al parecer están recogiendo firmas en contra de la directiva europea sobre la regulación de la emigración. Y hubiera estado de acuerdo con esta campaña e incluso habría estampado mi firma porque en el fondo soy tan infantil como ellos y siempre sueño con las soluciones ideales en lugar de ser realista y aprender a organizar las emociones para que no nos impidan encontrar las soluciones. Sin embargo, el chiste facilón y simplista de vestir a Zapatero con el mismo traje de borriguito que a un populista como Sarkozy o a individuo que cambia las leyes a su medida para evadir la justicia como Berlusconi me parece, como mínimo, de muy mal gusto.


Estoy de acuerdo en que los compañeros de Iniciativa tienen todo el derecho a protestar por algo que no les gusta y que hasta es posible que tengan razón. Con lo que no estoy de acuerdo es con la forma de hacerlo. Protestar con argumentos y ofreciendo alternativas serias y realistas sería ejercer su derecho, pintar a Zapatero dentro de un borriguito como Berlusconi es romper la luna del escaparate a pedradas. Y no se puede ejercer de eterno adolescente político cuando se ambiciona gobernar. No está bien cogerse de la mano para poder participar en gobiernos en los que de otra forma no se podría participar nunca, y desentenderse del problema cuando resulta más agradable ejercer de flower power. En esta vida llega un día en que uno alcanza la mayoría de edad y entonces hay que asumir responsabilidades y afrontar la realidad. A las verdes y a las maduras. Ante las soluciones que nos nos gusten, negar la realidad no sirve de nada. Plantear soluciones alternativas y formas realistas de lograr los objetivos sí es asumir la responsabilidad y estar preparado para gobernar.

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