30/5/10

La editorial de El País


Acabo de leer la editorial del diario El País sobre la situación de la economía española y desde luego no es nada halagüeña. Yo de economía no entiendo, ni de alta política tampoco, pero no sé porqué tengo la sensación de que retrata la realidad tal como es. Así que lo que menos me importa en estos momentos es la gilipollez de las encuestas sobre las intenciones de voto, si no nos espabilamos todos y arrimamos el hombro para que esto se arregle, lo que menos va a importar es a quien va a votar el personal porque ya no quedará nada que gobernar. Ahí os la dejo, a ver qué opináis.


EDITORIAL


Una espiral perversa

La debilidad del crecimiento y la ausencia de un pacto político explican la nueva rebaja de la deuda

29/05/2010

Casi al mismo tiempo que el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz pedía liquidar la autoridad de las agencias de calificación, por haber sido incapaces de prever los fraudes en los mercados y por su descarado comportamiento procíclico, que agrava las crisis e intensifica la euforia financiera, la agencia Fitch rebajaba la calificación de la deuda española desde AAA hasta AA+ con perspectivas de estabilidad. Es la segunda rebaja en la calificación producida este año, después de la de Standard's & Poors, y tendrá consecuencias para la economía española. Por una parte, resta eficacia al plan de recorte de gastos aprobado por el Gobierno, puesto que puede encarecer el servicio de la deuda y, además, augura nuevos deterioros bursátiles de los activos españoles a partir del lunes.

El dictamen de Fitch entiende que la tasa de crecimiento del PIB es insuficiente para atender el endeudamiento agregado (privado y público) y apunta inequívocamente a la contradicción, aparentemente insalvable, en la que se encuentra la economía española, una de las que los inversores señalan como más débiles del área euro. Para mantener la solvencia de su deuda, España tiene que aplicar un ajuste de su gasto público; ese recorte merma las posibilidades de recuperación, y esa debilidad se convierte en motivo de más desconfianza en los mercados. La propia rebaja en la calificación lastrará un poco más las posibilidades de reactivación.

Ayer mismo, el Gobierno, en un ejercicio de realismo encomiable, acompasó su cuadro macroeconómico al impacto del ajuste del gasto público y de la subida de impuestos. Rebajó las proyecciones de crecimiento en cinco décimas en 2011 y cuatro décimas en 2012 y 2013 y elevó las tasas de paro previstas para estos años, de forma que este año será cinco décimas superior a lo previsto (hasta el 19,4%) y el próximo aumentará en cuatro décimas sobre las previsiones, hasta el 18,9%. Son proyecciones que confirman un periodo prolongado de crecimiento insuficiente antes de llegar a la recuperación.

Pero no conviene engañarse. Fitch recoge en su decisión el rechazo de los inversores hacia el desorden de la política española y la incapacidad del Gobierno y la oposición para ponerse de acuerdo en las líneas básicas de actuación para superar la fase recesiva. Parece inconcebible que el primer partido de la oposición no acepte que España ha perdido una parte importante de su riqueza en la crisis que estalló en 2007, que esa pérdida obliga a un ajuste general de rentas y que la gravedad del momento exige dejar en segundo plano los intentos de llegar al Gobierno pasando por encima de cualquier otra consideración; parece insensato que los Gobiernos autónomos se opongan sistemáticamente a este ajuste de rentas, se nieguen a apoyar políticamente la posición del Gobierno y arrastren los pies para obstaculizar la reforma de las cajas de ahorros en nombre de reivindicaciones de campanario; y parece disparatado que se atice la amenaza de una huelga general, si se aprueba una reforma laboral por decreto si los agentes sociales no son capaces de pactarla por su cuenta y responsabilidad.

La situación de la economía española empeora, cierto, pero la insolvencia política también cotiza en los mercados. PP, CiU o PNV son tan responsables del deterioro de la credibilidad de las finanzas públicas como el Gobierno. La trayectoria de esta espiral perversa solo puede romperse si se mantienen los planes de ajuste del gasto, se aprueba (con pacto o sin él) una reforma laboral que cimiente la recuperación económica en el empleo estable y no en los contratos precarios, se procura a medio plazo un reforzamiento de la estructura de ingresos del Estado y se cuenta, de una vez, con el respaldo político de la oposición política a la austeridad.
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas veces no entiendo al gobierno, me ofusco y me indigno. Pero bien es cierto que dirigir un país ante esta situación no es tarea fácil y que se han de tomar medidas que ni comprendemos ni queremos en aras del bien del país. Lo que es aún más indignante es esta oposición casposa y que sólo sabe recurrir a la demagogia barata, decir cosas que a la gente gusten en estos momentos y no arrimar el hombro como oposición. Creo que no nos merecemos esto.momentos díficiles, sí seÑor, pero oposición responsable está aún por ver. Ojalá cambien de tercio y lleguemos a un punto de encuentro para solucionar todo este marrón.

Cristina gómez salmerón

Luis M. Barreiro dijo...

Creo que el mayor problema es que no existe un diagnóstico claro. Pero ya no digo por parte de los políticos, sino de los economistas. Es curioso como, si hace unos meses el problema era la falta de crecimiento (o el decrecimiento) de la economía, ahora el problema pasa a ser el déficit. Y las medidas antidéficit son siempre también anticrecimiento.

Malas perspectivas...

Julia dijo...

Queria Cristina, tienes más razón que un santo, vaya que una santa, perdón. Lo cierto es que a nadie nos gusta lo que está pasando pero en lugar de arrimar el hombro y luchar para salir de esta, hay quienes aprovechan aquello de a río revuelto ganancia de pescadores. El problema es que esa oposición que ahora se viste de samaritana es la reencarnación del mismísimo satanás, porque pase lo que pase en el país, ellos seguirán siendo los dueños de todo y poco les importa qué les pueda pasar a los demás, ellos seguirán chupándonos la sangre y cuando se nos acabe, irán a chupar a otro sitio que es lo que hacen todos esos industriales, financieron y demás calaña de padres de la pátria, en lugar de quedarse, pagar como dios manda a sus trabajadores y pagar impuestos para repartir riquezas, se largan con sus empresas a paises en los que los trabajadores están dispuestos a trabajar por nada y menos y donde los gobiernos son tan corruptos que con pagarles una prima a ellos, no hace falta que paguen impuestos. Es lo que hay. Pero nosotros seguiremos en la brecha con quienes hay o con quienes vengan, que para eso existe la democracia fuera y dentro de todas las entidades, para ejercerla, pedir explicaciones y cambiar lo que sea necesario cambiar.

Un abrazo.

Julia dijo...

Hola Luis, creo que tienes razón, no hay un diagnóstico claro por parte de nadie. De hecho creo que el problema principal que tenemos es que nunca antes ha sido la humanidad capaz de solventar una crisis de este tipo por la vía pacífica. Siempre que se ha producido una situación así, se ha enmendado a base de cruentas batallas, como la I Gran Guerra y la II Guerra Mundial. Se destruye cuanto existe, se acaba con los stocks de armas antes de que se vuelvan obsoletas, también con los stocks excesivos de personas (parados, enfermos, etc...) y cuando todo acaba se reinicia la "civilización". De hecho, el gran negocio de los mayores capitalistas en las guerras que no han dejado de producirse en el mundo, es el de las reconstrucciones. Yo desde luego desearía con toda mi alma equivocarme y espero que, aunque sea dando bandazos, seamos capaces de recuperar la economía sin necesidad de llegar a las armas, porque si eso llegara a pasar, quienes más perderíamos seríamos los de siempre. De eso sí que no hay ninguna duda.

Un abrazo