28/1/09

Los pozos del olvido


En la foto uno de los cráneos hallados en los pozos de Arucas, en el que se aprecia que recibió un tiro en en la cabeza estando la víctima arrodillada.

Todas las formas de matar son nefastas, no cabe la menor duda. Sin embargo hay maneras específicas que resultan aún peores, no por el resultado que al fin y al cabo todas llevan a perder la vida, sino por la alevosía que se pone en la ejecución del asesinato y la sensación de impunidad de los asesinos convencidos de que pueden hacer lo que les plazca con las vidas ajenas porque su poder será perpetuo y nadie nunca sabrá cómo fue ni que pasó.

Es el caso de la mayoría de los crímenes de guerra que se perpetraron en España tras la victoria del golpe de estado franquista. Crímenes de guerra más execrables si cabe porque la guerra había terminado y sin embargo las tropas rebeldes e invasoras se ensañaron con los vencidos hasta llegarse a actuaciones realmente inexplicables y horripilantes. Matar por matar, por placer, por venganza, por envidia, por apropiarse de las propiedades de sus víctimas y hasta de sus hijos.

Harto conocidos ya, desgraciadamente, son los miles de casos de cadáveres que yacen en las cunetas de las carreteras secundarias desde hace tantos años, que corresponden seguramente a aquellos que sacaban a dar el paseíllo y les aplicaban la macabra ley de fugas, así como los miles de cadáveres que yacen en las fosas comunes de los cementerios, que para eso fusilaban a la mayoría de los inocentes frente a la tapia de los cementerios, así el traslado a las fosas comunes era menos costoso. Pero no fue hasta que leí el buen libro "El corazón helado" de Almudena Grandes que conocí el caso de los ciudadanos de Arucas en Gran Canaria que fueron vilmente torturados, asesinados y lanzados a unos pozos secos cuya profundidad hizo creer a los asesinos que haría que la verdad no viera la luz jamás. Sin embargo, ya véis, a pesar de los años pasados, a pesar de la cal viva que echaron sobre los cadáveres para tapar las huellas de los crímenes, la verdad se ha impuesto. Y es que lo que no piensan aquellos que creen que tendrán impunidad eterna, es que la verdad siempre se impone. La verdad es como aquellas briznas de hierba que crecen en mitad de asfalto a la primera grieta, podrás echar más asfalto encima pero tarde o temprano la hierba volverá a crecer. Seguramente no a tiempo para salvar aquellas vidas, pero sí con suficiente vitalidad para que las nuevas generaciones sepan qué pasó entonces. Seguramente no estaremos a tiempo de meter entre rejas a los asesinos, pero sí podremos denunciar sus crímenes y gritar sin odio pero con energía ¡NO! ¡OLVIDAR JAMÁS!

Ayer vi en El País un reportaje sobre estos pozos y me ha conmovido las entrañas como lo hizo la descripción en "El corazón helado". Puedo imaginarme a los familiares de las víctimas, aterrorizadas por el miedo, pasando de puntillas y con el corazón en un puño junto a los pozos. ¿Qué debía sentir una persona al saber que allí, en la profundidad de aquellos pozos, yacían sus seres queridos asesinados injustamente? Para que luego vengan algunos a decirnos que pasemos página y lo olvidemos todo. Olvidarlo todo sería como matarlos otra vez. Porque lo mínimo que les debemos es recuperar su memoria para que la sociedad civilizada pueda presentarles el respeto que se merecen.

Del artículo de El País:

Tiro en la cabeza y al pozo

Un equipo de arqueólogos de Las Palmas reconstruye la ejecución durante la Guerra Civil de 19 vecinos de Arucas

JOSÉ NARANJO - Las Palmas - 28/01/2009


Les ataron los codos por la espalda y al cuello con cables de la luz, los llevaron hasta un lugar solitario, les obligaron a arrodillarse, les dispararon en la cabeza y ni siquiera los enterraron, sino que los arrojaron, como animales, al fondo de un pozo seco de más de 50 metros de profundidad. Así fueron asesinadas al menos 19 personas entre el 18 de marzo y el 4 de abril de 1937 en Arucas (Gran Canaria), según los estudios que se están llevando a cabo a partir de los huesos extraídos en diciembre de 2008 del pozo del Llano de las Brujas, la mayor fosa del franquismo localizada hasta ahora en Canarias.

2 comentarios:

Nerim dijo...

Cuantos asesinatos cometieron y entre ellos, el de mi abuelo, que lo sacaron de su casa y lo mataron en la calle a patadas por no decir donde estaba escondido su único hijo( mi aita). Y allí lo dejaron, en la calle como a un perro.

Acto seguido echaron de su casa a mi abuela y a mi tia cada una con un colchón y ellos se quedaron con la casa y con todo lo que habia dentro, propiedades que por supuesto nunca fueron recuperadas.

Al enterarse mi aita de lo sucedido, se presentó en el pueblo, lo encarcelaron y estuvo en Deusto casi 5 años.

Crímenes de guerra de todo tipo que se perpetraron en todos los rincones de España tras la victoria del golpe de estado franquista.

Y luego aconsejan que se debe de olvidar?, ¡no!, me niego a olvidar y por supuesto no perdono, yo al menos, no puedo perdonar, ya ves, no soy de las que ponen la otra mejilla.

Julia dijo...

Yo tampoco Nerim. A mi también me mataron a mi abuelo. Murió en casa, pero con cincuenta años salió de la cárcel como un anciano de cien, con los pulmones encharcados, el hígado deshecho y sin dientes. Yo creo que lo liberaron para quitarse de encima el trabajo de enterrarlo.

No pido vendetta porque no quiero que continue la guerra (al contrario que ellos que todavía salen a vociferar a la calle pidiendo que se quiten los derechos a las personas), pero desde luego no olvido. ¡ESO JAMÁS!

Ni permitiré que olviden mis hijos, ni los hijos de mis hijos. Hay que luchar porque la verdad sea respetada como lo que es: LA VERDAD.