1/3/10

Los olvidos (que no los olvidados) de la justicia

Se acabó el recreo del fin de semana. Hoy leyendo El Periódico me encuentro con esta editorial que realmente da qué pensar


EDITORIAL: 'El ‘caso Gürtel’ no debe quedar impune'

Los abogados del caso Gürtel han reanudado la ofensiva para lograr la nulidad de al menos parte de las actuaciones judiciales sobre esta trama de corrupción vinculada al PP, la mayor conocida en la época democrática.

El meollo de la cuestión son las escuchas telefónicas ordenadas por el juez Baltasar Garzón en las comunicaciones de algunos letrados y sus clientes encarcelados. El primer intento de nulidad se presentó ante el juez Antonio Pedreira, que instruye el caso en Madrid, y el magistrado ya rechazó la petición con el argumento de que igual que se puede registrar un despacho profesional se puede intervenir una conversación si hay sospechas, como creía Garzón, de que los abogados cometían o colaboraban en los delitos.

Pero las defensas sostienen que la ley solo permite la intervención de conversaciones entre clientes y abogados en casos de terrorismo, y ahora han llevado el asunto al Tribunal Supremo mediante una nueva querella –la tercera– contra Garzón, que ha sido admitida a trámite. La importancia de esta nueva querella, más allá del objetivo de inhabilitar al juez, reside en que persigue la anulación de una parte importante del caso Gürtel. El proceso incluye decenas de millones de euros sacados ilegalmente de España y ocultos a Hacienda, una red que implica a numerosos cargos –alcaldes y diputados– del PP, que presuntamente fueron sobornados por la trama dirigida por Francisco Correa, y la adjudicación a dedo de contratos a las empresas de la red corrupta, entre otros presuntos delitos en los que puede haber también financiación irregular del partido.

Todo imputado tiene derecho a que la actuación judicial se haga con criterios garantistas, pero este principio no puede servir para que todo el montaje mencionado quede en nada. La opinión pública no entendería que eso sucediera y la perplejidad que una decisión así causaría después de todo lo ocurrido con el caso Gürtel llevaría a la inevitable conclusión de que hay una justicia para unos y otra para otros.

El estupor sería mayor por el hecho de que el otro gran episodio de presunta financiación irregular del PP, el llamado caso Naseiro, descubierto en 1990, fue archivado por el Supremo porque un juez había ordenado escuchas telefónicas persiguiendo un supuesto delito de narcotráfico y no de financiación ilegal. ¿Se repetirá la historia una veintena de años después?

El Periódico, 1 de marzo 2010

Porque si además juntamos esta reflexión con la otra editorial de El Periódico de hoy:

EDITORIAL: 'Gelatina italiana'

La Italia de Berlusconi, un pozo hondo de corrupción

Hace tiempo que los escándalos dejaron de escandalizar en Italia. Ahora mismo han estallado un par de ellos cuyas dimensiones dejan en trapacerías de colegial el de Tangentópolis, que a principios de los años 90 hundió a la primera república y a la clase política que le había dado vida. El orden que sucedió a aquel derrumbe nació con el pecado original de la arrogancia de un líder, Silvio Berlusconi, cuyos intereses personales, empresariales y políticos se entremezclan, apenas delimitados por fronteras movedizas. Las leyes hechas a medida para salvarle de juicios y condenas así lo atestiguan.

Este nuevo orden ha sido el caldo de cultivo para que dos empresas de telecomunicaciones reciclaran casi 2.000 millones de euros y estafaran al fisco 370 millones. También ha hecho posible mantener la ficción de que el Gobierno de Berlusconi es un Gobierno de hechos, un Gobierno que actúa. Ahora resulta que la joya de la corona, Protección Civil, la gran institución capaz de solucionar cualquier emergencia, ha sido una especie de cueva de Alí Babá. No solo ha habido malversación y amiguismo a gran escala; ha habido un intento de convertirlo en un ente omnipresente, no solo en caso de catástrofe, al margen de cualquier control. Los jueces lo han definido como «corrupción gelatinosa».

A diferencia de Tangentópolis, los escándalos de ahora ya no soliviantan a nadie, ni nadie pide responsabilidades. Para la escasa prensa crítica con el Gobierno, la sociedad italiana se encuentra anestesiada o en estado de somnolencia colectiva. El cinismo y el pasotismo están profundamente enraizados. Las elecciones regionales a final de mes dirán si hay alguna reacción.

El Periódico, 1 de marzo 2010

resulta que se le ponen a una los pelillos de punta al pensar que podríamos llegar a encontrarnos en el mismo barco a la deriva que nuestros vecinos italianos.

De momento vamos jugando a una de cal y otra de arena al tener a los socialistas (con muchos menos corruptos y más preocupados por los menos favorecidos) en el gobierno y a los buitres en la oposición con sus múltiples chanchullos, pero como a los desencantados les de por quedarse en casa y los despistados que votan a quienes amparan a los chorizos del caso Gürtel vayan a votar en masa, ya me veo sorteando gelatinas por ahí para poder llegar a fin de mes y tapándome con una máscara veneciana de la vergüenza que dará ver lo que se publicará en el mundo sobre nuestro país.

Y digo yo, ¿no podría encargarse Rubalcaba de perseguir y encerrar a todos esos chorizos? porque a los terroristas de la ETA sí parece que los pillan y los encarcelan, sin embargo a los otros no hay manera. Es que aquellos son terroristas, dirán sus abogados defensores y sus secuaces ¿y esos chorizos no? Con la que está cayendo, con lo mal que vamos todos y ellos, tan españoles y tan patriotas, llevándose toda la riqueza obtenida con el sudor de la frente de millones de trabajadores a los bancos suizos ¿no es eso terrorismo? Por cierto, puede que sea una ignorante (bastante probable) porque siempre me he preguntado ¿si ocultar a un delincuente constituye un delito porque te conviertes en cómplice, cómo es que no están encausados los jefes del PP y los banqueros suizos?

Ah, por cierto, cuando hablo de terroristas financieros, no me olvido de Millet y Montull y los del caso Pretoria, no. También esos debieran estar en la cárcel. Muchos más jueces Garzón y ministros Rubalcaba necesitamos para evitar caer en la gelatina italiana, aunque lo más importante, lo imprescindible para lograrlo, es que los ciudadanos dejen el lloriqueo y el pasotismo en casa y salgan a votar, a exigir a los votados que cumplan y a distinguir entre quienes toman medidas positivas siempre que pueden y negativas únicamente cuando es del todo inevitable y quienes embaucan con cantos de sirena del tipo buenobonitobarato. Y tampoco pido tanto, porque las leyes existen y me conformo con que se cumplan, con que la ley sea implacable con todo aquél que cometa un delito, tenga el apellido que tenga,  pague la fortuna que pague a sus abogados y le protejan los padrinos que le protejan. Ya veis, ni siquiera pido a los jueces que sean solidarios y buenas personas, solo que se limiten a cumplir la ley.

Puede que ya vaya siendo hora de quitarle a la justicia la venda de los ojos.

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4 comentarios:

Luis Llorente dijo...

Algo falla en el sistema judicial cuando nos hacemos tanta preguntas.

Álvaro Tilo dijo...

Hola, Julia. Jamás ningún delito, debería quedar sin su justo. castigo. Desde hace muchos años, demsiados, la Justicia en este País, sigue siendo un "cachondeo". Pasan unos, llegan otros y me temo que todo sigue igual.

Lamento decir siempre lo mismo, pero la solución la tienen los políticos (TODOS). Los códigos penales, todas las leyes se cambian, se modifican, se aprueban en los Parlamentos.

¿Quién nombra a los fiscales generales?

¿Quién nombra, quien pacta el nombramiento de los supuestos magistrados más importantes de algunos tribunales?

Un abrazo.

Julia dijo...

Hola Álvaro, ves, en eso sí estamos de acuerdo, la justicia en este país es un cachondeo, pero lo más triste es que las leyes justas ya existen, lo que no existe es la posibilidad de impedir que una persona incapaz de impartir justicia llegue a juez. Pero estamos ante el problema de siempre, si el estado decide se le acusa de estalinista e intervencionista, si el estado no decide, deciden las mismas gentes que decidieron siempre en este país, los que tienen el poder. Difícil dilema.

Sí querido amigo Luis, algo falla cuando nos hacemos tantas preguntas.

Un abrazo para los dos.

Antonio Novalbos dijo...

Justicia. Felicidad. Orden social justo.

La justicia es una característica posible pero no necesaria del orden social. Para que haya orden social no es imprescindible la justicia.

Un hombre será considerado justo para el orden social cuando sus actos concuerden con el orden social que se haya considerado justo.

El orden social será considerado justo cuando reglen la conducta de los hombres de modo que todos queden satisfechos y logren la felicidad.

Al parecer de Platón la justicia se identifica con la felicidad: "sólo el justo es feliz y desdichado el injusto".

La felicidad individual, generalmente, depende de necesidades que no llegan a ser satisfechas por ningún orden social.

La naturaleza no es justa y no existe orden social que pueda reparar por completo esta injusticia.


No puede existir un orden social justo que garantice la felicidad de todos, ya que generalmente la felicidad de uno modificará la felicidad de otro.

Se debe entender por felicidad en sociedad la satisfacción de ciertas necesidades tenidas en cuenta por la autoridad social. Esta definición de felicidad difiere totalmente con el sentido del término felicidad, el cual es profundo y subjetivo.

La justicia individual y subjetiva al convertirse en una satisfacción de necesidades socialmente aceptadas sufre una transformación similar a la de la libertad individual para llegar a ser una libertad en sentido social.

Un orden social será justo cuando garantice la libertad individual.

La idea de justicia se transforma de un principio que garantiza la libertad individual de todos en un orden social que protege determinados intereses considerados esenciales por la mayoría de los miembros de la sociedad.


El orden social justo tampoco será posible si se entiende que deberá lograr la mayor felicidad posible del mayor número posible de miembros de la sociedad, porque lo que haga felices a algunos en determinados aspectos, producirá infelices en aspectos distintos y viceversa. (Jeremías Bentham).

El problema se produce cuando aparecen intereses en conflicto, debido a diferentes escalas de valores que manejan los miembros de una sociedad; aquí es cuando actúa la justicia.

Hasta aquí puedo leer...
Espero os guste...