4/1/10

Los escáneres


Grave dilema en el que nos hallamos esta sociedad tan postmoderna que puede hacer que nos vean en pelota viva los cuerpos de seguridad antes de embarcar en un avión, pero que no es capaz de resolver las causas que provocan que se haga necesaria esa vejación en favor de nuestra propia seguridad. Somos como un jilguero que se dejara seducir por el brillo del metal rey y muriera de pena al ser encerrado en una reluciente jaula de oro. De oro, sí, pero jaula al fin y al cabo.

Y no voy a pronunciarme contra el uso del escáner en los aeropuertos, no. Primero porque personalmente y debido a mi, espero, superada dolencia, estoy bastante familiarizada con los escáneres. Segundo porque sin ser una Cicciolina ni mucho menos, nunca he sido exageradamente pudorosa, vamos que me avergüenzan otras cosas mucho más que mi desnudez. Y tercero porque, ¿qué queréis que os diga?, se están vulnerando nuestras libertades, es cierto, pero yo prefiero que me desnude un escáner antes de que me desolle una bomba. Que al fin y al cabo la desnudez del escáner te deja entera la moral y el cuerpo, mientras que la bomba te arranca la piel y esparce tus vísceras por doquier. Y eso sí que es una escandalosa desnudez que además es irreversible.

Sigo abogando por la máxima libertad de las personas, pero también sigo volando y me gustaría seguir viva, así que, a pesar del desasosiego que me provoca todo esto de las medidas de seguridad, debo reconocer que cuando me incomodan con ellas vuelo más tranquila. Aunque también soy consciente de que tal como van las cosas, será imposible alcanzar una seguridad absoluta porque aquellos que están dispuestos a inmolarse pueden colarse en todas partes, incluso en los cuerpos de seguridad. Y si no que se lo pregunten a Anwar el-Sadat que fue asesinado por uno de sus propios soldados mientras presidía un desfile. Más seguridad que estar rodeado de guardaespaldas y con su propio ejército desplegado a sus pies...


Y mientras tanto, de la misma zona del mundo donde, supuestamente, reclutan a los suicidas que nos hacen vivir muertos de miedo porque están dispuestos a acabar con todo aquél (y sobre todo aquella) que no acate la versión que les han hecho creer que es la inapelable de las doctrinas de su profeta, nos llegan imágenes de la más pura avaricia materialista, como la ciudad de Dubai, en la que, a pesar de la profunda crisis que se vive en todo el mundo, mañana se inaugurará uno de los símbolos más representativos de ambición humana, la Torre Burj, construida, como toda la ciudad de lujo que la rodea, en el corazón del desierto, con 160 plantas y 818 metros de altura. ¿Estarán sus apartamentos y gimnasios de lujo encarados a La Meca?
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1 comentario:

Fernando dijo...

Hola Julia.
No es fácil el dilema.¿Incomodidad a cambio de seguridad? o ¿inseguridad a cambio de comodidad? Lo ideal como siempre, el termino medio que no sé si existe con garantías; me temo que no.

Hace bastante tiempo que no viajo en avión (lo evito siempre que puedo, lo llevo fatal volar) y no pudo valorar el incomodo que suponen estas nuevas medidas más severas, pero de cualquier manera, las prefiero y estoy a favor de ellas ante el peligro que supone poder llevar de acompañante un posible suicida lunático. Y...¡joder! ya está bien de seguir matando en nombre de Dios. ¡Puñeteras y malditas "guerras santas" de malditos fanáticos y esperpénticos religiosos islamistas y otros!

Un abrazo, Julia.