Lo malo que tiene ostentar un cargo público importante es que puede uno decir lo que siente pero siempre con el máximo respeto y con muy buenos modales. Hay quienes no saben contenerse y quieren estar en el plato y en las tajás. Y lo entiendo. Entiendo que uno se plantee, bueno, si soy el mandamás, por qué no voy a poder decir lo que me venga en gana, ¿no? Pues mire usted, NO. No puede decir lo que le venga en gana sino lo que sea correcto. Tiene usted obligación de dar ejemplo de convivencia y aunque su interlocutor se comporte como un energúmeno, debe mantener la compostura. De lo contrario corre el riesgo de caer en un imperdonable berlusconismo.
Hoy viendo las noticias me ha parecido percibir dos salidas de tono que creo que alguien debiera tener en cuenta para advertir a sus protagonistas de que no son maneras. La primera de parte del Sr. Sebastian, ministro de industria, que ha dicho con cierta sorna que "tiene ganas de leer la carta en que el "president" le expresará su rechazo al almacén en Ascó". No entro a discutir quien tiene razón, aunque personalmente me decanto por las razones de Montilla ya que, aunque sea cierto que Catalunya consume más energía de la que produce, no me parece un argumento ya que estoy segura de que hay otras zonas que también consumen y no producen. En cualquier caso, y teniendo en cuenta que el propio presidente del gobierno español ha manifestado que desea que sea cual sea la decisión que se tome se haga por consenso, el Sr. Sebastian debiera ser más comedido en sus palabras y más respetuoso con el president de la Generalitat de Catalunya, en lugar de ir manifestando públicamente su criterio sobre la "solidaridad nuclear".
La segunda ha sido protagonizada por Ángela Murillo, la presidenta del tribunal en el que se juzgaba a Otegui. Obviamente no voy a entrar a defender a Otegui, porque me parece un personaje anacrónico y cuanto menos bastante obtuso, poco realista y desfasado en su tiempo. Creo que mantenerse en su postura no hace más que retroalimentar al españolismo más intransigente. Y así lo ha demostrado la señora presidenta del tribunal al contestar de forma bastante hortera, al requerirse su autorización para que Otegui pudiera beber agua porque está en huelga de hambre, "por mí como si bebe vino". La culpabilidad o no de un reo no justifica la reacción visceral, imprudente y soez de la presidenta del tribunal. ¿Cómo podemos esperar de nuestros jóvenes que se muestren respetuosos si algunos de los más altos magistrados son incapaces de comportarse como es debido?
Y ya ni te cuento las salidas de Doña Espe. Haciendo gala de su profundo sentido de las ciencias sociales, Esperanza Aguirre afirma que las nuevas formas de antisemitismo nacen en la "demonización" del Estado de Israel bajo la apariencia de "humanitarismo progresista". Supongo que se refiere a quienes denunciamos el papel, no precisamente humanitario ni progresista, del Estado de Israel ante el conflicto con Palestina.
En fin, es lo que hay, pero no vamos a desmoralizarnos, ni a desencantarnos, ni a dejarnos arrastrar por la desafección política, que al parecer es la pandemia de moda. Vamos a seguir adelante porque aunque algún que otro viento huracanado nos obligue a retroceder de vez en cuando, volveremos a avanzar en cuanto vuelva la calma. Y para subirnos la moral, os ofrezco la imagen del mar desde mi ventana.
.
2 comentarios:
Eso si es una maravilla, que vista y que mar.
El post magnifico, sobre todo esas personas con grandes cargos son las que dan ejemplo.
En mi opinión, se debe ser correcto siempre tanto si se tiene razón como si es la otra persona la que la tiene.
Saludos
Mi querida Julia, como siempre un post magnífico y muy razonado.
Mi amatxu siempre decía que hay que tener muy buena educación para saber cuando se puede ser maleducado.Y evidentemente los que tienen el poder en las manos,suelen ser los primeros en olvidar la urbanidad y buenas costumbres.
Es que hasta para ser sarcástico e irónico se necesita inteligencia, educación, gracia, donaire y mucho sentido del humor, aunque sea negro, pero sentido del humor al fin y al cabo.
Un beso
Publicar un comentario