23/10/09

Somos hipócritas




Hipocresía:
Apariencia de sentimientos o cualidades contrarios a los que en realidad se experimentan o se tienen.
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Antes de empezar pido que nadie me juzgue sin haberse juzgado a sí mismo. Yo también he pecado y por eso no es mi intención tirar piedras a nadie. Solo estoy reflexionando porque si me lo quedo dentro me hace daño, así que prefiero compartirlo a ver si hay en este nuestro Jardín de las Delicias alguien que comparta algo de lo que siento, que estoy segura de que es así.
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Estamos asistiendo últimamente a una escalada de crímenes y de delitos en general. Mientras tanto, a la oposición solo la oigo decir que todo es un desastre y que, por supuesto, todo es culpa de Zapatero, sin aportar la más mínima alternativa (y las que aporten no solucionarán nada porque ellos seguirán apropiándose de todo y contratando más seguridad privada). Cuando alguien va a decirle a Rajoy, No, oiga, esto no lo ha hecho Zapatero, lo ha hecho la ministra Salgado, él le contesta tozudo, Es igual, todo es culpa de Zapatero, las chicas no cuentan. Al gobierno, municipal, Generalitat y Central, les oigo capear el temporal y prometer que todo va a mejorar, que se va a disponer de más efectivos de seguridad, o sea policias. Y ¿por qué?, pues porque eso es lo que demanda el pueblo, más policías, más seguridad. Escucho a Sergi Pàmies, niño bonito nacido en París y criado en los algodones de haber encontrado el camino trazado por el merecido mérito de un padre histórico y una madre intelectual, haciendo burla de los gobiernos de izquierda (¿eign?) porque también considera que debería haber más policías. Y yo me pregunto ¿es eso lo que queremos? ¿es por eso por lo que hemos estado luchando toda la vida, por llegar a un estado policial?
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Y sí, lo entiendo. A nadie le gusta, a mí la primera, que le asalten en el tren (aunque también los hay que son de aquí y asaltan a las niñas por ser de fuera), que te roben la cartera y más en estos tiempos que corren que tenemos lo justo para ir tirando, o que te entren en casa con un trozo de radiografía y se lleven todo aquello por lo que has tenido que trabajar tanto tiempo para comprarlo. Ya no te cuento cómo nos sentimos todos y especialmente todas con el incremento de delitos sexuales, violaciones, pornografía infantil (que yo más que pornografía lo llamaría ya directamente crímenes contra la infancia), aunque yo creo que este tipo de crímenes siempre existió, solo que ahora se hacen públicos y antes se escondían. Todo eso es cierto. Y todo eso se ha incrementado, sí. Como se han incrementado las bandas juveniles, las pandillas de chavales y chavalas que abandonan el instituto por una vida incierta en la calle, las tribus urbanas que buscan desesperadamente un lugar en un mundo que no les acaba de gustar porque se sienten incomprendidos y estafados, que... qué queréis que os diga, a mí que adopten posturas de este tipo los adolescentes me parece totalmente comprensible, es una edad en la que la persona debe rebelarse contra todo lo establecido y buscar un lugar en el mundo, pero cuando ya pasas de los treinta y sigues igual... desde luego algo está fallando, pero no solo en el sistema, también en las personas en sí mismas.
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Pero a lo que íbamos. Seguridad. Ah, qué bonita y cómoda es la seguridad. Yo en mi casita con todas mis posesioncitas a resguardo, mi cochecito en el garaje, mis dos docenas de zapatitos en el armario (aunque a veces sean de mercadillo), mis joyitas en el joyero, mi tele en la habitación, en el salón y en la cocina, mis silencios o mis sonidos conocidos. Pero oh, qué horror! De pronto los vecinos se han ido al pueblo y en su lugar se ha colocado una familia que hace mucho ruido y está llena de niños, cuando los nuestros ya volaron hace tiempo y nadie nos interrumpia las siestas de esta manera. Salimos a la calle a comprar (nosotros siempre compramos) y vemos en cada esquina una muchacha tirada en el suelo dando de mamar a un bebé y con una mano extendida pidiendo limosna, o a unos niñotes súcios y despeinados que nos recuerdan a aquellos documentales que hemos visto a veces en la tele, o a unas chicas casi desnudas que ofrecen todo tipo de servicios sexuales a cambios de cuatro perras, y mientras caminamos mirando al frente para no ver, llegan dos muchachotes de esos extranjeros (a veces son autóctonos) y nos estiran el bolso. Vaya, con el cuidado que habíamos tenido en evitar todo aquello que nos molesta, con la habilidad que hemos tenido para mirar hacia otro lado cada vez que nos encontrábamos con algo desagradable y al final no hemos podido evitar que nos robaran lo poco que tenemos.
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Sí, desde luego es para cabrearse, claro que sí. Fijaos si estoy de acuerdo que puedo hablar por experiencia propia, a mí me han robado dos veces en la calle. Una vez fueron una pandilla de niños, gitanos pero autóctonos, fue allá por 1974 y entonces no había gitanos búlgaros o rumanos, me rodearon, me pusieron la punta de una faca en los riñones y de otra en el cuello y me dijeron, Danos to lo que llevas; la otra fue en Las Ramblas, por el 1987 y no sé quien lo hizo porque no pude verlo, aunque aseguraría que fue algún carterista de esos que hemos tenido siempre en Barcelona. También me cabrearía muy mucho que me entraran en casa, que eso, toca madera, todavía no me ha pasado. Y por supuesto me desesperaría hasta el punto de intentar matar al culpable si me fuera posible, que me violaran o violaran a una hija, sobrina, hermana, madre, amiga o vecina. Sí, el crimen es malísimo porque hace mucho daño a los inocentes. Sin embargo, poner más policías, endurecer las penas o cualquier otra medida represiva, creedme, no va a servir para nada. No hay más que echar una ojeada a nuestro alrededor, ¿acaso se ha logrado evitar los asesinatos en los países en los que todavía existe la pena de muerte?, ¿acaso se han evitado los robos, violaciones o delitos de todo tipo en países en los que el dinero público se reparte entre lo que roban sus mandatarios y lo que cuestan los desmesurados "cuerpos de seguridad"? No, definitivamente no. El problema no se soluciona con más cárceles. Pero si están abarrotadas, por dios, ¿qué vamos a hacer, construir una cárcel en cada barrio? Porque esa es otra, queremos que vayan todos a la cárcel pero no queremos ninguna cárcel cerca de donde vivimos, luego habrá que buscar sitio fuera del planeta ¿no?
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Para mí que los problemas principales de cuanto está pasando en el mundo son dos:
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1) La desmesurada, ilimitada, vergonzosa, indigna e insostenible avaricía de los que defienden el capitalismo liberal, y de los políticos o prohombres que no dudan, sin escrúpulo alguno, de apropiarse de los bienes públicos, o sea la ley de la selva.
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2) La falta de responsabilidad de muchos ciudadanos que esconden la cabeza bajo el ala y ni se molestan en distinguir las diferentes posiciones políticas, que solo piden pero no dan, que solo critican pero no participan, que se autojustifican con la tristemente famosa cantinela de que "todos los políticos son iguales", que solo esperan a ver qué puede hacer el gobierno por ellos pero nunca tienen en cuenta aquello tan real que dijo John Fitgerald Kennedy "No pienses qué puede hacer tu país por ti, piensa qué puedes hacer tú por tu país." Que no tienen conciencia de que entre todos echamos a perder la democracia, única oportunidad que ha tenido el ser humano a lo largo de toda su historia de poder incidir en su propio destino, mientras los usureros se frotan las manos porque a ellos los que les interesa son los regímenes dictatoriales en los que pueden hacer y deshacer a su antojo sin que nadie tenga oportunidad de recriminarles nada, porque en esos regímenes a los periodistas que denuncian los matan y a los ciudadanos que protestan también.
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Seguramente muchos de vosotros pensaréis que soy una demagoga, amiga de la palabra fácil. Y es probable que tengáis razón. Pero aun así sigo creyendo que una parte de responsabilidad de todo lo que pasa en nuestra sociedad es nuestra. Por ejemplo, nos rasgamos las vestiduras pidiendo cárcel para esos pobres desgraciados porque es a nosotros a quienes nos roban directamente. Sin embargo no somos capaces de asaltar la Ciudad de la Justicia, como si de la toma de la Bastilla se tratara, para exigir que delincuentes como el Sr. Millet ingresen inmediatamente en la cárcel. Y es porque no tenemos conciencia clara de las consecuencias de lo que pasa. Los ladrones miserables que corren por ahí nos atacan directamente a nosotros, es cierto. Entre otras cosas porque los ricos tienen más medios para protegerse (seguridad privada, alarmas sofisticadas, coches blindados, chalets resistentes y urbanizaciones fortificadas), sin embargo, los ladrones como el Sr. Millet y los del caso Gürtel son los que nos hacen más daño aunque nos parezca que no nos roben directamente. Porque esos atentan contra la moral de la sociedad, hacen que aflore en los ciudadanos lo más vil que todos llevamos dentro y en lugar de hacer lo que decía antes para exigir justicia, nos quedamos mirando pasivamente y pensando que seguramente si pudiéramos nosotros habríamos hecho lo mismo, con lo que esos delincuentes, además de robar el dinero que debería utilizarse en beneficio de la cultura, lo que hacen es degradar a la ciudadanía haciéndoles creer que no hay nada que hacer, que el poderoso siempre hará lo que le venga en gana sin siquiera tener que pagar sus deudas ante la justicia. Y esos individuos que se apropian de los bienes que debieran repercutir en beneficio de todos, son culpables de que se produzcan esas crisis tan brutales que no solo arrojan al paro y a la desesperación a muchos trabajadores, sino que alimentan a la delincuencia al condenar a miles de jóvenes a un futuro sin porvenir, a lanzarse en brazos de la droga para olvidar y a acabar delinquiendo para sobrevivir, a jugarse la vida en pateras buscando la tierra prometida que le recibe a palos, a abrirse de piernas en situaciones deplorables e indignas por no querer o poder volver a la miseria conocidad que dejaron atrás. Por eso no puedo entender cómo pueden tantos ciudadanos seguir votando a políticos que están claramente imputados en delitos graves, como los de la trama Gürtel. ¿Acaso lo hacen porque sueñan con que un día les pueda llegar a ellos la ocasión de apropiarse de algo?
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No amigos y amigas, no. No vamos bien. Y no vamos bien no solo porque hay muchos chorizos sin escrúpulos sueltos por ahí, tanto de guante blanco como de pies negros, sino también porque hemos perdido el norte, nos hemos dejado abducir por los cantos de sirenas, por la adoración del becerro de oro. Nos hemos olvidado en muchos casos de nuestros propios orígenes y de cómo vivíamos antes y nos hemos convertido en seres egoístas (y que me perdonen quienes no sean así, que de todo hay en la viña del señor), y solo nos quejamos de lo que nos afecta personalmente. En lugar de preocuparnos que unas muchachas nigerianas se estén degradando en una prostitución a la que han sido arrojadas por la puta miseria, nos preocupa que lo hagan en la calle porque nos molesta, en lugar de sentirnos solidarios con todos esos jóvenes que vienen de otras tierras o que han nacido aquí, en cunas degradadas por la marginalidad, y que han recalado en las playas de la delincuencia y la supervivencia salvaje, pedimos más prisiones y más policías, que nos los quiten de en medio para poder seguir disfrutando de una ciudad limpia, fresca y ¿humana? Yo solo me pregunto ¿cómo sería yo si en lugar de haber sido cuidada amorosamente por una madre que, a pesar de todas las dificultades que le deparó la vida, se desvivió por mí, hubiera sido maltratada, apaleada, violada, olvidada...?
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Para aquellos que creáis que estoy haciendo apología de la delincuencia os diré que no, que creo que no estamos en el país de las hadas y por lo tanto hay que incrementar los cuerpos de seguridad y perseguir a la delincuencia, por supuesto. Que hay que procurar que las ciudades estén limpias y la convivencia resulte agradable para todos, por supuesto. Que hay que seguir con las políticas que, a pesar de las dificultades económicas que provocan los poderosos, siguen intentando aplicar los gobiernos socialistas de mejora en las escuelas públicas, por supuesto. Que las políticas sociales de ayuda a los que más lo necesitan hay que mantenerlas e incrementarlas siempre que sea posible, como también siguen haciendo los gobiernos socialistas en la medida que pueden cuando los Sres. Millet no se lo llevan todo, por supuesto. Con todo eso estoy de acuerdo y es por lo que lucho cada día. Pero no podemos olvidar que la solidaridad, la sensibilización y la defensa por lo colectivo, es obligación de todos si queremos seguir evolucionando. También los pobres tenemos obligación de ser solidarios y sobre todo, también los pobres, especialmente los pobres, tenemos obligación de aprender a distinguir la paja del grano y de reclamar con energía que todos los delincuentes paguen ante la justicia, pero muy especialmente aquellos que no solo hacen daño y mucho a la abuela a la que le roban el bolso como es el caso del ratero, sino a toda la sociedad en general. Un daño físico importante por quedarse con bienes que debieran ser para todos y sobre todo un daño moral incalculable al hacer que el ciudadano pierda la confianza en las instituciones y muchos lleguen a defender y a votar a quien delinque con la cantinela de que "todos son iguales".
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No, todos no somos iguales. Hay personas que gobiernan con decencia y que si no llegan más lejos es porque hay otros que se apropian de los bienes públicos. Hay políticos que se dejan la piel en sus quehaceres diarios y si no dan más de sí es porque las cosas no son tan fáciles como parecen vistas desde fuera y además porque los políticos de la derecha, lejos de defender los intereses colectivos, se dedican a poner zancadillas para evitar que el pueblo viva como un éxito de la izquierda cualquier mejora que se pueda producir. Y aun así, pese al incremento de la delincuencia debido a la crisis económica provocada por los ricos de siempre, los gobiernos socialistas logran construir escuelas públicas que dan oportunidad a todos los ciudadanos vengan de donde vengan. Y son quienes hicieron que la asistencia sanitaria fuese gratuita y universal. Y sanearon muchos barrios que antes eran unas auténticas cloacas, nada que ver con la degradación actual de algunos barrios, lo que pasa es que la memoria colectiva es bastante corta. Y devolvieron el mar a Barcelona, que la alta burguesía nos robó porque a ellos no les hacía falta una playa próxima, ellos se iban a Cadaqués o a San Sebastian. Y tantas y tantas pequeñas ventajas de las que podemos disfrutar los ciudadanos de a pie. Así que dejémonos de monsergas y sigamos en la brecha que todavía hay mucho que hacer.
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Menos medidas represoras y más solidaridad.
Menos criminalización de los emigrantes y más prisión para los Millets, Gürtels, etc...
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3 comentarios:

Nerim dijo...

Julia, yo es que leyendote me quito el sombrero. Cuanta razón tienes y que analisis de la sociedad tan justa y equitativa has hecho. Si señor, dejemonos de monsergas, no nos preocupemos tanto por poner más cámaras en las calles, por poner más policias, todo eso no es otra cosa que vestir de corderito al lobo con guante blanco como Millet o los implicados en el caso Gurtel. Seamos consecuentes con nosotros mismos y tengamos la valentía de pedir a la justicia que encierren a los ladrones de guante blanco, porque esos si que es verdad que son los que más daño hacen, porque lo hacen resguardados y en complicidad con los que se creen en posesión de la verdad y la justicia, echando balones fuera para que no nos fijemos en la portería de casa.El otro día leí que el pobre roba la mayoría de las veces para comer, pero el rico roba porque cree que es pobre y cuanto más roba, más pobre cree ser. Pero la justicia aunque no sea tanta, existe, y las leyes contra este tipo de delincuencia también existe independientemente de su ejercicio. Asi que hagamos porque se cumplan y porque estos ladrones cumplan con la pena que les corresponde en su justa medida.
Es justo y necesario, no lo crees así?.

Un beso

Julia dijo...

Sí señora. Es justo y necesario. Ni más ni menos, que no es poco. Si es lo que yo digo, somos muchos más los buenos y somos muchas más las víctimas, pero debemos aclararnos las ideas, no dejarnos engañar con falsos testimonios y unirnos para que no sigan ganando siempre ellos aunque sean menos.

Gracias compañera por tu apoyo y comprensión.

Un beso y un abrazo.

MaryLou dijo...

Tienes mucha razón, somos hipócritas y miedosos. Este miedo a veces nos hace ser, digamos no buena gente en lugar de malos, para que no quede tan gruesa la palabra.
Recuerdo la lucha, en momentos encarnizada, de algunos vecinos del norte de nuestro distrito con sus AVV al frente, contra la sala de venopunción en el Hospital Vall d'Hebrón. Ahora que ha pasado el tiempo se ha demostrado que no significaba una amenaza para sus barrios, pero en aquel momento, los vecinos (algunos) hubieran montados cámaras de gas, para acabar con los enfermos de drogadicción.
Toda aquello locura la propició la hipocresía y el miedo...

Besicos, guapa