23/2/10

La grandeza de espíritu... o no


INVICTUS

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate;
I am the captain of my soul.

William Ernest Henley

Estas palabras de William Ernet Henley dicen que sirvieron a Nelson Mandela de inspiración y de alimento para su alma, de soporte de su espíritu. Obviamente porque su espíritu ya era fuerte. Tan fuerte que después de 27 horrorosos años encerrado en un celda demasiado pequeña para un hombre tan grande, fue capaz de mantenerse erguido tanto físicamente como psicológicamente, hasta el punto de hacer que el mundo entero supiera quién era Nelson Mandela y pudiera convertirlo en un auténtico icono de cómo debieran ser los grandes hombres. Os lo regalo en su idioma original porque siempre he creído que las obras de los creadores debieran poderse conocer tal como se concebieron y ese es un privilegio que me otorgó la miseria de la España de la postguerra que me expulsó de mi país y me obligó a dar vueltas por el mundo para salir de ella, pero os lo reproduzco ahora en castellano para aquellos que no entendáis ni papa de inglés y queráis disfrutar de este hermoso poema que hizo grande Nelson Mandela y hará más grande aún Clint Eastwood al mencionarlo en su fabulosa película Invictus.
 
INVICTUS
 
Desde la noche que sobre mi se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses si existen
por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma

Es curioso, también Eduard Punset habló del miedo en la conferencia, maravillosa conferencia que nos dio en la Escola d'Hivern del PSC. Dijo "La belleza es la ausencia del dolor y la felicidad es la ausencia del miedo". Y eso me lleva a recordar mi militancia en la clandestinidad a la que nos arrojaba fieramente el franquismo, cuando alguien me preguntaba ¿no tienes miedo? Yo me adentraba en los rincones más profundos de mi mente y me preguntaba a mí misma ¿cómo es que no tienes miedo? Y la respuesta era, sí, sí tengo miedo pero es un miedo racional como el que pudiera tener ante un animal salvaje o un cataclismo natural, no es un miedo que me paralice y me impida luchar contra la injusticia, por que soy la dueña de mi destino, soy libre y eso no lo podrá impedir nadie aunque me metan en la cárcel, soy en definitiva el capitán de mi alma (no lo pensaba con esas mismas palabras entonces pero sí con el mismo significado). Y todo ello (ya se sabe que las ideas son como las cerezas que se enredan unas con otras) me lleva a pensar en mi condición actual de militante socialista. Quienes me conocen de hace muchos años se sorprendieron al principio y me auguraron una militancia muy corta, sin embargo han pasado ya unos cuantos años y creo que pasarán bastantes más, porque esté en el partido que esté y rodeada de quien sea, seguiré siendo dueña de mi destino y capitán de mi alma, para lo bueno y para lo malo. Ni me preocupa qué piensan quienes nos juzgan con irracional visceralidad, ni creo que nadie ni nada me vaya a cambiar y menos a la edad que tengo. Creo que en todas partes, y hablo de la izquierda por supuesto porque la derecha ya sabemos que lo que trata es de perpetuar los privilegios de unos cuantos en una sociedad arcaica y feudal, decía que en todas partes se puede hacer algo útil o se puede simplemente vegetar, porque los partidos, como los sindicatos, como la iglesia o cualquier otro tipo de congregación, son lo que las personas que la forman son. Lo que ocurre es que provenimos de una cultura del sálvese quien pueda, de los prejuicios de etiquetar las cosas, de la adoración o linchamiento de los tótems y, sobre todo de buscar siempre algo o alguien que sea culpable de lo que nos pasa.

Por ejemplo, cuando a veces oigo decir con respecto a la suciedad con que se adornan algunas colectividades humildes que es producto de la miseria, se me revuelve algo por dentro porque es una injusticia para los míos. Yo crecí en una barraca de dos estancias en la que los ladrillos para construirla se ponian de pie en vez de tumbados para ahorrar material, con lo que cuando pasaba el tren (vivía justo en ese punto donde ahora están construyendo la estación más moderna del mundo), temblaba toda la casa. Teníamos un tejado hecho con cartón cuero sujetado por ladrillos y otras lindezas, cuando llovía muy fuerte se nos hundía y teníamos que repartirnos entre las barracas de quienes tenían un techo más sólido y cuando soplaba un viento fuerte corríamos que nos las pelábamos por la callejuela de tierra para recoger los trozos y reconstruir el techo que nos cobijaba. No teníamos luz, nos alumbrábamos con carburo y quinqué, y unas cosas que recuerdo con mucho cariño a las que llamaban palomitas y que despertaban mi fantasía infantil porque me parecían bailarinas flotando en el aceite. No teníamos agua, había que ir a buscarla a la fuente con un carro de madera que hizo mi padre y unas garrafas grandes de vidrio, muy chulas por cierto, al menos así las recuerdo yo. No teníamos lavabo ni váter, teníamos que mear y cagar (perdón por la claridad de mi lenguaje) en unos cubos que cada día teníamos que llevar a tirar a alguna parte de aquellos campos tan hermosos, eso sí, que nos rodeaban en los lugares donde ahora no hay más que pisos. Y sin embargo, a pesar de todo eso, no recuerdo nunca haber visto suciedad ni en mi casa ni en mi calle. Mi madre, después de trabajar a veces en una fábrica, otras haciendo faenas o lavando para otros, se las arreglaba para bañarnos a mí y a mis hermanos en un barreño de cinc y se las arreglaba para lavar la ropa en los lavaderos públicos y mantener la barraca siempre limpia. Mi cama (que compartía con mi abuela) siempre estaba limpia, la cocinacomedorsaladeestar también estaba siempre limpia, el trozo de calle que nos tocaba lo barríamos cada día y lo rociábamos con agua los días calurosos de verano para que no nos ahogara el polvo, y como todas las vecinas hacían lo mismo, daba gusto, a pesar de la miseria, vivir en aquella calle tan humilde pero tan laboriosa y feliz. Cuando llegaba la primavera, las mujeres, mi tía y mi madre igual que todas, se untaban la cara con aceite para que no les quemara la cal cuando goteaba, se ponían un pañuelo en la cabeza y con las escobas viejas cubrían toda la barraca con cal, que quedaba blanca y radiante como una novia, luego ponían unos geranios en el ventanuco y aquellos son los recuerdos que tengo en la cabeza, una miseria limpia, por eso me indigna que algunas gentes se autojustifiquen en la miseria para vivir peor que los cerdos, de la misma manera que, iba a decir que me indigna también pero no sería lo correcto porque lo cierto es que me entristece, que muchas personas se dediquen a lamerse las heridas, a salir a la caza de subsidios y a echar la culpa de cuanto les pasa al gobierno, en vez de unirse y asaltar las propiedades de los ricos exigiéndoles que repartan las riquezas con toda la población en lugar de seguir viviendo como auténticos feudales mientras los demás pasan necesidades y les facilitan el trabajo de cargarse a la joven e inexperta democracia que tenemos en este país y que no será para siempre si no sabemos defendarla. Y la alternativa a la democracia ya sabemos cual es porque no hace tanto tiempo que la vivimos aquí.

Ayer sin ir más lejos, se me pusieron los pelillos de punta al oír a un compañero de partido decir que él no es político ¿qué? Vamos a ver que me aclare, le dije ¿estás seguro de que no te has equivocado de lugar? Y es es tendencia que pervive en este país. Como la prensa carga contra los políticos, la derecha se encarga de hacer creer a la gente de que todos los políticos son iguales, unos corruptos, muchos de los nuestros se sienten atemorizados, temen ser confundidos con esos personajes tan siniestros y se justifican diciendo que no son políticos ¿cómo puede no ser político un militante de un partido político? Eso puede decirlo una ancianita que asiste a una reunión de tejedoras de ganchillo pero un militante de un partido político no. Pues yo quiero declarar aquí que sí soy política, lo soy además desde que tengo uso de razón y no me avergüenzo de ello, al contrario, me siento muy orgullosa, porque las sociedades se dividen entre los que se dedican de una manera u otra a hacer política, que quiere decir participar de una manera u otra en la construcción de la sociedad y los que se mantienen al margen y esperan que se lo den todo hecho, y a su gusto además. Así que reivindico aquí a los políticos y a la política porque no existe la política buena o la política mala, son las personas que la practican quienes son buenos o son malos. Y todo cuanto se ha conseguido a favor de los trabajadores, todas las mejoras, todo el estado del bienestar, todo el respeto hacia las diferencias, toda la asistencia sanitaria universal y la enseñanza grautita para todo el mundo, todo, todo, todo, ha sido logrado por personas que han practicado política, ya sea en un partido político, o en un sindicato, o en una asociación de vecinos, o simplemente uniéndose de forma puntual para reivindicar un bien colectivo. ¿O es que no es un gran político Nelson Mandela y a ver quien se atreve a negar su grandiosidad humana? A quien se atreva, en la calle le espero, jajajaja.

Dijo Gandhi: Yo no soy perfecto, no puedo esperar a que el mundo lo sea para empezar a moverme. Esa es la idea, menos cuento, menos justificaciones y a moverse que es tarde y viene lloviendo.
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4 comentarios:

Álvaro Tilo dijo...

Gracias, Julia, por acercarnos hasta nosotros estos extraordinarios personajes, que a veces por un motivo u otro sabemos que existen y que son seres extraordinarios pero que no siempre les tenemos presentes en nuestra memoria como se merecen. Naturalmente hablo solamente por mi.

Vida ejemplar de lucha y sufrimiento aunque al final después de tanta injusticia pudo disfrutar de un sol que seguramente durante 27 años nunca vio nacer.

He hecho la firme promesa, que seguramente incumpliré, de no volver hablar ni de socialismo, ni de socialistas ni de derechas ni de izquierdas. Respeto lo que cada cual sienta y quiera ser. A partir de ahora y me esforzaré para conseguirlo, solo quiero ver y compartir el lado humano con sus sonrisas y lágrimas de las personas y la belleza y poesía de las cosas.

Un abrazo.

Julia dijo...

Gracias Álvaro por tus palabras. No, no lo cumplirás, espero, porque dejarías de ser tú y eso no puede ser. Además, yo no veo qué hay de malo en discutir, debatir y confrontar ideas y formas de ver las cosas, al contrario, creo que todos debiéramos estar dispuestos a debatir tanto como nos fuera posible porque carecemos precisamente de lugares donde contrastar ideas, estamos demasiado acostumbrados a molestarnos por las ideas contrarias de los demás y yo creo que es precisamente contrastando tus propias ideas con las contrarias como puedes rectificar o reafirmar las tuyas propias.

De todos modos, hables de socialismo, de política en general o de lo que sea, siempre serás respetado y bienvenido en esta tu casa. Y si prefieres hablar de poesía y esas cosas, por mi encantada, me apasiona la poesía y toda la belleza de la vida que nos rodea. Pero cuidado con utilizar la expresión "el lado humano" para hablar solo de lo que consideras bueno porque ese vocabulario forma parte de nuestra soberbia y nuestro despotismo, llamamos humano a lo que consideramos bueno e inhumano a lo que consideramos malo, pero tanto lo uno como lo otro lo producimos los humanos. ¿Lo ves?, con lo tierno que te has puesto y ya estoy creando controversia otra vez, si es que no tengo remedio, jajajaja...

Bromas aparte, te reitero las gracias por tus palabras y te vuelvo a decir que siempre es un placer tenerte por aquí.

Un abrazo

antonio dijo...

Excelente post Julia.
Todos somos políticos en en momento en que podemos con nuestro voto elegir nuestros gobiernos.
El conformismo de la sociedad no conlleva nada positivo.
Saludos!

Álvaro Tilo dijo...

Hola Julia.
Recordaba que alguien, me había comentado lo "del lado humano". Por eso y para curarmne en salud, además de que porque así es, añadí lo de las sonrisas y lágrimas que siempre nos acompañan a todos, con el fin de dejar muy claro que los humanos vivimos momentos buenos y malos y que nuestros propios comportamientos producen en los demás, esas mismas sensaciones. En defnitivia, que somos unos imperfectos.

Gracias por tu invitación. Ni que decir tiene, que estoy encantado de verte en mi casa.

Un abrazo