Hablemos alto y claro

A diferencia de la mayoría de las veces, hoy he encontrado una ventana abierta en la prensa. Esta viñeta de Forges que lo dice todo, porque a buen entendedor pocas palabras bastan.

No niego que nos hemos equivocado en muchas cosas, sobre todo en el miedo a hablar alto y claro, en la puñetera manía de ser políticamente correctos y en confundir la cohesión y el consenso con respetar a quienes muchas veces no merecen ser respetados, porque aunque nuestros gobiernos socialistas traten con paños calientes a la patronal, a los banqueros y a todo aquél que durante siglos ha ostentado y sigue ostentando el poder económico en nuestro país, en un intento de que no se marchen todos los padres de la pátria a producir al extranjero y empeore todavía más nuestra situación de paro, ellos siguen siendo quienes son y no están por consensos ni monsergas sino por lo que siempre han estado, por sacar la máxima tajada de cualquier situación. Y los políticos de derechas, que ahora se erigen en los salvadores del proletariado, lo que quieren es volver al poder para seguir recalificando terrenos y destrozando nuestra hermosa península para ganar dinero a espuertas. Les importan un carajo los parados, los movidos y cualquiera que no sean sus más allegados, y no porque sean cariñosos familiares, sino porque tienen tantas cuentas bancarias que esconder que necesitan contar con la firma del primo del pueblo para que les haga de testaferro.

Corren tiempos difíciles y caen chuzos de punta contra los socialistas, ya sean políticos de alto nivel como simples militantes. Y lo que es peor, algunos militantes de base se confunden con todo el cacareo de los medios sobre lo malo malísimo que es Zapatero y acaban escuchando los cantos de sirena de la derecha populista y demagoga. Los que tenemos una edad y no hemos perdido la memoria sabemos que esto no es nada nuevo. La derecha, que antaño asaltaba el poder por la fuerza de las armas, hoy día practica la política del bombardeo subterráneo y constante contra todo aquél que ose ocupar su lugar cuando las urnas así lo deciden. Y como siguen siendo los dueños del dinero porque votar socialista no significa hacer una revolución social que cambie el orden de las cosas, tienen medios suficientes para causar todo el daño que haga falta. Y la principal arma que tienen, desgraciadamente, es la poca memoria y el poco sentido del interés colectivo que impera en nuestras sociedades. A veces hablas con algún militante y te ves obligada a recordarle que es gracias a los gobiernos socialistas que tenemos asistencia sanitaria universal, formación académica gratuita para todos, asistencia social a todo aquél que corra el riesgo de ser excluido socialmente, leyes que defienden a la mujer contra el maltrato fascista de los que se creen muy machos, leyes que reconocen el derecho de los homosexuales a ser tratados como lo que son, personas normales y corrientes como cualquier otra. Y tantas medidas que tratan de hacer más amable la convivencia de los ciudadanos. Cantidad de instituciones a través de las que todo ciudadano puede participar en la vida pública y colectiva, otra cosa es que quieran hacerlo. Resumiendo, los gobiernos socialistas se equivocan, sí, pero son los únicos que han posibilitado que esta nuestra sociedad tan machista, ignorante y casi tercermundista no hace tantos años, se haya convertido en una sociedad avanzada y respetuosa hacia los individuos que la componen.

Los socialistas se equivocan, cierto, aunque más que equivocarse lo que les sucede es que hacen planes y a la hora de ponerlos en práctica, la patronal y la derecha en general se les ponen de culo y no tienen de donde echar mano para salir adelante, como los bancos, que aceptan dinero público para que no se desate el caos y luego provocan el cierre de muchas pequeñas y medianas empresas al negarles los créditos que tan fácilmente te dan en los anuncios de la tele. Los políticos de derechas se frotan las manos y rien a mandíbula batiente al ver crecer el paro y los problemas de la población en general porque eso, paradojas de la vida, les da votos. Así, prometiendo arreglos que no pueden funcionar de ninguna de las maneras (como eso de menos impuestos y mejores servicios), ganan las elecciones siguientes al gran declive. Como el declive no será eterno y tarde o temprano remitirá por sus propios medios, porque sí, porque se trata de la supervivencia de la sociedad y a nadie, ni a Europa, ni a los industriales que quieren vender, ni a los banqueros que quieren seguir haciendo negocios, le interesa que se llegue a la destrucción total, para cuando la derecha llega al poder las cosas están ya mejorando y se apuntan cínicamente el tanto. Luego vuelven a hacer de las suyas, como la tristemente famosa burbuja inmobiliaria, vuelven a tener el poder absoluto sobre la economía porque nadie les pedirá cuentas a los Sres. Camps y Cia., y se vuelve a producir un colapso. Entonces no ponen demasiado interés en las siguientes elecciones porque piensan que ya vendrán los socialistas y se comerán el marrón mientras ellos se recuperan en la sombra y vuelven a la política del torpedo...

En fin, ¿siempre será así? ¿no hay otra alternativa? ¿Y si fuéramos capaces de confiar en el gobierno socialista, a pesar de todo lo que dicen por ahí, pudiéramos ser capaces de salir de la crisis sin abaratar el paro y las prestaciones sociales en general y pudiéramos así demostrarle a la derecha que no somos tontos, que no van a poder seguir desmoralizándonos y engañándonos porque sabemos quienes son y qué intenciones llevan? ¿No, no es posible? Espero que sí. Espero que los trabajadores y muy especialmente nuestros militantes y simpatizantes sean capaces de ver la realidad sin dejarse amedrantar, amenazar e insultar por quienes tienen mucho que explicar y poca autoridad moral para decir nada.
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