15/3/09

LA IGLESIA UNA Y OTRA VEZ

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Existe hoy día algo que se llama comunicación. Que no siempre cumple con su cometido como debiera, cierto es, porque en no pocas ocasiones pónese al servicio del mejor postor. Sin embargo, justo es decirlo, es la comunicación, el acceso de las mayorías a la información, lo que está cambiando sustancialmente las sociedades humanas. Lástima que aún nos quede por delante mejorar la justicia para poder meter entre rejas a los voraces defensores del capitalismo salvaje antes de que nos lleven a la bancarrota.

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Y es por esa comunicación, por ese fácil acceso a la información, por lo que día sí día también nos vamos enterando de casos y cosas que, para quien se moleste en pensar un poco y poner en ello algo de lógica, pone en su sitio a algunas autoridades eclesiásticas que creen poder seguir reprimiendo, oprimiendo y condenando a la infelicidad a toda la humanidad, aunque, eso sí, con especial ensañamiento contra la mujer. Porque al conocer la sociedad todos los detalles que rodean a los hechos, queda al descubierto la posición fundamentalista, irracional e injusta de esos eclesiásticos.

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Nueve años tiene esta criatura. No, no diecinueve o veintinueve, no, NUEVE años. Va un degenerado (la pareja de su madre) y la viola. La niña queda embarazada de gemelos. La madre de la niña la lleva al médico. Los médicos descubren su embarazo y dicen que tiene que abortar porque sus órganos reproductores no están todavía desarrollados para soportar un embarazo, y menos de gemelos, por lo que peligra la vida de la niña. Se juntan los dos supuestos: violación y riesgo para la vida de la madre. Deciden que hay que abortar. Y ahí aparece la iglesia.

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El Sr. José Cardoso Sobrinho, arzobispo de Recife, condena el aborto y excomulga a la madre de la niña y a los médicos que practican el aborto. Y se queda tan ancho. El caso provoca un gran revuelo en todo Brasil. El presidente Lula se manifiesta a favor de la niña y lamenta que el arzobispo, que fuera discípulo de clérigos como Hélder Câmera, firmes defensores de la "teología de la liberación" pueda comportarse de forma tan radicalmente malsana contra una niña de nueve años, víctima de un hecho tan aborrecible como es una violación, que cuando se practica contra una criatura pasa de ser aborrecible a ser tremendamente cruel e ignominioso.

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Sin embargo, el arzobispo en cuestión, lejos de reconocer su error y pedir perdón, declara con total desfachatez: "No me arrepiento. Lo que hice fue declarar la excomunión. Es mi deber alertar el pueblo, para que tengan temor a las leyes de Dios." ¡Ahí le han dao! Ahí está el quid de la cuestión: temor a las leyes de Dios. Porque si no hay temor a las leyes de Dios, ¿quién se va a tragar que las jerarquías eclesiásticas están para salvar a la humanidad de los infiernos, que son los representantes de Jesucristo en la tierra? Nadie. Si no es por ese temor, ¿cómo puede nadie creerse que Jesucristo, quien según los evangelios fue un hombre bondadoso y solidario, que dijo aquello de que sería más fácil que entrara un camello por el ojo de una aguja que que un rico entrara en el reino de los cielos, puede consentir que sus representantes en la tierra vivan rodeados de lujos, vestidos en sedas y oro, mientras millones de criaturas mueren por no tener acceso a lo más elemental para sobrevivir? Y los negocios, ¿qué me dicen de los negocios? ¿cómo pueden los representantes de Jesús en la tierra tener acciones y negocios suculentos cuando Él expulsó a los comerciantes judíos del Templo porque faltaban a Dios con su aprecio al dinero?


Ni siquiera el reproche del ministro de Salud brasileño, José Gomes que ha calificado como radical e inadecuada la posición del arzobispo, ha cambiado la opinión de José Cardoso Sobrinho, quien cuestionado sobre como reaccionaría si la niña hubiera muerto al continuar el embarazo, ha recurrido, sin pudor ni escrúpulos, a una anécdota que a él le parecerá hermosa pero a mí me parece francamente horripilante: "Una médica italiana mantuvo su embarazo aún sabiendo los riesgos que corría. ¡Murió, pero se hizo santa!

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¡Hombre de Dios! (esto lo digo yo). Acabáramos. Claaaaaaro. Se trata de eso, ni más ni menos. Mártires que necesita la iglesia. Que digo yo ¿y no podrían estos señores ofrecerse voluntarios para ser ellos los mártires? Es como el que mata y luego se suicida. ¡Joder!, que se suiciden antes y así se evitan tener que matar ¿no?

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre que tocas estos temas, directa, clara y sincera.

Julia dijo...

Gracias. Ojalá no tuviera motivos para tocarlos.

Luis Llorente dijo...

Lo de Brasil no lo sabía, gracias buena amgiga, la verdad es que esto de la fé da para mucho

Paquita dijo...

Yo siempre topo con la iglesia, La iglesia en este caso la católica cada día es mas inhumana, cada día está más lejos de lo que ha predicado, la religión tiene que darse en la iglesia y en la intimidad de la familia, tenemos que luchar para que la religión esté fuera de cualquier acto, tanto político, en colegios etc. Tenemos que luchar para que España sea Laica.
Que nos quitemos de encima a estos vividores y sobre todo que no vivan más a costa de nuestros impuestos.

Julia un beso.