4/11/08

Yes, we can


Sí, ya sé que los más listos vais diciendo por ahí ¿qué nos importa lo que pase en los Estados Unidos? gane quien gane nada cambiará. Pero me niego a creer eso. Me niego a creer que no hay diferencia entre Mackein y Obama. Aunque solo sea una diferencia estética, es evidente que la hay. Creo además, que la diferencia ética también existe. Algunos compañeros me dicen que la opción buena era la de Hillary, puede... no lo sé, no soy tan experta en política norteamericana como para tener un criterio muy afinado. Sin embargo, pese a mi torpeza en el conocimiento interno de los Estados Unidos, dos cosas sí sé:


1) Que sí nos importa y mucho lo que pase en los Estados Unidos porque, como dijo el compañero Felipe González, cuando Estados Unidos estornuda nosotros pillamos la gripe.

2) Que aun sabiendo que el cambio no supondrá una gran revolución social, tengo muy claro qué no quiero ni para Estados Unidos ni para mí.

Con esas dos consideraciones y teniendo en cuenta que no soy de los que creen que o todo o nada, sino que hay que ir avanzando hacia adelante siempre, aunque sea pasito a paso, estoy totalmente convencida de que quiero, deseo con todas mis fuerzas, que gane Barack Obama las elecciones de los Estados Unidos. Ojalá mañana por la mañana o esta madrugada si aguanto despierta, pueda darme esa alegría.

En el comedor de un colegio de monjas, un grupo de niñas espera en fila india para coger el postre. Al pasar frente a la bandeja de las manzanas, una monja les dice "Coged solo una que Dios está mirando." Al final del mostrador hay una caja con chocolatinas que se guardan para la merienda. La última niña de la cola mira las chocolatinas de reojo y dice a las compañeras "Eh, coged las que queráis que Dios está vigilando las manzanas."

Me lo envió mi amiga Lillian por e-mail y me pareció genial.

Por cierto, hablando de niños y niñas, he encontrado este cartel en un blog, lo he buscado por internet y lo incluiré en esta vuestra casa virtual al menos hasta el 20 de noviembre. Si hay una lacra que hace falta combatir es esta. No solo porque es una tremenda y horrible injusticia abusar de los menores sino porque, además, que suceda y no se denuncie es perpetuar una lacra de las más lacerantes que sufre la humanidad.

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