5/8/10

Tarda d'estiu

Aquest matí he anat a la platja amb la familia. Ha estat molt bé, tot i que havies de demanar permís per passar de la tovallola a l'aigua. És normal, feia un sol espatarrant i la gent tenia ganes de platja doncs feia dos dies que no sortia el sol i aixó en plé mes d'agost doncs, no agrada, es clar. A mi en realitat em molesta més aviat poc que hi hagi molta gent perque estic més estona dins de l'aigua que fora i, curiosament, per molta calor que faci sempre hi ha molta més gent a la sorra que a l'aigua. No ho he entès mai.

Al mig dia cap a casa a preparar el dinar i tothom a la dutxa. Tothom menys jo, doncs he intuït que no se m'havien acabat les ganes de platja. I com que a la tarda les persones normals fan la migdiada, he aprofitat per anar un'altre vegada, tot i que ha tornat a marxar el sol i el mar semblava un xic picat. He baixat amb la idea de caminar una estona per la sorra deixant que les ones m'arribessin fins als peus, però tot i que el cel es feia cada vegada més fosc, no he pogut resistir la temptació i m'he banyat. La temperatura de l'aigua era explèndida i en sortir feia menys fred del que podia semblar. He estat una bona estona a l'aigua, doncs cada vegada que sortia m'agafaven ganes de tornar a entrar. No hi havia ningú, absolutament ningú a la platja. En tota la platja. Només unes quantes gavines i jo. Era com estar en una illa deserta. Una autèntica delicia. Finalment he sortit perque hi havia alló que alguns diuen ressaca i és que les onades t'arrastren amb més força cap a dins que cap a fora. No he sentit gens de por, però cada vegada em costava més tornar i he pensat que també seria una autèntica ximpleria ofegar-se i amargar les vacances al personal, així que he sortit, m'he secat una mica, m'he vestit i m'he segut sobre unes roques a contemplar el mar. M'he passat més d'una hora contemplant el moviment de les onades i el vol de les gavines. Que elegants que son volant aquests ocells.

Mientras contemplaba el mar con pasión y gratitud por su belleza sublime, me han entrado ganas de llorar. Y he llorado. Como estaba completamente sola, podía permitirme el lujo de hacerlo sin dar explicaciones a nadie. He pensado en las miles de personas que se juegan la vida en pateras, en los balseros, en las muchas que no llegan a puerto, en los esclavos que arrastraban salvajemente arrancándolos de sus seres queridos y transportándolos sujetos a viles grilletes hasta la otra orilla donde serían condenados a una vida dolorosa e indignante. Y todo ello me ha llevado a recordar muchas y muy buenas películas en las que se habla de esa ignominia que ha sido y es la esclavitud y el racismo. La última la vi la pasada madrugada, "La vida secreta de las abejas". Qué preciosidad de película. Se me arruga de dolor el alma cuando recuerdo las palabras de uno de los personajes, un adolescente negro que después de ser salvaje e impunemente apaleado por tener amistad con una niña blanca, dice "¿por qué nos odian tanto si la mayoría de ellos crecen al cuidado de una mujer negra? Es cierto. Yo también lo viví de cerca. En Sudáfrica, en pleno apartheid, no podía entender cómo podían ser tan racistas cuando veias a los niños y niñas blancos, rubios, con los ojos muy azules y la piel muy pálida, que eran cuidados por mujeres negras. Se les podía ver incluso, de muy pequeñitos, liados en una manta y acarreados a la espalda de alguna joven negra, como si fueran sus propios hijos. ¿Cómo podían después despreciarlos de aquella manera? Por cierto, mañana, en el programa "Sense ficció" de TV3, hablarán de Martin Luther King, uno de los asesinatos que más lloré en mi juventud.

Pero no nos pongamos tristes. Hoy he hecho amistad con una muchacha de la India que todas las tardes se sienta en el paseo con su bebé, a esperar que su marido acabe su interminable jornada laboral. Son una preciosidad tanto ella como el bebé. Después de pararme a charlar con ella un ratito cada vez que me la encuentro, hoy me he decidido y le he dicho que puede contar conmigo para lo que necesite, para ayudarla a aprender castellano (más adelante ya lo intentaremos con el catalán), para acompañarla al médico porque al parecer tiene problemas para entender y ser entendida y, por supuesto, para acompañarla a la playa porque dice que no va nunca porque no le gusta ir sola. Hacía ya días que pensaba en ofrecerle mi amistad pero como en el fondo soy algo tímida no me atrevía. Hoy por fin lo he hecho y me he sentido muy feliz porque me he dado cuenta de que ella se mostraba muy feliz y agradecida. Además ha suspirado aliviada cuando le he preguntado si sabía inglés y me ha sonreído de oreja a oreja al decir que sí. Hemos acordado que hablaremos en castellano para que practique pero que cuando tengamo dificultad para entendernos, lo haremos en inglés. Creo que tengo una nueva amiga y eso siempre es hermoso. El sol siempre vuelve a salir....
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2 comentarios:

Nerim dijo...

Si, no hay nada que satisfaga mas que encontrar una nueva amistad, y si en algo la podemos ayudar, mejor que mejor.
Que bonitos paseos vespertinos te das por esa playa, a esas horas en las que la gente se refugia en su casa y te puedes dar un baño tranquilamente.

Un fuerte y cálido abrazo

Julia dijo...

Gracias Nerim, no sabes cuánto me gustaría compartirlos contigo algún día. Estar sola con el mar es delicioso pero compartirlo charlando tranquilamente con alguien tan especial como tú no lo es menos.

Un fuerte y cálido abrazo para ti también.