17/8/08

EL SISTEMA

Si hay algo que nos cuesta a los seres humanos es asumir la responsabilidad de nuestra propia existencia. En tiempos ancestrales, en los que todo nos estaba permitido porque estábamos dando nuestros primeros pinitos, como se le permite todo a un bebé que empieza a dar sus primeros pasos o a balbucear sus primeras palabras, teníamos responsables para todo. Si no llovía era culpa de un dios, si llovía demasiado era culpa de otro dios. Si había caza de sobra dábamos gracias a alguna deidad, si escaseaba sacrificábamos a algún miembro de la tribu para que nos devolviera la abundancia. Observadores como hemos sido siempre, algunos más que otros, los más listillos se dieron cuenta de esa característica tan nuestra y se inventaron nuevos y más potentes y severos dioses para que, a cambio de no tener que asumir la responsabilidad de la propia existencia, nos doblegáramos a los designios divinos que, mire usted que casualidad, solian beneficiar siempre a esa minoría de listillos que supieron engatusarnos.

Mucho hemos cambiado desde entonces, sin embargo, seguimos necesitando que algo o alguien asuma la responsabilidad que tanto tememos asumir. Los más conservadores siguen echándole las culpas a algún dios, por supuesto el único verdadero para cada cual el suyo. Y aquellos que presumimos de modernos, eruditos, agnósticos y demás, hemos hallado en el sistema al sustituto ideal. Todo, incluso aquello que hacemos nosotros mismos y no consideramos correcto, es culpa del sistema.

Es de una gran utilidad el sistema. Lo mismo le sirve a un político que ha perdido las elecciones, que a un desarrelado que, con el cuento de ser antisistema, vive como una rémora a costa del sistema, o a ciudadanos grises y modélicos que al final, también echan la culpa al sistema de todo lo que no le suponga un beneficio.

Pero lo peor es que aquellos que no somos acaparadores de propiedades ni caraduras disfrazados de bucaneros de cromo, sino que intentamos ser ciudadanos trabajadores, responsables y solidarios, ante una injusticia, una decepción política o cualquier contratiempo que no nos vemos capaces de controlar, acabamos optando por echar también la culpa al sistema.

Y yo me pregunto ¿qué es el sistema? ¿de dónde viene y qué o quién lo forma? ¿acaso no somos nosotros el sistema? luego, ¿no somos todos responsables de que el sistema sea el que es?

¿Es que no somos muchas más las víctimas de las injusticias sociales que quienes las infringen? Luego ¿por qué buscamos nuevas deidades a quien culpar en lugar de asumir nuestra responsabilidad?

¿No nos parece bien el trato que se nos da en el trabajo?
En nuestra mano está construir sindicatos o cualquier otro tipo de asociacionismo que nos permita demostrar nuestra fuerza y exigir nuestros derechos, o al menos defender los que hemos sabido conquistar y que vamos perdiendo peligrosamente.

¿No nos gusta cómo enseñan a nuestros hijos en la escuela?
En nuestras manos está ir allá, participar en las decisiones y compartir las responsabilidades con los profesores.

¿No nos convence la actuación de los políticos por los que hemos votado?
En nuestras manos está participar en movimientos ciudadanos, partidos políticos, sindicatos, plataformas, o cualquier otra forma de participación, expresar nuestra opinión y exigir aclaración de cualquier cosa que no entendamos o no nos parezca bien. Castigarles con el voto, exigir cambios de dirigentes, presentarnos nosotros mismos como candidatos...

Hay un sin fin de posibilidades de participación en nuestra sociedad. Y no, no es perfecta, claro que no. Y se cometen muchas injusticias, desde luego que sí. Y queda tanto por hacer, por supuesto. Luego ¿a qué esperamos? ¿Por qué no nos ponemos a trabajar en lugar de quedarnos en un rincón quejándonos y buscando a quién echar las culpas?

Le echamos la culpa al sistema y el sistema somos todos. Le echamos la culpa a los políticos y los políticos son fruto de la sociedad que hemos sido capaces de hacer entre todos, ¿o es que son extraterrestres o mensajeros de Dios? Decimos que los partidos políticos, los sindicatos y demás asociacionismos no sirven para nada y no planteamos alternativas coherentes, capaces de vertebrar las aspiraciones y necesidades de todos los ciudadanos.

El sistema es el que es, lo que hemos sido capaces de hacer entre todos. Y seguirá siendo lo que seamos capaces de hacer entre todos. Es lo que hay, creo.

5 comentarios:

Luis Llorente dijo...

La gente tiene un punto de comodidad al que nos ha habituado el "sistema" es decir la propia población, pero que ha tenido la población es su trayectoria histórica cuando busca salidas racionales, normalmente conflictos (algunos o muchos bélicos), problemas personales, etc... ¿El origen del problema es el propio ser humano?

Julia dijo...

Supongo que sí ¿no?
Y tampoco me quejo en exceso porque mejorar hemos mejorado bastante, al menos por estos lares ya no tenemos Torquemadas quemando lo mejor de cada casa, pero tampoco me conformo.
¿Sabes? Desde muy pequeña, hay dos cosas que nunca entendí: una es que las personas podamos ser tan tristemente mediocres como para ponernos al servicio del verdugo en contra de los nuestros, ya que los poderosos pueden masacrar a los pueblos porque ciudadanos de ese mismo pueblo les hacen el trabajo sucio, si tuvieran que hacerlo ellos solos nos los comeríamos en un santiamén. La otra eran aquellos finales felices de las películas de indios y vaqueros, moría un montón de gente y al final el chico y la chica se daban un beso y hacían alarde de una felicidad sin límites, y yo me preguntaba ¿y ya está? ¿y qué pasa con los que han muerto, ya no importan?
Pero no me hagas mucho caso, yo es que soy rarita. Con decirte que en pleno auge de los Beatles a mi me encantaba Carlos Gardel...

Anónimo dijo...

Querida Julia,

Lo primero de todo agradecerte tu comentario. Lo segundo, tercero y sumando sería decirte que veo "el mundo" negativo más que nada porque desde mi ángulo lo veo así y no te voy a engañar, me gusta ver el mundo así. También veo positividad, escasa, pero de vez en cuando asoma su vergonzosa cabecita. Como supondrás hablo siempre desde la experiencia y de la forma más empírica posible. Y esa experiencia me ha enseñado que no se puede ser tan positivo, ni tampoco tan bueno como la gente espera de ti. He hecho todo tipo de favores, hasta llegué a comemerme los "mocos" de los demás y adivina, no recibí nada a cambio de mi positividad y mi bondad, y no solo en este caso, en la mayoría de favores me ha pasado lo mismo. Y es que las personas que son amables con todo el mundo son los que sufren más al largo de la vida. Esperamos que el mundo nos abrazará cada mañana y nos dirá lo buena persona que somos pero, cada día que pase, acumularemos más fracasos que victorias. Desde mi punto de vista si eres optimista cuando te hagan ver la realidad de la situación, la ostia que te van a dar será considerablemente dolorosa, en cambio si eres realista, la ostia que te van a dar ya es un poco previsible o te la puedes esperar y en pocos casos podrás hasta esquivarla.

Despues de todo esto voy a darte lo que andabas buscando, una contestación: No me han sentado mal las vacaciones, más bien todo lo contrario (son pagadas). En parte, soy casi siempre así. Puede que sea un mal momento que se vaya prolongando y hasta puede que se me pase pronto pero no te puedo prometer nada.

Otro abrazo y desanimate un poco criatura, que se acaban las vacaciones, todo es pasajero en esta vida, ¿no?

gsantamaria dijo...

Es una mezcla de comodidad y resignación. Pero no creo que sea fácil de corregir, al tratarse de una espiral de retroalimentación.
Los ciudadanos usan a los políticos como muñecos de piñata, por resultarles más fácil que asumir sus propias responsabilidades. Los políticos asumen su rol de muñeco de piñata, propiciando así una clase política que se mueve por intereses más que por ideales, motivando a su vez un cada vez mayor desapego por parte de la ciudadanía, y así sucesivamente.
¿Qué es el sistema? Actualmente, un elemento desideologizador.

No sé, es complicado, y estoy espeso.

Un saludo.

Julia dijo...

Pues yo sigo pensando que el sistema no es nada, somos nosotros quienes somos, no el sistema. Y creo que el sistema no desideologiza sino que nos autodesideologizamos por conveniencia. La perfección no existe, luego si argumentamos que esperamos al tren perfecto para subirnos, es porque tenemos la intención de seguir en la estación haciendo compañía a Penélope. Es decir, si no hacemos nada es porque no tenemos intención de hacer nada, no porque otros u otras cosas tengan la culpa.
Se puede ser crítico, mejor dicho debiéramos ser críticos, pero desde la acción, no desde el inmobilismo. De todos modos, también ese derecho reconozco, así que quien quiera ser inmobilista y seguir criticando tiene todo el derecho, como yo tendré el derecho de decirle que quien no hace nunca nada, nunca se equivoca.

Un abrazo.