Obama en el tren

Anoche soñé que iba en un tren. Era un tren lleno de gentes de todas las razas y colores, que hablaban infinidad de idiomas y dialectos distintos. Unos se abrazaban y otros se gritaban. Había hasta quienes se pegaban y perseguían por los pasillos. Algunos lloraban, otros reían a mandíbula batiente y otros guardaban silencio o cerraban los ojos. Los había gordos delgados y hasta hambrientos. Yo intentaba abrirme paso hacia adelante hasta que logré llegar al primer vagón. Era un tren extraño. No tenía locomotora. El primer vagón era como los demás, solo que en la parte frontal había como una especie de cabina aislada del resto con un ventanal enorme desde el que podía verse un paisaje desértico de tierras secas y calientes. Me quedé allí quieta, tratando de no escuchar el griterío que dejé atrás e intentando adivinar hacia dónde se dirigía el tren. A lo lejos un cielo oscuro amenazaba tormenta. Yo deseaba que lloviera. De pronto noté la presencia de alguien. Giré la cabeza y me encontré con Barack Obama. Se me acercó y me sonrió. Le tendí la mano y le dije con tristeza, Lo siento Sr. Obama. Él aceptó mi saludo con cordialidad y me preguntó, ¿Por qué? Le contesté, Porque es usted un hombre honesto pero los poderosos que le presionan no lo son y se lo harán pagar. Apretó los labios con gesto emocionado, presionó mi mano entre las suyas, me dio un beso cálido en la frente y me dijo, Thank you.

Hubiera seguido a su lado toda la noche para poder expresarle cuanto admiro lo que intenta hacer en un país tan difícil de gobernar, donde las mafias todopoderosas, los perversos fabricantes de armas, los petroleros groseros, los fabricantes de fármacos sin escrúpulos y la supina ignorancia de gran parte de la población que se dejan arrastrar por la primera secta que se cruza en su camino, hacen casi imposible que gane la coherencia, la lógica y la justicia social. Un país en el que una pobre y obtusa mujer, abducida por las sangrantes e inmundas campañas de los republicanos, le pregunta a Obama cuando dejará de aplicar políticas nazis en referencia a la propuesta de este hermoso hombre sobre la reforma sanitaria. ¡¿Nazis?! Joder qué empanada mental tan soberbia. Pero si los nazis lo que hacían era solucionar todos los problemas de raíz quemando a todos los enfermos, discapacitados físicos y mentales, negros, judíos, gitanos, comunistas… ¿Cómo se le puede acusar de nazi a un hombre que lo que intenta es todo lo contrario, que lo que trata de lograr es que la sanidad sea para todos, que todas las personas puedan disfrutar de asistencia médica y no solo quienes puedan pagarla? Que fuerza tienen las aseguradoras privadas que son capaces hasta de convencer a sus propias víctimas para que salgan a la calle a defender los ilícitos privilegios de estas compañías en contra de los propios intereses de estos pobres e ignorantes ciudadanos. Me recuerdan al perro apaleado que en lugar de morder y defenderse, baja la cabeza y se acerca al maltratador con el rabo entre las piernas esperando su perdón.

No, no pude decirle nada. Me desperté y Obama no estaba. Me quedé sin poder abrazarle y decirle

I will always walk beside you

Wherever you are
Whatever it takes
No matter how far
Through all that may come
And all that may go
I'll walk beside you, president.

Y me quedé sin saber hacia dónde se dirige el enorme tren que va a toda velocidad sin nadie al volante. Sí me desperté, sin embargo, con la sensación de seguir en ese tren con la nariz pegada al cristal como una niña pequeña que busca desamparada más allá de la ventana a alguien que le diga qué hacer y a dónde ir. Me quedé también con la terrible imagen clavada en la retina de unos seres humanos que se lanzaban al vacío desde las torres gemelas en llamas, como si alguien los expulsara violentamente del tren. Y me quedé con el sabor a hiel que me produjeron las palabras de un ciudadano de la gran manzana que observando aterrado la tragedia decía, Hay que ir a sus paises y arrasarlos, matarlos a todos. Porque el hombre posiblemente sea un hijo de puta que siempre pensó así pero ¿y si no lo es, y si lo que dice lo dice porque según él mismo nos cuenta, allá arriba, en una de las plantas que arden, están sus compañeros de trabajo, su familia, sus amigos?

New York 11S. Siempre sentí ese terrible atentado como un ataque a mí misma, como sentí el del 11M en Madrid. Soy un ser humano, una ciudadana normal y corriente como todas las víctimas de todos los atentados terroristas, incluídos los de estado y los que matan de hambre a las personas. Hasta ahora he salvado la vida porque no pasaba por allí, pero pude haber estado o haber nacido en cualquier lugar ¿por qué no? Pero es que sobre el 11S, además, siempre han revoloteado insinuaciones macabras sobre su autoría. Insinuaciones que puede que no sean más que imaginaciones de mentes calenturientas o puede que no. En cualquier caso, anoche mientras veía, dolida e indignada, el reportaje "102 minutos que cambiaron América" que emitió TV3, pensaba en que el mayor objetivo alcanzado con aquél terrible atentado fue que los señores de la guerra de Estados Unidos tuvieron el beneplácito de la mayoría de ciudadanos norteamericanos y que las instituciones internacionales se quedaron boquiabiertos y fueron incapaces (si es que alguna vez lo han intentado en serio) de impedir que iniciaran una cadena de guerras en Oriente Medio cuyo fin no es otro que hacerse con los pozos de petróleo y proporcionar contratos multimillonarios a constructores, farmacéuticas y empresas que proporcionan mercenarios dispuestos a lo que sea por dinero.

Sr. Bin Laden, debieran decir todos esos elementos todopoderosos, muchas gracias, nosotros mismos no lo hubiéramos hecho mejor. ¿O sí?

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