Entramos en otoño y se acabaron las risas calientes, las notas de salsa y las marcas del biquini en la piel. Se acabaron las fiestas de barrios y pueblos y se acabaron los dimes y diretes sobre quien gobierna o gobernó mejor o peor. Estamos frente a un reto que muchos de las nuevas generaciones no conocen: hay que apretarse el cinturón. Jugar a la bolsa no proporciona beneficios más que a los de siempre, a quienes juegan minucias que tanto les da ganar o perder. Pero aquellos que se olvidaron de ser obreros para soñar que entraban a formar parte del gran capital, que se olvidaron de ser solidarios con el prójimo porque molaba más jugar a capitalista (capitalistillo diría yo), se dan ahora de bruces con la cruda realidad. Lo han perdido todo. Roma no paga traidores. El capitalista que le dio golpecitos en la espalda animándoles a invertir, se da ahora la vuelta y se aleja dejando a los perdedores con las manos vacías y el desaliento de no saber quienes son, dónde están, ni hacia dónde encaminar sus pasos. Nadie conoce a nadie cuando van maldadas, sobre todo si cuando se iba viento en popa uno giraba la cara hacia otro lado para no ver a quienes nos necesitaban.
Las empresas siguen cerrando, las bolsas siguen bajando, las acciones de algunas empresas (como las de la multinacional en la que trabajo) siguen cayendo en picado y no sé qué pasará (yo de finanzas no entiendo) cuando dejen el uno atrás y sigan en caída libre. Y ante todo ese desastre, muchos europeos, gente de bien, muy cultos y educados, optan por votar a la ultraderecha en un desesperado sálvese quien pueda. Y es que la peña tiene mala memoria.
Leí una vez una frase que decía "Los momentos felices de la humanidad son las páginas en blanco de su historia". Pone los pelos de punta pensar que pueda ser cierto. Suena casi tan mal como la frase de Plauto que aprovechó esa misma ultraderecha que ahora encanta a los civilizados europeos con promesas de no sé qué supremacías, "El hombre es un lobo para el hombre." Las mujeres nos libramos porque como entonces no contábamos...
No quiero creer en ninguna de las dos, prefiero al Plauto que decía "Buscando las cosas inciertas perdemos las ciertas". Porque creo, humildemente y posiblemente sin mucha razón, que los trabajadores de Europa nos hemos lanzado a buscar una fortuna que no nos pertenecía. Y no es que no nos perteneciera porque perteneciera a otros, no, es que no debiera pertenecer a nadie. Es que nadie debiera querer poseer más de lo que necesita. Porque las riquezas de la tierra debieran pertenecer a todos sus habitantes y repartirse de forma equitativa. Porque nadie debiera disponer de tantas casas que no pueda ni contarlas, mientras tantos seres humanos sobrevivan sin techo. Porque nadie debiera tener tanto poder que utilice las vidas ajenas para su provecho y para seguir amasando más y más poder. Porque la sabiduría debiera servir para que el hombre (y digo el hombre porque sigue siendo quien mayoritariamente conserva el poder que usurpó a sus semejantes) se diera cuenta de que solo se puede ser feliz cuando uno es capaz de compartir, que la felicidad solo es posible cuando con tu comportamiento contribuyes a la felicidad de los demás y no todo lo contrario.
En lugar de seguir los pasos de nuestros padres y seguir luchando por nuestra dignidad como trabajadores, por el enfortalecimiento de unos sindicatos libres (sostenidos con nuestras cuotas y no con las subvenciones del gobierno), por un asociacionismo solidario que tan buen resultado nos dio cuando luchábamos por una alcantarilla, por salir de las barracas, por ayudarnos unos a otros con bolsas de resistencia cuando aquellas huelgas tan ejemplares que llevamos a cabo y que dieron como fruto importantes mejoras salariales, sociales y asistenciales, nos hemos dedicado a individualizarnos al máximo, a desinformarnos con el exceso de información innecesaria de la televisión basura, a hipotecarnos por el resto de nuestros días pagando el precio de un palacio por un simple pisito en las afueras (si nos hubiéramos abstenido de comprar hasta que bajaran los precios, ni se hubiera producido le burbuja inmobiliaria, ni los especuladores hubieran enviado grandes fortunas a paraisos fiscales y los precios, a buen seguro, se habrían moderado), nos hemos dedicado, en fin, a colaborar con nuestra indiferencia y nuestras pequeñas ambiciones, al estado de cosas en que nos hallamos. Ya lo dijo Cohn-Bendit, antes de salir a predicar que olvidemos el mayo del 68 francés y acogiéndose a las enseñanzas de Marx: "Socialismo o barbarie."
Es evidente que el socialismo, pese a haber hecho sus pinitos, no ha triunfado en Europa. Hemos logrado gobiernos socialistas, sí, y con ello hemos mejorado ostensiblemente el estado del bienestar, pero el dinero sigue estando en manos de los de siempre y además, cuando tiemblan las bolsas, en lugar de pedir cuentas a los responsables, nos dejamos engañar por las cínicas acusaciones de los especuladores que echan la culpa a los gobiernos. O sea, a ver si me entero, en época de vacas gordas, cualquier intento de control del mercado por parte de los gobiernos es intervencionismo totalitario; en época de vacas flacas, cualquier no acatar o simplemente poner en duda, las solicitud de subvención estatal, es una falta de responsabilidad de los gobiernos para solventar la crisis producida por los mismos que no permitieron ninguna intervención de esos mismos gobiernos. ¿Han probado esos especuladores a traer al país una parte al menos de las indecentes fortunas que tienen guardadas en los paraísos fiscales? A lo mejor con eso se solventa la crisis.
Puede que no estemos aún en la barbarie (aunque para algunos seguramente sí), pero al paso que vamos, estamos en camino. Los gobiernos son cada vez más débiles porque quienes tienen la sartén por el mango son los grandes capitales. Cuando se les pide que rindan cuentas, amenazan con "pues nos vamos" y toda la sociedad tiembla porque nos hemos forjado tal entramado económico en pos del progreso que ya nadie sabe qué hará cuando el empresario, como un niño rico que se va con su juguete, se largue y nos deje a expensas de unos subsidios que, por la lógica de los números, se acabarán si no hay ingresos. Y ante esta situación, muchos ciudadanos nos desencantamos y dejamos de votar, haciendo que los gobiernos se sigan debilitando, o votamos a la derecha que nos viene prometiendo que si ellos vuelven volveremos a jugar todos en la bolsa, cuando la realidad es que lo que pretenden es privatizar todos los servicios y "el que quiera seguridad que la pague", como dijo Aznar cuando se le recriminó que había eliminado no sé cuántos miles de puestos de trabajo en los cuerpos de policía. Y el que quiera un médico que lo pague también, que es lo que propugna el gobierno autonómico de Madrid cuando privatiza hospitales construidos con dinero público.
Sé que mi obligación es ser positiva y lo intento, a buen seguro que lo intento. Pero miedo me da imaginar qué será de nuestra querida Europa si la ultraderecha sigue avanzando, las grandes empresas siguen emigrando a países dictatoriales con mano de obra sin garantías para evitar su semiesclavitud, y la gente de buena voluntad sigue abdicando en su derecho al voto porque el desencanto le impide cumplir con su deber de ciudadano (que no solo con derechos se forja una democracia). Lo bueno es que si eso llega a nuestro país, no nos vendrá de nuevas porque aquí para votar a la extrema derecha no hay más que votar a la derecha mismamente. No deja de ser una ventaja que sean previsibles y sepamos de qué pie calzan.
En fin, puede que me haya pasado tres pueblos. Tenía ganas de decirlo. O volvemos a ser quienes éramos para seguir luchando por nuestros derechos y forjando un estado de derecho que defienda la libertad y el bienestar social de todos sus ciudadanos, o puede que se haga verdad la segunda parte de la frase que gritó Daniel Cohn-Bendit por París antes de hacerse accionista. Ah, y para que no olvidemos que tampoco somos tan inocentes en el injusto reparto de la riqueza en la tierra, ellos siguen llegando.

Disculpe el señor
si le interrumpo, pero en el recibidor
hay un par de pobres que
preguntan insistentemente por usted.
No piden limosnas, no…
Ni venden alfombras de lana,
tampoco elefantes de ébano.
Son pobres que no tienen nada de nada.
No entendí muy bien
sin nada que vender o nada que perder,
pero por lo que parece
tiene usted alguna cosa que les pertenece.
¿Quiere que les diga que el señor salió…?
¿Que vuelvan mañana, en horas de visita…?
¿O mejor les digo como el señor dice:
“Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da, no se quita…?”
Disculpe el señor,
se nos llenó de pobres el recibidor
y no paran de llegar,
desde la retaguardia, por tierra y por mar.
Y como el señor dice que salió
y tratándose de una urgencia,
me han pedido que les indique yo
por dónde se va a la despensa,
y que Dios, se lo pagará.
¿Me da las llaves o los echo? Usted verá
que mientras estamos hablando
llegan más y más pobres y siguen llegando.
¿Quiere usted que llame a un guardia y que revise
si tienen en regla sus papeles de pobre…?
¿O mejor les digo como el señor dice:
“Bien me quieres, bien te quiero,
no me toques el dinero…?”
Disculpe el señor
pero este asunto va de mal en peor.
Vienen a millones y
curiosamente, vienen todos hacia aquí.
Traté de contenerles pero ya ve,
han dado con su paradero.
Estos son los pobres de los que le hablé…
Le dejo con los caballeros
y entiéndase usted…
Si no manda otra cosa, me retiraré.
Si me necesita, llame…
Que Dios le inspire o que Dios le ampare,
que esos no se han enterado
que Carlos Marx está muerto y enterrado.
Joan Manuel Serrat (el maestro de poetas)
P.D: Perdonad esta irrupción en mi propio blog pero es que acabo de leer dos notas de prensa que me han indignado. Me siento indignada. No digo nada más. Ahí os dejo las dos notas:
El Estado abonará 156 millones de euros a la Iglesia como anticipo del IRPF
• En el 2011 se hará la liquidación definitiva
EUROPA PRESSMADRID
El Estado abonará mensualmente 13 millones de euros a la Iglesia católica durante el 2009 (156 millones de euros al año) como anticipo del dinero que previsiblemente le entregarán los contribuyentes que marquen la casilla del 0,7% del IRPF destinada a esta institución, según los datos de los Presupuestos Generales del Estado para el 2009.
¿previsiblemente, y si no lo hacen, les habrán pagado con el dinero de mis impuestos, no?
El Supremo exime a la Iglesia de suprimir de su registro a los apóstatas
• El tribunal considera que los Libros de Bautismo no son un fichero y que no es obligatorio anotar las cancelaciones
EFEMADRID
El Tribunal Supremo ha anulado la sentencia de la Audiencia Nacional que consideraba los Libros de Bautismo como ficheros de datos en los que se podían añadir anotaciones de cancelaciones, y ha admitido el recurso de casación que interpuso el Arzobispado de Valencia. La sentencia del Supremo declara también nula, por no ser ajustada a derecho, una resolución de la Agencia Española de Protección de Datos de 23 de mayo del 2006, que obligaba al Arzobispado de Valencia a la anotación por nota marginal en el Libro de Bautismo de la solicitud de cancelación de dicha inscripción, a petición de una persona.
¿Que no son ficheros de datos? Y ¿con qué cree el Tribunal Supremo que presionan los arzobispados al gobierno para que siga pagando? ¿Tan listo hay que ser para darse cuenta de que ambas noticias están relacionadas?