28/1/11

Por ti rezo y no sé rezar...

INVICTUS

En la noche que me envuelve,
negra como un pozo insondable,
doy gracias al dios que fuere
por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias
no he gemido ni llorado.
Ante las puñaladas del azar
si bien he sangrado, jamás me he postrado.

Más allá de este lugar de ira y llantos
acecha la oscuridad con su horror,
no obstante la amenaza de los años
me halla y me hallará sin temor.

Ya no importa cuán recto haya seguido el camino,
ni cuántos castigos lleve a la espalda,
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.

William Ernest Henley

Querido y respetable Mandiba,

Sigues siendo el amo de tu destino y el capitán de tu alma, aunque pronto dejarás de estar entre nosotros para pasar a formar parte de la leyenda de los hombres extraordinarios. Hace días que lo intuyo y hoy me lo han confirmado los temores de tu pueblo. Ruego al dios que fuere, a pesar de mi ateísmo, porque vele por tu alma inconquistable. Te irás después de haber caído en la garra de las circunstancias sin gemir ni llorar, sin haberte prostrado ante las puñaladas del azar, pero la alegría del primer encuentro se te fue ensombreciendo hasta hacerte volver al pozo insondable de donde un día llegaste. Hoy vuelve a acechar la oscuridad con su horror más acá de aquel lugar de ira y llantos. La vida no te trató bien y sin embargo tú le diste lo que pocos hombres le han dado con tanta generosidad: honor, valentía, templanza, justicia y sabiduría.

Qué pocos hay como tú...

Por eso, aunque sé que es natural que a tus noventa y tantos emprendas ya el camino... me duele tanto... A pocos he querido como te quiero a ti, a muy pocos he admirado como te admiro a ti, menos que pocos me han enseñado lo que aprendí de ti. Alimentaste mi alma tantos años... Mi alma que es infinitamente más pequeña que la tuya pero igual de inconquistable. Solo espero que allá donde fueres, si es que hay a donde ir, los dioses, o las musas, o los duendes, o quienes quiera que sean los que te acojan, te traten con el amor infinito que siempre mereciste y tan poco supieron darte. Sé que te vas triste y nadie puede evitarlo porque tu lucidez no te permite, a pesar de tu eterna y cálida sonrisa, ignorar los pozos insondables que tan difícil hacen la recuperación de la dignidad de tu pueblo por el que tanto luchaste. Sé que te vas preocupado porque aunque mientras duraron los fuegos artificiales pudo parecer que sería todo más fácil, ahora se ve que la cuesta resbaladiza por la que intenta alcanzar la cima tu gente, está además llena de espinas llegadas de todas las miserias que rodean tu hermoso país... y tú no puedes ya hacer nada por evitarlo. Solo espero que nunca te olvide nadie, porque, como Gandhi, aunque no puedas ya luchar por la justicia en el mundo como desearías, al menos reconfortarás a muchas almas que ante la indiferencia del mundo que es sordo y es ciego y recien sentirán los golpes de la incomprensión y la ingratitud, se sentirán más fuertes, más dignas y mejor recompensadas cuando se acuerden de ti y traten de seguir las pisadas que dejas en la tierra y que nada ni nadie lograrán borrar jamás.


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2 comentarios:

MARI dijo...

Preciosas palabras Julia,las que le dedicas a este hombre extraordinario y grande entre los grandes.
Un saludo.

Luis Llorente dijo...

Cuanta razón en esas palabras