Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.
Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.
Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.
Ay, no sé. Ya no sé qué pensar. Ahora resulta que tanto unos como otros, a excepción (lógicamente) de los directamente perjudicados, quieren hacernos creer que hay que respetar las reglas de juego (¿de qué juego estamos hablando, de juego limpio o juego súcio?). Ahora resulta que no importa lo que pensemos los ciudadanos de un país, ni los congresos de diputados de todos los paises del mundo, ni senadores, ni presidentes. Tan solo importa lo que digan unos señores que al parecer han alcanzado el rango de dioses, los que componen el Tribunal Constitucional. Y yo me pregunto ¿no somos todos iguales ante la ley? ¿no estamos en un estado de derecho? Pues si somos todos iguales ante la ley ¿por qué han de tener estos señores un poder infinito que les pone por encima de cualquier mortal? Si estamos en un estado de derecho ¿por qué pueden estos señores del Tribunal Constitucional barrer tranquilamente de un plumazo todos los acuerdos que puedan haber alcanzado el resto de ciudadanos, incluso el de aquellos que se manifestaron en un referendum por sufragio universal?
Que el PP denunciara el Estatut no me sorprende ¿qué puede esperarse de un partido que con tal de atacar al contrincante político puede llegar a decir sandeces como las de la Cospedal, que acusa a Zapatero de no haber previsto la nube del volcán Eyjafjalla? Otra cosa es que se entienda que unos sesudos señores, con larga trayectoria jurídica (algunos quizás demasiado larga), no les dijeran a quienes presentaron la denuncia: "Miren ustedes señores, no podemos aceptar esta denuncia porque están ustedes poniendo en duda el criterio de todo un pueblo y dos gobiernos. Además deben tener ustedes en cuenta que no hay diferencias entre este Estatut que están ustedes denunciando y otros que acaban de aceptar, algunos incluso en autonomías gobernadas por su partido."
Pues no, no solo a nadie se le ocurrió hacer esta sensata advertencia a los denunciantes, sino que se embarcaron en un barco a la deriva que todavía no saben si serán capaces de llevar a puerto, tras casi cuatro años de travesía por el desierto. Y ante todo este panorama digno de una sátira kafkiana, vienen a decirnos que seamos sensatos, que aceptemos la "legitimidad" de los jueces del Tribunal Constitucional y que, aunque la mitad de ellos debió abandonar el cargo hace años y uno que falleció no ha sido todavía repuesto, debemos aceptar que sigan deliberando y prepararnos para acatar la sentencia que decidan poner sobre la mesa. ¿Esto es democracia? A mí que me perdonen la ignorancia, pero de verdad que no acabo de ver dónde está el truco. Al margen de si están legitimizados o no para decidir la constitucionalidad o no de l'Estatut de Catalunya, han demostrado por activa y por pasiva su incapacidad para llegar a conclusión alguna. Luego ¿a qué estamos esperando? ¿podríamos llegar a pasar a la historia como el mayor ridículo de la democracia en España? Porque, ya me dirán si tiene lógica deliberar durante casi cuatro años para no llegar a ninguna sentencia. A estos señores del Tribunal Constitucional lo que puedo asegurarles es que si trabajaran para la empresa privada y demostraran esa incapacidad, serían despedidos sin indemnización por bajo rendimiento y muestras fehacientes de desinterés y falta de responsabilidad ante la tarea encomendada.
Pero es cierto, hay un error en este escrito. Empecé hablando de estar vergonzosamente en boca de todo el mundo civilizado y no es precisamente por el caso del Tribunal Constitucional y su historia interminable, sino por el acoso hacia el juez Baltasar Garzón. Hoy sin ir más lejos hemos podido ver en la prensa que Argentina ha condenado al último presidente de la dictadura. Nosotros sin embargo, no solo no hemos condenado a nadie por los más de 130.000 muertos y desaparecidos de la dictadura franquista, sino que permitimos a sus más fieles colaboradores que se permitan el lujo de denunciar al juez Baltasar Garzón y exigir su inabilitación por 20 años. Claro, deben ser los que faltan para que desaparezcan del todo los culpables que nunca fueron molestados por el "bien de la transición."
En fin, me voy a dormir, a ver si funciona el sistema que utilizaba cuando era pequeña, que cuando algo me daba miedo o me preocupaba, cerraba los ojos bien fuerte y procuraba dormirme cuanto antes con la esperanza de que al día siguiente ya no estuvieran allí los fantasmas. ¿Creéis que si cierro bien fuerte los ojos es posible que mañana publiquen los periódicos que el Tribunal Constitucional ha decidido dar total validez a l'Estatut de Catalunya que aprobaron todos los gobiernos y votó el pueblo de Catalunya, y que el Tribunal Supremo declare nula la denuncia contra Garzón y apoye una investigación en serio para depurar responsabilidades pendientes de la siniestra etapa franquista? Qui lo sa...
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