Ayer escribí una narración dialogada, la conversación entre dos hombres que a pesar de pensar de manera muy distinta siguen siendo amigos, una parodia que hacía referencia a la confusión que me producen los movimientos financieros, de los que no he entendido nunca nada más que lo poco patriotas que son quienes juegan en bolsa, ya que siempre que se vislumbra el más mínimo problema en el país, la bolsa cae en picado, que digo yo que si tan emprendedores son, precisamente cuando hay problemas es cuando deberían arrimar el hombro en lugar de huir como las ratas del barco en un naufragio ¿no?
Pero al margen de mi opinión, o mi no opinión por falta de criterio, de los movimientos bursátiles y financieros, al día siguiente me encontré con dos comentarios, uno que decía ¿Conclusiones? y otro que decía No hay conclusiones. Pues bien, en efecto, no hay conclusiones. No hay conclusiones porque como dicen que dijo Jesús, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Y es que todos nos quejamos de todo pero estamos en el mismo barco y tenemos las mismas espectativas. Pase lo que pase y estemos en el bando que estemos, siempre consideramos que lo más importante es nuestro bienestar, nuestro beneficio y nuestros supuestos privilegios. Privilegios que nos hemos autootorgado los humanos echándole las culpas a los dioses que hemos inventado para justificarnos. Así la supuesta primacia de unos sobre otros y sobre todo del ser humano por encima de todo lo demás, se debe a que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. No importa qué Dios sea, cada uno tiene el suyo. Todos coincidimos en que el nuestro es el verdadero y que somos los elegidos. Y a falta de cualquier Dios a la vieja usanza, es el culto a la vida fácil, al uso y disfrute de cuanto hay en el planeta y que consideramos que fue hecho para nosotros. ¿Os imagináis que otros seres cogieran a nuestros niños y los trincharan para celebrar sus Navidades como hacemos nosotros con los lechales, los cabritos tiernos, etc.? Suena monstruoso ¿a que sí? O que a algunos de nosotros nos hicieran crecer rápidamente a base de hormonas para poder vendernos cuanto antes y que otros nos comieran hechos filetes en sus civilizadas casas y restaurantes. Ah, pero no os preocupéis, también tenemos respuesta para eso: el ser humano (el hombre se decía antes) es el único animal racional (¿eign?) y por lo tanto tiene derecho a poner toda la vida de la tierra a sus pies. En fin, no sé... complicadillo, porque si tan racionales somos ¿cómo hemos permitido que el planeta se encuentre en la situación que se encuentra y que ahora nos resulte tan difícil enderezar las cosas porque todos somos ecologistas pero todos queremos seguir viajando en avión, en coche, disfrutando de los últimos avances de la tecnología, creando climas tropicales en las casas en invierno y climas polares en verano, etc., etc...? Y de todo eso sí que no podemos echarles la culpa solo a los políticos porque todos somos igual de inconscientes y egoístas.
Ayer vi un reportaje del National Geographic llamado “La tierra sin habitantes”. Pone los pelos de punta. Representa que algún desastre nuclear, de los que estamos muy preparados para provocarlos, hace que desaparezcan los seres humanos. Todos. Los animales domésticos y de granja que sobreviven, inician un proceso de transformación que les devuelve a su estado salvaje. Como no tienen quien los destruya masivamente, se multiplican poblando amplias zonas del planeta. La naturaleza, libre de la presión y la opresión del ser humano, se desarrolla de forma abundante hasta hacer desaparecer en su totalidad las grandes ciudades. Las zonas donde antes era todo asfalto y edificios de concreto, se convierten en espléndios y frondosos bosques y espesas selvas. Las abundantes lluvias limpian la faz de la tierra arrastrando todos los restos radiactivos hacia su interior, permitiendo que las aguas de los ríos recuperen su cristalinidad y su pureza. Los grandes embalses crecen y rebientan las enormes paredes que les contienen, recuperando sus cauces de antaño. Los mares vuelven a poblarse de múltiples criaturas que recuperan su equilibrio y limpian sus aguas de suciedad e impurezas. Toda la tierra se convierte en una especie de gran edén, un panorama maravilloso de cielos limpios y azules, de árboles y plantas fuertes, de animales campando a sus anchas y disfrutando de tanta abundancia. Y la voz que narra toda esa impresionante transformación del planeta, dice con toda tranquilidad: "Nosotros no tuvimos más que quitarnos de en medio."
¿Alguien está interesado en preguntar cual es la conclusión?
Y conste que sigo siendo socialista y defensora de la sociedad del bienestar para toda la humanidad. Pero un poco de humildad frente al resto de vida en el planeta, no nos iría mal. Recuerdo una escena de la película “El pequeño gran hombre”, en que el viejo indio le dice al chico blanco, interpretado por Dustin Hoffman, algo así como: "No hay que matar más bisontes de los que se necesitan para alimentarse ni faltarles al respeto porque son nuestro alimento. Cuando camino por la pradera, yo también piso las flores porque no puedo evitarlo, pero soy consciente de que están ahí.”
4 comentarios:
Buena memoría y buena peli,deacuerdo con usted buena señora.
Pues si, si todos fueramos un poquito mas conscientes, todo iria mejor y no habría necesidad de quitarnos del medio para que la tierra volviera a ser el paraiso que fué.
No queria que pasaran estas fiestas sin desearte una Feliz Navidad y que el Niño Dios os traiga toda clase de bendiciones y parabienes. Que recibáis el año nuevo con alegría y esperanza y que sigamos en contacto siempre compartiendo ilusiones, sueños y realidades.
Un beso y un cálido abrazo.
Yo la vi, y me impresionó, mucho...no nos necesita para nada, la Tierra, ella sola se lo arreglaría en un plis plas...
Besos, Júlia, poco nos contamos, ultimamente...
Áltre cop aquí, passo a desitjar-te el millor, el que més falta et faci o el que més desitgis...Petons estimada!
Publicar un comentario