-A mí es que esto de la bolsa no me ha parecido nunca serio ¿sabes?
- Claro, ¿qué le va a parecer la bolsa a un lumpen como tú?
- Sí, claro, lo reconozco, un poco lumpen sí soy...
- ¿Un poco?
-Bueno, lo dejamos en un mucho pues, pero ¿qué quieres que te diga? En casa siempre me enseñaron que trabajando no se hace uno rico pero tampoco pierdes todo lo que tienes.
- Hasta que te quedas sin trabajo, claro...
- Sí, en eso llevas razón, si me quedo sin trabajo, me quedo sin nada, pero se trata de que no nos quedemos sin trabajo ¿no?
- Claro, los capitalistas son muy malos, pero si no montan sus empresas, os quejáis de que no tenéis trabajo. Siempre esperando que papá os solucione la papeleta.
- No, papá no. Yo ya estoy de acuerdo con que los dueños de las empresas ganen mucho dinero, no les tengo ninguna envida. Ellos que ganen y a cambio que inviertan para que los trabajadores tengamos puestos de trabajo y que paguen sus impuestos para que la sociedad funcione. No creo que el problema se haya producido porque los trabajadores hayamos puesto a los empresarios en un aprieto.
- Hombre, habría ayudado mucho si se hubiera llegado a un pacto social para que los costes de despidos no fuesen tan caros y todo eso...
- Y todo eso ¿qué es? Porque yo no creo que el problema de los capitalistas hayamos sido los trabajadores y sus despidos. Yo creo que se les ha ido la pelota. Antiguamente habían unos señores a los que había que presionar para que soltaran la mano y mejoraran las condiciones de sus trabajadores. Cuando eso se lograba, la sociedad prosperaba y todo el mundo, o casi todo, que bien es cierto que nunca llueve a gusto de todos, se sentía satisfecho de la vida que llevaba.
- ¿Te estás refiriendo a la España de antes?
-¡No! Me estoy refiriendo a Europa, a la Europa de antes. Aquella a la que mirábamos los trabajadores más cercanos a Africa con la esperanza de parecernos un día a ellos. Me estoy refiriendo a aquella Europa en la que los industriales se conformaban con hacerse ricos pero comprendían que pagar más impuestos y mejores salarios era bueno para todos porque así se fomentaba una sociedad próspera en la que los trabajadores no escatimaban consumo porque los sueldos eran casi justos, en la que el nivel cultural de los ciudadanos era excelente porque había buenas escuelas y los jóvenes sabían que si se esforzaban en estudiar tendrian un buen futuro profesional.
- ¿Y cual es la diferencia con la Europa actual?
- ¿Que cual es la diferencia? ¿Pero es que estás ciego o que? En la Europa de ahora gobiernan hombres que están fuera de la ley, gobiernan socialistas o laboralistas que son más de derechas que los que lo son de verdad, gobiernan arribistas egocentristas propios de las repúblicas bananeras, y a los gobernantes que tratan de ser honestos se les tacha de mojigatos y se les dan largas a sus peticiones. La industria ya no pertenece a unos dueños sino a la mierda de la bolsa, ese fantasma en el que los hay que se hacen obscenamente millonarios, esconden los millones en los paraísos fiscales, no pagan los impuestos correspondientes a los beneficios obtenidos y cuando estalla la crisis se disfrazan de pobres y acorralan a los gobiernos con amenazas de acabar con todos los puestos de trabajo para que estos les saquen del supuesto apuro con el dinero de los que sí hemos pagado impuestos...
- No sigas, hombre, no sigas. Me parece que se te va la olla. ¿No te das cuenta de lo simplista que resulta tu análisis?
-¿Simplista, análisis? No, amigo, no. No estoy siendo simplista y esto no es un análisis. Estoy siendo realista y esto es un lamento. Un lamento de impotencia porque ¿sabes qué es lo peor de todo?
-¿Qué?
- Pues que la mayoría de las víctimas, a parte de los que nos quedamos sin trabajo, claro, lo son porque se han dejado embaucar por los cantos de sirena y han perdido el norte. Han dejado las aguas calmadas de la vida de esfuerzo y austera comodidad de los trabajadores de la Europa de antes y se han lanzado a navegar en las aguas turbulentas de las finanzas estridentes, de las promesas del dinero fácil.
- Pero ¿qué me estás diciendo, de qué me hablas?
- ¿Ah no? ¿Y qué me dices de todos esos trabajadores y profesionales de la pequeña y mediana burguesía que habéis depositado vuestros ahorros en esas pirámides que aun teniendo ya más de cien años de historia y haber resultado ser, tarde o temprano, auténticos fraudes, auténticos robos, seguís confiando en que os harán ricos un día? Total ¿por qué, por un tanto por ciento más de beneficio? ¿Aún no os habéis dado cuenta de que solo quien tiene mucho puede arriesgar porque nunca arriesga todo lo que tiene? En fin, no sé... Sigo sin entender de finanzas pero te aseguro que nunca se me ha pasado por la cabeza creer a nadie que me haya ofrecido duros a cuatros pesetas. Seguramente por eso no he tenido nunca ningún beneficio pero tampoco he perdido nada.
- ¡Qué conservador llegas a ser!
- Sí, sí. Conservador sí. ¿Crees tú que esos señores, los peces gordos de las finanzas me refiero, han perdido algo en todo esto?
- ¿A no?
- Yo creo que no. Creo que los que habéis perdido sois todos los que soñastéis algún día con formar parte de esa élite en lugar de combatirla por obscena, por ladrona, por criminal, por...
- Eh, eh, no te embales.
- ¿Que no me embale? Que no me embale por Dios. Con la miseria que causan en todo el mundo especulando con los precios de los alimentos, cuando hay tanta humanidad pasando hambre, especulando con todas las fuentes de energía cuando éstas debieran estar al servicio de todos los seres vivos en la tierra y no para que unos cuantos se emborrachen en una orgía de ganancias sin límite ni piedad, especulando con los precios de los medicamentos mientras millones de seres humanos mueren por falta de ellos. ¡Que no me embale! Y ahora, después de que te han dejado sin blanca por gilipollas, vienes a defenderlos porque en el fondo de tu mediocre corazoncito has deseado siempre ser como ellos... En fin, ¿qué le vamos a hacer?, tampoco es cuestión de hacer leña del árbol caído contigo precisamente ahora que lo has perdido todo. Va, vamos a algún sitio que te invito y ahogamos las penas en unas buenas jarras de cerveza. Dios proveerá... Ah, no, que seguramente debe estar también contando lo que ha perdido en las pirámides financieras, jajajaja... Aunque bien pensado, él debe tener influencias en los paraísos fiscales ¿no?
- Mira que eres cabroncete...
-¿Yo?, ¿por qué? ¿El paraíso no es cosa de Dios?
4 comentarios:
¿Conclusión?
Saludos
Creo que no puede haber conclusión.
Hombre Arr, ¿es que no has ido nunca a los cines de arte y ensayo? No querrás que te haga historias con moraleja final. ¿La conclusión?, que le ponga cada uno la que considere más oportuno ¿no?
Julia: Yo ya había sacado mi propia conclusión, pero preguntaba por la tuya.
Tú, a mi tampoco me haces ni me tienes que hacer ninguna historia con moraleja final, bastante tengo con las mías. Ya soy mayorcito para discernir lo que me interesa, sin necesidad de ángeles salvadores sabelotodo.
Tan solo hice un comentario entre interrogaciones porque entendía que en estos foros se puede preguntar.
Saludos
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