7/10/08

¿CATACRAC?

La portada de un diario ocupa casi toda la página con un terrorífico CATACRAC. Ni siquiera se molestan en poner puntos de exclamación ¿para qué?, la propia palabra lo dice todo. Miro hacia otro lado, que no es una actitud muy inteligente pero a veces hace falta para no sucumbir y veo otra portada todavía más espeluznante “17.000 especies en vias de extinción”. Claro que para aquellos que tienen muchos “ahorros” y además no se preocupan más que de sí mismos, la segunda noticia es una minucia comparada con la primera, sin embargo a mí me hastía la primera por repetitiva, por predecible, por ser la punta de lanza de lo que puede llegar a pasar y cuyas víctimas principales no serán quienes pierdan sus “ahorrillos” sino aquellos que siempre fueron las víctimas y ahora lo serán mucho más, porque aquellos que ahora se tiran de los pelos (que no de los rascacielos como en el 29), son los responsables de la situación y, así como para destruir han demostrado una grandísima capacidad, no veo yo que estén muy puestos en esto de reconstruir, sobre todo si no encuentran la manera de sacar provecho de ello.

La segunda noticia, sin embargo, me causa una honda tristeza porque es una etapa más en nuestra autodestrucción. Puede que sea nuestro destino: nacer, crecer, destrozar y desaparecer, aun así me da mucha pena. He bajado del metro (hoy no he venido en bici porque a la tarde voy a la mani y después al Cirque du Soleil, qué queréis, es mi debilidad…) dudando de mi capacidad para encontrar un lugar en este mundo cruel. A punto estaba de echarme al monte de las ideas y abrazar alguna secta de esas radicales que corren por ahí, que dicen que pretenden salvar al mundo pero que de momento solo se salvan de no tener que arrimar el hombro y viven de la sopa boba, a costa de los pobres desgraciados que, a pesar de nuestras depres, dudas e inquietudes, seguimos levantándonos cada mañana y cumpliendo con el trabajo para ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente y pagar religiosamente nuestros impuestos, con los que esos antisistema podrán seguir cobrando sus subsidios y despotricando de todos nosotros por borregos, frikis y aburridos.

A punto estaba de abdicar de mi condición de ciudadana, decía, cuando de pronto, al llegar a la empresa en la que trabajo, oigo una voz preciosa, narrando con un encanto especial, cómo al viejo pescador se le humedecen los ojos al recordar las olas de la mar. He dejado los bártulos en la oficina y con un ahora vuelvo me he acercado hasta el colegio y me he quedado un rato contemplando embelesada, con la punta de la nariz enganchada en el frío metal del portalón, como los niños y niñas acompañaban con sus dulces voces al joven que, con una guitarra y un disfraz de marinero, se ha lanzado a cantar “Quan jo tenia pocs anys, i el pare em duia a la barca…” Su voz ha volado por el entramado de oficinas tristes y grises de alrededor como la luz de una linterna cuando rompe la oscuridad en lo más hondo de una cueva oscura. Se me han saltado dos lágrimas (ya sabéis que aunque vaya de Clint Eastwood por la vida, soy de lágrima fácil). Me he emocionado, sí. Me he emocionado y me he sentido muy, muy agradecida a aquél muchacho desconocido y sobre todo a aquellos niños y niñas que me han ayudado a recuperar el rumbo. Ni CATACRACS ni leches. Hay periodistas que lamentan que no hayan más guerras, más catástrofes, más desgracias, porque les parece que el mundo en paz es muy aburrido. Y no les culpo si son jóvenes porque todos ansiamos aventuras cuando somos jóvenes y deseamos ser el chico o la chica de una película de guerra, de riesgo, de emociones fuertes. Solo que en las películas el chico y la chica no mueren nunca y en la vida real sí mueren, o lo que es peor, sí viven situaciones que no les permitirán volver a ser los mismos nunca más. Hay que denunciar las verdades, sí, pero no hay que hacer leña del árbol caído sino procurar que no sigan cayendo.

Una vez, expliqué a un chiquillo de quince años, empeñado por culpa de Richard Gere y su American Gigoló en que quería ser un gigoló, con pelos y señales y sin ahorrar ningún detalle escabroso, en qué creía yo que consistía eso de ser gigoló, que en la vida real no eran siempre unas señoras estupendas las clientas que se encapricaban de ti, que había que comer muchas cosas que seguramente no te apetecerían en absoluto, que además debe ser un mundo sin piedad en el que a la primera arruga te arrinconan porque vienen los babys empujando. En fin, nunca he vivido la prostitución, aunque sí he conocido a algunas prostitutas que eran bellísimas personas, nunca he culpabilizado al prostituto o la prostituta porque en muchos casos van a parar a ese mundo sin habérselo buscado y porque, además, creo firmemente que hay prostitución porque hay clientes, luego tan culpable es el cliente como el/la prostituto/a, pero cuestiones humanistas aparte, siempre he creído que se trata de un mundo ruín en el que tienes que tragarte mucha mierda para sobrevivir y me indigna que alguien se considere en el derecho de hacer lo que quiera con el cuerpo de otro porque paga. Bueno y volviendo al tema, que me enrollo como la pata un romano, hay mucho periodista que necesita que alguien le explique también con pelos y señales y sin ahorrar los detalles más escabrosos, en qué consiste eso de las guerras y los grandes conflictos, para que no sigan ansiando que estalle el desastre para convertirse en héroes. En las novelas hay héroes, en los tebeos, en las películas hay héroes. En la vida real solo hay víctimas y verdugos. No hay héroes.

Así que, sí la cosa está jodida pero en lugar de dedicarnos a echar más leña al fuego (de eso sabe mucho la derecha porque ellos sí sacan beneficios de las guerras), hay que arrimar el hombro y aprender a no ser tan egoístas, a compartir y preocuparse por lo colectivo porque al final, si lo colectivo no funciona, lo individual tampoco lo hará. Solo los grandes depredadores, aquellos que han enviado sus grandes fortunas a paraísos fiscales, saldrán beneficiados del desastre. No permitamos que sigan arrancando las riquezas que nos pertenecen a todos y guardándolas para ellos solos. La tierra está ahí y es nuestra. Salgamos a defenderla. No me preguntéis cómo. Toda solución que salga de uno solo acabará siendo perversa. La respuesta (is blowing in the wind) está por ahí y tenemos que encontrarla entre todos. Cuantos más seamos, más sólida será la alternativa.

1 comentario:

zel dijo...

Júlia, em sembla que tenim un fil especial per llegir i caure en els pensaments bessons. Jo estic ja una mica encomanada de la melangia i de la por, i tot i que no tinc ni un euro d'estalvi, ni una inversió ni cap pla de pensions, m'espanten, perquè veig ben clar el mateix que tu, que pagarem els desgraciadets de a peu, que veurem com els bancs i governs s'fanyen a recuperar el que ara posen i els nostres diners no arribaran ni al dia dos del mes. Sort de les veus dels cantaires, dels contacontes i d'algunes persones com tu. Petons!