3/3/11

Lo que baja no vuelve a subir


Para los milagros vuelva mañana.

Después de volver un día y otro día, decidió apearse de aquél mundo y lanzarse al vacío. Nada podrá ser peor, se dijo a sí misma. Cerró los ojos, apretó los dientes y, abriendo mucho los brazos como si pudiera convertirlos en alas, se dejó caer. Sintió el vértigo que le apretó el estómago contra la espalda y cubrió sus sentimientos de miedo. La velocidad de su cuerpo precipitándose hacia el suelo hizo que los músculos de la cara se le estiraran hacia atrás y los cabellos largos revolotearan alrededor de su cabeza confusa. Tan confusa que ni siquiera estaba segura de arrepentirse. De pronto el tiempo se paró.


Se paró el tiempo y desapareció el viento. Sus cabellos volvieron a caer lacios sobre sus hombros, la ropa se le separó del cuerpo, los brazos perdieron la presión contra la que estuvieron luchando y quedaron flotando con delicadeza como si ejecutaran una bella danza a cámara lenta. Abrió los ojos con sigilo, temerosa de lo que pudieran contemplar. La belleza que se abría ante sí le cortó la respiración. Tras el impacto, llenó sus pulmones de aire limpio que relajó su alma haciendo que sintiera una satisfacción y tranquilidad como no había sentido jamás.


Su cuerpo fue bajando lentamente hasta que sus pies descalzos (¿descalzos? ¿dónde perdí los zapatos?, pensó) se posaron suavemente sobre un suelo oscuro y cálido en el que no había más verde que las cepas tiernas que crecían protegidas del viento por semicírculos de piedra volcánica que además preservaban la escasa y valiosa humedad necesaria para alimentar la vid de la que nacería un vino dorado, malvasía (qué nombre tan hermoso).


Aposentada ya en el suelo y recuperada de tantas emociones recientes, se hizo visera con una mano para proteger sus ojos del sol cegador que lo iluminaba todo y hacía que el mar cercano lanzara brillantes destellos. Suspiró profundamente y sonrió al contemplar a su alrededor un paisaje formado por volcanes y ríos de lava ya fría que estremeció sus sentidos. Nunca antes había visto nada tan hermoso. Y como todo lo que sube baja pero lo que baja no vuelve a subir, ella nunca volvió.


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4 comentarios:

antonio dijo...

Dejaste un poco de tu corazón en Lanzarote por lo que veo :-)

Preciosas fotos y texto!

Abrazo y saludos afectuosos!

Julia dijo...

Sí Antonio, creo que dejé bastante y no sé si seré capaz de seguir adelante sin la parte que dejé allá o tendré que volver a buscarlo. Y seguramente si caigo, no volveré a subir... No sé...

Un fuerte abrazo para ti también.

Francisco Espada dijo...

La caída no es el final: las personas siempre podemos rectificar el rumbo y reiniciar la subida. Me han gustado mucho las imágenes.

antonio dijo...

Muchos ánimos Julia.

Siempre es bueno agarrarse a la belleza para seguir caminando.

Una forta abraçada ampordanesa !