13/10/10

Esta no es mi Perona

Desde luego mi barraca en La Perona no era esto...


                                           Pero tampoco era esto.

Vaya por delante que no soy racista. Creo que no hace falta que lo diga, todas las personas que me conocen saben muy bien cómo soy y cuánto detesto sentimientos tan mezquinos como el racismo. Y digo esto de entrada porque lo que voy a decir a continuación no tiene nada que ver con la raza de las personas que nombro sino con su despreciable actitud.

De hace algún tiempo a esta parte se habla mucho de las barracas en Barcelona. Y me parece muy bien. Todo pueblo tiene el derecho y el deber de no olvidar nunca su pasado, para lo bueno y para lo malo. Así como muchos de los racistas de hoy día, debieran recordar sus orígenes en lugar de comportarse como si siempre hubieran sido propietarios. Siempre que me entero de alguna exposición o documental sobre las barracas, busco mi antigua barraca, aquella chabola humilde hasta el extremo que es la única vivienda que sentí siempre como mi casa. Porque allí nací y viví hasta que a los ocho años mi familia emigró, no tanto por salir de la miseria material como para huir de la miseria moral que señalaba a mi madre, una de las personas más íntegras, honestas e inteligentes que he conocido, una persona toda bondad y valentía, una auténtica guerrillera de la vida, la señalaban digo, por el simple hecho de haberse enamorado de un hombre que la abandonó con una niña de meses y otra (yo) en camino. Afortunadamente, tuvo la suerte de dar con un joven tan íntegro como ella (el único padre que tengo) y pudo vivir con la dignidad que se merecía, aunque lo que más les ayudó fue la acertada idea que tuvieron de poner muchos kilómetros de mar entre la mezquindad y la ruindad de la España nacionalcatólica y la felicidad de su familia.

Y digo todo esto como explicación del porqué nos fuimos. Ahora vuelvo a mi añorada barraca. Era la número 309 de la Ronda de San Martín, aunque se conocía la calle como La Perona. Hay distintas versiones sobre el porqué de ese nombre, a mí sinceramente no me importa ninguna porque todas deben tener un orígen bastante calamitoso. Yo prefiero recordarla como la número 309 de la Ronda de San Martín, que al menos nombre sí tenía mi calle. La Ronda de San Martín eran dos hileras de barracas humildes pero limpias como una patena. Recuerdo que cada primavera, mi tía y mi madre se untaban la cara con aceite, se ponían un pañuelo en la cabeza y con unas escobas a modo de brocha larga, pintaban toda la casa con cal, que servía para pintar y a la vez para desinfectar. La pared del exterior, como la pobreza no tenía porqué anular la ilusión, la pintaban a dos colores, del ventanuco para abajo de color marrón y del ventanuco para arriba de color crema. Anda que no nos quedaba preciosa cuando poníamos un par de macetas con geranios rojos. Por dentro aquella casa era la sobriedad y la austeridad personificada, pero nosotros le dabámos cariño y con eso quedaba vestida como una gran mansión. Recuerdo las noches de invierno que jugábamos dentro porque fuera hacía un frío de perros y nuestra tía nos hacía sombras chinescas a contraluz del quinqué, mientras mi madre hacía unos fideos con habas para cenar, para carne no había, y mi abuela zurzía los calcetines para que los pudiéramos volver a usar. Para entonces mi padre ya se había ido a explorar nuevas tierras y buscarse un buen trabajo antes de llevarse a la familia, por lo que en casa éramos todo mujeres a excepción de mi hermano David que tenía dos años cuando su padre se fue y lo dejó en medio de aquel grupo tan peculiar.

Sí, la vida era dura. No tanto para los niños porque los niños lo único que necesitan para ser felices es no pasar hambre y que se les quiera. Y a nosotros, aunque pollo solo lo comiéramos por Navidad, no nos faltaba un plato de comida en la mesa y el cariño corría a raudales. Sin embargo, para los mayores sí tenía que ser muy duro. Para mí entonces todo era divertido, el baño de invierno en el barreño de cinc, el baño de verano en el lavadero de la vecina de enfrente, andar de un sitio a otro con un quinqué en la mano, correr todo el día por los campos, entonces de la Ronda de San Martín a la playa no había más que campos y como las monjas no nos querían en el colegio y las escuelas públicas estaban llenas de hijos del régimen, mi hermana y yo nos criamos, como dice la canción de Serrat, huérfanas de escuela. Pero eso, lógicamente, no nos impedía ser felices ¿qué más quisiera cualquier niño o niña que poder corretear todo el día como un animalillo salvaje sin nadie que le mande? Pero insisto, a pesar de todo, la Ronda de San Martín era un lugar digno, en el que no se veía basura por ningún sitio. No teníamos luz, no teníamos agua, no teníamos asfalto en la calle, pero teníamos dignidad. Por eso me jode muchísimo que todas las fotos que veo por ahí de La Perona, las pocas que hay, sean de la última etapa, finales de los sesenta hasta su desaparición, cuando los "payos" ya se habían marchado a algún piso o a la emigración y las barracas estaban habitadas por unas familias gitanas que tenían coche, tenían luz, tenían televisión y tenían la calle convertida en un auténtico vertedero de basura y de trastos viejos. Desgraciadamente mi familia no guarda ninguna foto porque entonces hacerse fotos era un auténtico lujo para personas tan humildes como nosotros, por lo que hago un llamamiento para que si hay alguien que tenga alguna foto de la Ronda de San Martin de antes del 59, por favor la publique para que no pase a la historia como una inmundicia. Porque sí, es cierto que hay que reivindicar aquellos tiempos como una etapa de la historia de Barcelona, pero no es justo que los barceloneses guarden en su memoria una imagen tan súcia de algo que fue una injusticia social pero en la que en su tiempo habitaron personas trabajadoras, limpias y luchadoras que no se dejaron llevar por la vagancia y la dejadez de permitir que sus hijos e hijas crecieran rodeados de basura.
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10 comentarios:

MaryLou dijo...

Tienes toda la razón! Las de la Perona no las conocí, pero yo iba a un colegio de la Plaza Sanllehí y muchas de mis compañeras vivían en las barracas del Carmelo que yo visitaba, las calles sin asfaltar estaban limpias, cada vecina barría y regaba cada día, las barracas encaladas, con sus macetas de flores y si así eran por fuera por dentro te lo puedes imaginar, porque la pobreza no implica suciedad. Ah! y en mi cole, no había piojos!!!
Besicos

Julia dijo...

Gracias MaryLou por tu apoyo. Por cierto ¿cómo estás? Yo voy mejor, aunque algo dolorida todavía pero con mucha ilusión.

Un beso muy fuerte
Julia

Luis Llorente dijo...

Es simplemente cuestión de mentalidad, pero a la vez es tan complicado como la mentalidad. Besos guapa

Julia dijo...

Pues yo no lo veo tan complicado Luis, solo se trata de barrer, fregar y no dejar que la basura se te acumule en la puerta, que al fin y al cabo, eres tú el principal perjudicado si vives rodeado de basura. Muchas veces, cuando voy en tren a Barcelona, veo a las brigadas de la limpieza limpiar los alrededores del barrio de La Mina y a los pocos días vuelve a estar lleno de basura ¿por qué hay quienes creen que tienen todos los derechos pero no tienen ninguna obligación? ¿Ignorancia? Por falta de información no será. ¿Mala hostia? Quienes más se perjudican de ello son sus propios hijos... No, Luis, no lo puedo entender.

Luis Llorente dijo...

Julia hay cosas que vemos muy claras, pero no lo son, tú actuas y piensas de una manera, pero eso no implica que la mente de otra gente ni lo asuma ni lo entienda y creo que lo que indicas es uno de esos casos.

Julia dijo...

Querido Luis, sé que dices lo que dices porque eres muy políticamente correcto. Y lo respeto. Pero yo prefiero decir las cosas como las siento, aunque no sea lo más políticamente correcto. Que haya personas que vean las cosas de otra manera por supuesto no te lo discutiré, que puede que yo no tenga razón... bueno, dejémoslo en que puede. Pero la evidencia es la evidencia y la mierda es mierda, huele mal, molesta y es peligrosa para la salud de las personas, especialmente de los niños... de sus propios niños. Y que no lo vean así me molestará siempre, venga de donde venga. Y no me sirven las excusas, las autojustificaciones de la miseria. Yo también viví en la miseria y no por eso se quedó mi familia de brazos cruzados viendo como crecía la mierda a nuestro alrededor. Defender sus derechos SIEMPRE, criticar a quienes ensucian y no están dispuestos a limpiar SIEMPRE TAMBIÉN.
Como les dijo Obama a la comunidad negra de su país, tíos tenéis toda la razón en reivindicar vuestros derechos, pero tenéis que empezar por esforzaros para formaros y luchar por ellos, que se os haya tratado mal no es excusa para que vosotros mismos os tratéis peor (o algo así).

MARI dijo...

Hola Julia, esta vez estoy totalmente de acuerdo con tu opinión, he conocido gente pobre muy limpia y rica guarra y gandula.
Yo en mi ninez, pase largas temporadas con mis tios, viviamos en las barracas de "La Viña" en la zona Franca, teniamos luz y agua pero el suelo del interior era de tierra y las puertas eran cortinas todo estaba limpio. Lo mejor era el jardín, 8 higueras, rosales, lirios una valla de madreselvas yo tambien me bañaba con mis primos por turnos en un lavadero grande, eramos como animalillos salvajes, felices y libres jugábamos con otros niños, desarrollabamos la imaginación.
Los mayores eran solidarios, todo el vencindario se conocia, recuerdo que la primera TV que hubo en "La Viña" fue todo un acontecimiento, la chiquilleria era invitada a esa casa, eran los primeros años de la decada de los sesenta.
Sí, lo mejor que le podemos dar a los niños, es amor.

Gracias por recordar aquellos tiempos, parece mentira... eramos pobres, pero felices.

Un abrazo.

Julia dijo...

Hola Mari, me alegro que mis recuerdos te hayan hecho recordar tus vivencias de infancia.

Sí,es curioso cómo éramos de pobres y qué felices éramos. Por supuesto no reivindicaré la pobreza, pero algo estamos haciendo mal cuando tanta abundancia no es capaz de hacernos felices.

En fin, mucho habría que filosofar sobre eso.

Un abrazo

judith dijo...

hola me gustaria poder contactar contigo julia soy judith mi mail viudez1974 arroba hotmail.com busco a una persona ke vivia alli en tu misma calle ronda san martin en el numero 199 se llamaba maria jose selna agut era comadroma es importantisimo yde vital importancia que me puedas contestar al mail y poder explicarte mi historia,serias de gra ayuda.un beso

Carmen dijo...

Hola julia, soy Carmen Gómez.
Yo nací en la Perona y viví allí hasta los 12 años. No sé donde estas, si sigues en Barcelona. Te diré que el día 5 hemos presentado un proyecto en Sant Martí. Queremos hacer un libro, al que titularemos la otra perona. Este monográfico quiere dar voz a las gentes que vivimos allí, para desmitificar, como bien dices, la historia que ha quedado de la Perona. Te alegrara saber que el acto fue un éxito y me encantaría que leyeses en mi blog los artículos referentes a la Perona y al acto. www.elblogdelapizarra.org.
Mi barrio ixesistente, las gentes de la Perona, ya veras. creo que te gustara. Espero impaciente tu contestación.
Un fuerte abrazo