19/2/12

¿Dónde están y para qué sirven los sabios?


Fíjate que últimamente no se me ocurre nada porque sigo en estado de shock ante la pandemia de cretinez que asola a Europa, último indicio de racionalidad que nos quedaba y de repente me asaltó una pregunta ¿qué coño hizo el comité de sabios a parte de cobrar?

Qué orgullosos nos sentimos porque Europa era un oasis  de civilización en mitad de un desierto inmenso de injusticia y salvajismo. Qué felices además porque nuestro controvertido pero indiscutible salvador formara parte de ese comité de sabios. Y al final ¿qué? Nada más que la barbarie más absurda y cruel. Y como las ideas se entrelazan como las cerezas y tiran unas de otras, me viene a la cabeza la constatación que viví hace tantos años de que líder, poder, directivo, incluso alto directivo, no eran sinónimo de capacidad. Más bien se acercaban a conveniencia, a tener una flor en el culo, a no tener escrúpulos y a saber estar en el lugar adecuado en el momento preciso. Nada que ver con la inteligencia. Y lo supe porque trabajé para ellos, fui secretaria de algunos de ellos. Sujetos egocentristas cebados como cerdos, más por guardar secretos que por crear. Quienes creaban eran los otros. Abnegados segundones dispuestos a vender su talento a mitad de precio por mantener el sueño de llegar a ocupar el puesto de arriba. Gente con capacidad pero también sin escrúpulos. Y por debajo de esa cadena estábamos los ciudadanos de a pie. Algunos con ganas de luchar por cambiar las cosas, pocos, y otros, muchos, con ganas de ir tirando, mansos, y mirando para otro lado. Así nos va.

Yo era de los bocazas, de los que no aprenden nunca a callar y mirar para otro lado. Más de una vez me dijeron "ese puesto hubiera sido para ti si no fueses tan contestataria". Yo, en lugar de cambiar de actitud y pedir perdón contestaba "O sea, que reconoces que priorizas la mansedumbre a la capacidad". Y me decían muy enfadados "¿Lo ves?, no tienes remedio". Y no, nunca tuve remedio porque ahora, aun siendo un líder político al que siempre admiré, no adoré nunca como muchos de sus fieles seguidores pero sí respeté y reconozco todo lo que hizo por este sufrido país, aun así, como decía, no puedo dejar de preguntarme ¿qué hizo el comité de sabios, qué se les fue de las manos para que Europa esté como está? Y si la respuesta es que no podían hacer nada, entonces me pregunto ¿por qué pagamos tantos organismos que no sirven para nada?
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9/2/12

Los acuerdos con su santidad

Papa: ¿Es este el chico del que me hablaste?

Cardenal: Sí, Santidad. Es muy listo y vamos a hacer un buen negocio con su santísima visita a Valencia, ya verá.

Camps: Majestad, ya sabe que estamos a su servicio.

Mujer de Camps: No seas burro, mira que te lo he dicho mil ves, que no es majestad que es su ilustrísima.

Papa: Es igual, es igual. Lo que importa es que lleguemos a un acuerdo. A ver ¿cuánto vamos a sacar con esa visita que nos queréis organizar?

Camps: Pues calcuco que unos cuantos millones de euros. Dese cuenta que todo serán beneficios porque los trajes ya me los pagan a parte ¿sabe usted?

Papa: Sí, ya, ya, lo de los trajes. Andáte con ojo a ver si por una chorrada semejante nos vamos a ver envueltos en un estúpido escándalo y al final se va a descubrir lo que importa de verdad.

Camps: No se preocupe majestad... perdón, ilustrísima. Lo tenemos todo atado y bien atado.

Papa: Bueno, pues vete preparando la visita y me envías los números antes de emprender viaje. Ah, y pasa por taquilla a pagar mis honorarios antes de irte ¿estamos? Y por cierto, Santidad, me llamas Santidad...

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