10/1/09

¡BASTA, ISRAEL, BASTA!







Siempre he sentido una gran simpatía por el pueblo judío, y la sigo sintiendo porque me consta que no todos los judíos están de acuerdo con las matanzas indiscriminadas, injustas y criminales que el ejército israelí está perpetrando en Gaza.
Seguro que algunos sectores de Palestina tienen su responsabilidad en este conflicto por no ser capaces de negociar una salida pacífica, por seguir alimentando la venganza y la violencia en lugar de buscar el camino de la paz. Sin embargo, nada, absolutamente nada, justifica los crímenes de guerra que contemplamos cada día en la televisión con los dientes apretados, las lágrimas en los ojos, el corazón en un puño y el sabor amargo de la impotencia deslizándose dolorosamente por nuestras gargantas.
Señores mandamases de Israel, señores integristas de la falacia de los pueblos elegidos, los nazis también trataron de justificar las matanzas de vuestros antepasados escusándose en que éstos se apropiaban de las fortunas de Alemania y mantenían al pueblo alemán en la miseria. No solo nada pudo justificar aquellos exterminios, sino que incluso se basaban en principios totalmente erróneos porque los judíos también formaban parte del pueblo alemán. Similar es la situación que se vive en Palestina. No solo no hay cohetes o integrismo de Hamás que justifiquen vuestras matanzas de personas inocentes, sino que además todos debiérais compartir fraternalmente unas tierras que siempre fueron motivo de injusticias y que ya va siendo hora de que se imponga el civismo y la cultura de la paz para que todos, judíos y palestinos, podáis compartirlas y convivir en paz. Sí, ya sé que hace unos días tenía un confusionismo mental considerable respecto a la situación debido a la posición irracional de Hamás, pero en estos momentos, desgraciadamente, la desmesurada, injusta y criminal venganza de vuestro ejército me ha despejado todas las dudas. No he podido asistir a la manifestación de esta tarde en Barcelona porque estoy convaleciente de una operación, pero no quiero dejar pasar ni un minuto más sin expresar mi indignación por vuestra crueldad, mi rechazo a vuestra visión empequeñecida y abusiva de la situación, vuestra falta de ética al tratar de justificar una masacre que no puede ser justificada de ninguna de las maneras y mi tristeza porque, aunque sigo admirando al pueblo judío en general, me da mucha pena ver que un país como Israel, que debiera ser bandera de la libertad y la dignificación de un pueblo historicamente castigado, se envilece y se convierte en el verdugo de la esperanza, el tirano sin escrúpulos dispuesto a machacar a quien haga falta por mantener unos privilegios que no os pertenecen. ¡Qué lástima!



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